miércoles, 15 de julio de 2009

El excepcionalismo americano en la reforma de la sanidad


Diariomedico.com
ESPAÑA
Tribuna.
El excepcionalismo americano en la reforma de la sanidad
Barack Obama, presidente de Estados Unidos, ha fijado el 31 de diciembre de 2009 como la fecha para hacer efectiva la reforma del sistema sanitario. Deberá aumentar la cobertura asistencial y promover acuerdos con el sector para conseguirlo, con la dificultad añadida de la crisis.


Albert Jovell - Lunes, 13 de Julio de 2009 - Actualizado a las 00:00h.

llave conceptual:
1. Entre los problemas destacan un excesivo gasto sanitario, una atención sanitaria de calidad desigual y 47 millones de personas sin cobertura sanitaria

Entre los problemas destacan un excesivo gasto sanitario, una atención sanitaria de calidad desigual y 47 millones de personas sin cobertura sanitariaA pesar de no ser uno de los temas estrella de la campaña electoral, el presidente Barack Obama pisó el acelerador de la reforma sanitaria el pasado mes de junio y le puso fecha: 31 de diciembre de 2009.

Lo pisó ante la opinión pública, utilizando los millones de correos electrónicos y teléfonos móviles que obtuvo durante la campaña; en los medios de comunicación, los editoriales del New York Times, incluidos los del premio Nobel de Economía del año 2008, Paul Krugman, y la controversia con la American Medical Association; el Congreso, el Senado, los diferentes grupos de interés y los gobernadores de los Estados.

Tanto Obama como las personas que le asesoran muestran un gran sentido de determinación y una elevada confianza en que van a promover una reforma sanitaria que va a lidiar con los principales problemas del sistema de salud estadounidense. Entre esos problemas destacan un excesivo gasto sanitario, que alcanza el 17 por ciento del PNB, una atención sanitaria de calidad desigual con grandes variaciones en la práctica clínica y un número de personas sin cobertura sanitaria que alcanza los 47 millones.

En otras palabras, la situación es insostenible, sobre todo si se tiene en cuenta que un gran porcentaje de las personas sin seguro sanitario son jóvenes y, si se pudieran incorporar al sistema sanitario, contribuirían a su sostenibilidad sin ser grandes usuarios. Es obvio que la depresión económica pone a más personas a riesgo de perder su seguro sanitario y dificulta la competitividad de las empresas estadounidenses en un mundo globalizado, al tener muchas personas un seguro financiado por sus empresas.

El momento de la reforma ha llegado al más puro estilo Obama, es decir, definiendo con convicción grandes conceptos: reducción de costes, aumento de la calidad y cobertura universal, y dejando que sean los diferentes actores los que vayan definiendo el contenido de la reforma. Políticos y grupos de interés han iniciado los primeros movimientos con el objeto de no verse identificados en la opinión pública como los causantes de la crisis sanitaria actual. La idea que transmite Obama es muy clara: si no estás por la reforma, estás en contra de ella y, también, en contra de un presidente que es muy popular.

Así, si en Europa ofrecen calidad y cobertura universal con un gasto entre el 8 y el 10 por ciento del PNB, el sistema estadounidense tiene un porcentaje de ineficiencia muy elevado que puede dedicarse a ampliar la cobertura a los no asegurados y a garantizar la calidad asistencial. La administración Obama está liderada por profesores universitarios que toman decisiones en función de las evidencias y que están financiando investigación orientada a promover el uso de las tecnologías y a producir evidencia útil para la toma de decisiones políticas.

Diferencias con Clinton
En una conferencia coloquio celebrada recientemente con directivos del SNS en el Harvard Faculty Club, el asesor de Obama para temas de salud, el profesor David Cutler, habló con convicción de la posibilidad de reforma y remarcó claramente las diferencias de ésta con la reforma Clinton de mediados de los 90.

Para Cutler, la reforma se puede beneficiar de la opinión pública, del uso intensivo de las tecnologías de la información, del enfoque orientado al ahorro producido por la gestión eficiente de los recursos y del pacto con las partes interesadas. En este sentido destacó el acuerdo con la industria farmacéutica, que supondría un ahorro de 80 billones de dólares en los próximos diez años.

Quedan pendientes las relaciones con los profesionales, donde el modelo que más gusta de gestión es el de la Clínica Mayo, y con las compañías de seguros privados. Con estas últimas la batalla parece ser más dura y en el ambiente flota la idea de crear una especie de seguro público sanitario que les obligara a fusionarse y a reducir precios. Asimismo, el pacto con las aseguradoras pasaría por evitar la selección adversa de pacientes y la aceptación de pacientes con condiciones clínicas previas. En un editorial de Paul Krugman publicado en el New York Times el pasado 7 de julio se estimó el coste de asegurar a todas las personas sin seguro entre 1 y 1.3 trillones de dólares en los próximos años.

A pesar de esas cantidades, los expertos creen que lo más caro de la reforma no será la cobertura universal sino cambiar el sistema. En palabras del profesor Cutler, si hay reforma ésta será genuinamente americana. Es lo que se conoce como el excepcionalismo americano. Sea lo que sea, continuara…

Director General Fundación Josep Laporte y presidente del Foro Español de Pacientes

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