lunes, 13 de julio de 2009

IntraMed - Noticias médicas - Las claves de la mala salud de los aborígenes



06 JUL 09 | La occidentalización y el aislamiento,
Las claves de la mala salud de los aborígenes
Su salubridad se ve marcada por la pobreza, la marginación, la cultura y la colonización.


El Mundo, España


Aborígenes australianos en el jardín botánico de Sidney. (Foto: Reuters) VICENTE S. FONT

Morir de sarampión o paperas en países del Primer Mundo suele ser una rara y triste excepción. O tal vez no. Cuatrocientos millones de indígenas sufren unas pésimas condiciones de salud. Y no viven en África. Afincados en Australia, Canadá o EEUU, padecen estas y otras enfermedades. Así lo indica un estudio publicado en ''The Lancet''.

Infecciones cutáneas, diarreas o malaria son algunas de las muchas patologías comunes entre los aborígenes. Y la llamada "primera pandemia postmoderna", el sida, es también una de las bestias negras que más muertes causa.

Se trata de un problema endémico puesto que, según dos estudios recogidos por la revista científica, alrededor de un 15% de los niños aborígenes menores de cinco años está por debajo de su peso, un 11% está mal desarrollado y un 9% sufre una severa desnutrición.

Más allá de la pobreza, subyacen diversas causas, afirman los autores de dichos estudios -entre los que se encuentra Malcom King, profesor de la Universidad de Alberta (Canadá)-. En primer lugar, los efectos de la colonización, que alteró por completo su estilo de vida y costumbres, afectando a su salud y bienestar. Se destruyeron la mayoría de tierras de cultivo y lugares de caza y pesca, y se introdujeron sustancias perjudiciales como el tabaco y el alcohol. También llegaron microorganismos que afectaron de manera especialmente grave a una población, la indígena, que nunca antes se había expuesto a ellos.

Una historia de marginación

La historia de los aborígenes se ha visto marcada por la marginación. Países como China o India negaron la existencia de estos habitantes en su territorio. La manera de identificarlos también ha propiciado la exclusión. ''Tribales'', ''aborígenes'', ''indígenas'' o ''grupos minoritarios'' son definiciones que potencian el aislamiento.

La cultura es otro de los determinantes. Los aborígenes no tienen el mismo concepto de enfermedad que los otros ciudadanos occidentales. Para ellos, no estar sano supone desde no mantener buenas relaciones familiares hasta no poseer buenas tierras para el cultivo. Por ello, se despreocupan de los problemas de salud reales y los infravaloran.

Por el mal estado físico de las madres, los niños ya están predispuestos a nacer con algún tipo de patología y desnutridos. Son frecuentes los partos prematuros, el bajo peso de los recién nacidos y un crecimiento intrauterino más lento de lo habitual.

Perjudicados por la occidentalización

La urbanización también ha cambiado el estilo de vida. La población indígena es ahora más consumista y lleva una alimentación más alta en grasas y calorías. Sufre los problemas de la sociedad occidental (diabetes, obesidad, hipertensión, enfermedades cardiovasculares...), pero con mayor rapidez y contundencia.

Un solo dato: los aborígenes menores de 17 años de Australia Occidental tienen una tasa de diabetes 18 veces mayor a la del resto de niños, de su edad, que viven en el mismo lugar. Según el estudio liderado por King (director ciéntifíco del Instituto de la Salud de los aborígenes), también influye la predisposición genética.

En este contexto, los autores defienden que las asociaciones de aborígenes colaboren con los servicios médicos para minimizar el impacto de las enfermedades. También se recomienda hacerles llegar más información que dé como resultado una mayor responsabilidad de los indígenas con su propia salud y bienestar.


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