martes, 10 de noviembre de 2009

La medicina es una relación entre personas


Melchor Álvarez de Mon

Diariomedico.com
ESPAÑA
MELCHOR ÁLVAREZ DE MON, APASIONADO DE LA MEDICINA
La medicina es una relación entre personas

Con dos especialidades a sus espaldas, Melchor Álvarez de Mon se siente igual de feliz en la consulta como en la facultad. De sus maestros aprendió a dedicar tiempo a los enfermos y a ponerse en su piel. Cada vez que está ante un paciente se enfrenta a un problema distinto que tiene que ayudar a solucionar. Les dedica tiempo, y no quiere que la presión asistencial termine con esa relación estrecha y directa.


Clara Simón Vázquez - Martes, 10 de Noviembre de 2009 - Actualizado a las 00:00h.

llaves conceptuales:
1. Valores: "Hay que ayudar a los alumnos a que tengan valores que no están de moda, como la responsabilidad y la pasión por la medicina"
2. Expediente: "Era un estudiante un poco peculiar. Saqué matricula de honor en todas las asignaturas de la carrera"
3. Familia: "Me encanta estar con mi familia. Comer con mis hijos y hablar. Emplear el tiempo con ellos"
4. Maestros: "He tenido el privilegio de estudiar con profesores que me han enseñado a respetar y a tener cariño a los enfermos"


-¿Decidió ser médico por sus antecedentes familiares?
-Tengo médicos en la familia de varias generaciones, pero para serle sincero, no creo mucho en eso de la vocación médica; me he ido apasionando con los años.

-Siendo gallego, de Mondoñedo, se fue a estudiar a la Universidad de Navarra.
-Mi familia vivía en Soria y eran años de inestabilidad en la universidad pública (mis hermanos empezaron en 1968) y mis padres decidieron enviarnos a Pamplona. Pero yo soy el único de mis hermanos que hizo Medicina. Además, tengo un perfil un poco atípico. Saqué todo matriculas y fui número uno en el MIR, pero en primero de carrera me pasé a Derecho... y en quince días volví a Medicina.

-¿Qué le dijo su padre en ese cambio?
-No mucho. Como sólo estuve dos semanas, me readmitieron rápidamente.

-¿A quién agradece su vuelta?
-Básicamente, a mis amigos. Me pareció razonable y lo hice.

¿Qué recuerda de su paso por la Universidad?
-Es una de las mejores épocas de la vida. Yo vivía en el Colegio Mayor Belagua e hice amigos de toda España. Pasas de ser un joven que vive en un entorno conocido a un ambiente que está lleno de incertidumbres. Tengo grandes amigos de la facultad, que hemos sido testigos unos de otros en nuestras bodas y seguimos manteniendo el contacto. Su expediente es brillante.

-¿Era el clásico empollón?
-No, pero me pasó una cosa curiosa en mi adolescencia. Suspendí ciencias en el bachillerato. Mi padre no me castigó, pero me dijo que no podía ir de vacaciones. Me envió interno a un colegio un poco exigente y tuve claro que no me volvían a coger en una igual.

-¿Fue eficaz el "no castigo"?
-Sí, a partir de ese momento empecé a sacar matrículas en todas las asignaturas.

-¿Por qué se decidió por Medicina Interna?
-Dudaba entre Psiquiatría y Medicina Interna. Opté por Medicina Interna porque creo que hay que enfrentarse y atender al enfermo, no a la enfermedad. Hay que intentar conocer al paciente y saber lo que sufre; tener una formación global que permita entender al enfermo.

-Una vez terminada la carrera, se va a Madrid.
-Sí, hice el MIR y vine a la Clínica Puerta de Hierro.

-¿No se planteó hacerlo en Pamplona?
-Había problemas para hacerlo en la Clínica Universitaria de Navarra. El aprendizaje es clave. Una persona en la residencia debe aprovechar para formarse y entender científicamente la enfermedad. Tuve la oportunidad de empezar a trabajar en Inmunología. Luego trabajé con Manuel Ortiz de Landázuri, que es el jefe de Inmunología de La Princesa, y Carlos Martínez Alonso, el actual secretario de Estado. La inmunología me pareció apasionante, ya que permite entender gran parte de los procesos patológicos y modularlos.

-Y se fue a Estados Unidos.
-Sí, tuve contacto con la Oncología Médica dentro de Medicina Interna y me fui a Estados Unidos con Antonio Fauci [director del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos].

-¿Cómo fue su etapa estadounidense?
-Mi posgrado fue en Inmunología. Empezamos a descubrir la neuroinmunoendocrinología, que es la evidencia de la unidad de las personas.

-¿Todo está conectado?
-Es difícil entender la enfermedad en compartimentos estancos; todo se relaciona. Sólo hay que recordar un gran número de enfermedades psiquiátricas que tienen un componente inmunológico.

-¿Cuánto tiempo estuvo con Fauci?
-Más o menos un par de años, después de terminar la residencia en Madrid. También estuve en el Instituto Nacional del Cancer de Estados Unidos, porque soy oncólogo médico.

-¿Cómo lo hizo?
-Pues a mi vuelta nos expandimos sobre todo en la inmunomodulación de enfermedades crónicas y en cáncer.

-¿Fueron pioneros en esta disciplina?
-Nos centramos en inflamación y cáncer, que para mí es una enfermedad parasitaria: es alguien que crece dentro de tu organismo utilizando al cuerpo para crecer y éste pierde toda su capacidad de defensa.

-A la vuelta de Estados Unidos, ¿dónde se instala?
-En Puerta de Hierro. Pero vine porque obtuve la plaza de profesor titular en la Universidad de Alcalá de Henares; aunque allí tenía contrato de trabajo, soy de los que cree en la medicina académica.

-¿Por qué?
-Nos estamos volviendo demasiado pragmáticos. La medicina está evolucionando hacia el interés puramente por el paciente con un cierto componente de utilidad económica inmediata y nos estamos olvidando del conocimiento científico.

-¿No era posible seguir con la medicina académica fuera de España?
-Sí, pero a mi juicio uno de los países donde mejor se vive es España. Somos unos auténticos privilegiados.

-¿Qué dejó atrás por la calidad de vida?
-Fue una decisión importante, en la que sopesaba dónde quería que naciesen mis hijos. Aunque estoy muy agradecido a Estados Unidos, quise regresar a España, pero he vuelto muchos veranos de profesor invitado.

-Cuando se instala en España, ¿por cuál de sus especialidades opta?
-Por Medicina Interna. Me impliqué en el manejo de los pacientes con cáncer y con enfermedades autoinmunes e inflamatorias.

-¿Su plaza en el hospital estaba asociada a la universidad?
-Sí, en el inicio del hospital.

-¿Su servicio también es peculiar?
-Sí, pero empecé con Medicina Interna. Las especialidades no estaban muy desarrolladas y partimos de las enfermedades en las que el sistema inmune juega un papel importante, y es así como se desarrolla el servicio, que incluye oncología médica y reumatología, alergia y parte de sistémicas.

-¿Toda una novedad?
-Bueno, empieza en los 90 y ahora estamos en la fase del Instituto de Medicina Molecular de la Universidad de Alcalá (Immpa), un centro de investigación de 30.00o metros cuadrados en el que trabajarán unas 500 personas y lo harán en investigación traslacional.

-¿Es necesario pasar por el extranjero para investigar?
-El tema es complejo. La interacción con personas enriquece, ver trabajos distintos enriquece, la participación con diferentes especialidades enriquece. En España está fragmentada y con parcelas estancas.

-¿En qué sentido?
-Es necesario incorporar profesionales procedentes de la investigación biomédica.

-¿Qué aportan?
-El médico tiene mucha presión asistencial. El esfuerzo de pretender conocer la biología de las enfermedades es un valor añadido, pero una inversión que se ha ido perdiendo, aunque se está recuperando poco a poco. Para poder avanzar es necesario e imprescindible incorporar a profesionales de la biología.

-¿Esa forma de trabajar es muy americana?
-Pues sí, la experiencia americana me reforzó en lo que empecé a aprender en la Universidad de Navarra, en Puerta de Hierro y en la Fundación Jiménez Díaz; pero mi paso por Estados Unidos me sirvió para entender e investigar la biología de la enfermedad.

-¿Enseña eso a sus alumnos?
-Bueno, lo primero y más importante que les digo es que van a tratar personas, enfermos, que no tratan órganos ni enfermedades. Es fundamental enseñar la responsabilidad de los actos que harán cuando sean médicos.

-¿Y cómo lo enseña?
-Los estudiantes españoles son excelentes. Muchas veces les digo que a mí no me importaría ser su enfermo. Pero hay que ayudarles a tener valores que no están de moda.

-¿Cuál es el más importante?
-La responsabilidad. Muchas veces les pongo ejemplos para que sientan desde el principio la responsabilidad de ser médicos. Luego también les intento transmitir la pasión por la medicina.

-¿Cómo? ¿Con el ejemplo?
-Uff, creo que es extremadamente estimulante. Intelectualmente exige mucha demanda. La vas a ejercer toda tu vida utilizando los conocimientos técnicos que has ido adquiriendo.

-¿Y el estudio?
-Es fundamental. Adquieres la estructura de ser médico en la facultad y luego aprendes la profesión. En este contexto les digo que no es imprescindible hacer la residencia en España, que la pueden hacer fuera, que son competitivos, y que los resultados de los exámenes de los españoles son muy altos. Creo que sería clave que todos pudiésemos estudiar fuera de la ciudad donde hemos vivido o hacer un periodo de la formación fuera.

-¿Son receptivos sus alumnos?
-Pues como todo, hay algunos que sí y otros que no. Un estudiante tiene que empaparse de enfermos e implicarse en la investigación. En los primeros años de la residencia es clave la actividad clínica; luego es importante hacer investigación.

-¿Quién le inculcó a usted esos valores que intenta enseñar?
-He tenido el privilegio de haber sido alumno de muy buenos médicos. Don Eduardo Ortiz de Landázuri me enseñó a respetar y a tener cariño por los enfermos. Creo que la medicina es una ciencia, pero sigue siendo un arte.

-¿Explíqueme la medicina como arte?
-La medicina es una relación entre personas: médico-enfermo. No es estándar, ya que se basa en alguien que sufre y que acude a pedir ayuda a quien tiene conocimientos técnicos. Es especial. Dentro de ese contexto, enfermar es complejo. Después de 30 años de ejercicio profesional he llegado a una conclusión absolutamente cierta: que la mente influye en la sintomatología de la enfermedad.

-En la asistencia actual, ¿se está perdiendo la relación médico paciente?
-Estoy completamente en contra de este tipo de asistencia. Mire, a mí me siguen regalando huevos y chorizo... (me encanta comer). En España nos hemos olvidado de esta relación y es un fracaso. Tenemos un buen sistema sanitario con una serie de puntos débiles.

-¿Cuáles?
-La rentabilidad hace que el tiempo disponible para cada paciente sea reducido, pero nos equivocamos, porque el médico cura.

-¿Qué se puede hacer para manejar la presión asistencial?
-No lo sé, pero no me gusta la tendencia. En el entorno hospitalario lo tenemos más fácil, pero soy solidario con las reivindicaciones de los médicos de primaria. La población debería concienciarse de que sólo hay que ir al médico cuando se necesite.

-¿No cree que es difícil cambiar este concepto?
-En un país en el que se están reformando constantemente los planes de estudio debería haber en bachillerato una asignatura sobre salud. La educación para la salud, en la que se incluya el estilo de vida, la dieta, el comportamiento y cómo evitar factores de riesgo, por ejemplo, es fundamental.

-Pero, ¿es complicado?
-Mire, yo en la facultad llamo de usted a mis alumnos, y en cuanto terminan la carrera somos colegas. Es clave en el sistema educativo enseñar a las personas a ser responsables y esto supone tener un criterio que también implica exigir. El docente debe exigir, pero a veces no es cómodo y a nadie le gusta ser el malo de la película.

-¿Qué prefiere: la asistencia o la docencia?
-No estoy de acuerdo en cómo están organizados los hospitales en España. En la mayor parte de los países occidentales que conozco (que son bastantes) el médico-académico es una figura inseparable y reconocida institucionalmente.

-¿Dónde se lo pasa mejor?
-Ambos tienen un gran componente de teatro. Para ser eficaz tienes que elegir el papel que debes desempeñar. Cada vez que estoy ante un paciente tengo un problema distinto que ayudar a resolver y te tienes que adaptar a la realidad del enfermo. En clase pasa igual: existen grupos diferentes y tienes que hacer teatro para despertar su interés. No me puedo decantar, me gustan las dos, al igual que la investigación. Las facetas humanas más interesantes son la comprensión y la creatividad. La medicina y la docencia tienen mucho de eso y la investigación es la representación de dos valores: comprender lo conocido y tener la imaginación para ver.

-¿Qué le da más satisfacción?
-No sé... En nuestra profesión, cuando sientes que has aliviado a un enfermo o le ayudas a llevar su sufrimiento es un momento emocionante, pero también lo es cuando en clase, por ejemplo, ves que un estudiante ha entendido lo que tú explicas.

-¿Se siente gallego?
-¿Por qué lo pregunta?

-Ya me ha respondido. ¿Alguno de sus tres hijos ha seguido sus pasos?
-Sí, el pequeño.

-¿Le hizo ilusión?
-Fue agridulce. Ser médico es apasionante, divertido y bueno, algo por lo que merece la pena esforzarse, pero la inversión de tiempo es tan alta que si no te apasiona puede hacerte infeliz. Un médico tiene que estudiar siempre. Además, en España la valoración socioeconómica del médico no está a la altura de otros países y de lo que se merece. Pero reconozco que me hizo mucha ilusión.

-¿Su hijo estudia en la Universidad de Alcalá de Henares?
-No, en Pamplona. Si le digo la verdad, siento envidia.

-¿Tiene usted un buen recuerdo de su época de estudiante?
-Por supuesto.

-¿Se considera que está muy pendiente de él?
-No, creo en la libertad responsable. Obligar a hacer algo no ayuda. Uno tiene que ser libre de elegir lo que quiera, pero tiene que saber lo que quiere.

-¿Qué le gusta hacer en el poco tiempo que le queda libre?
-La familia, estar con mis hijos, charlar con ellos... me encanta hablar y comer, lo reconozco. Emplear el tiempo con los amigos. Mi familia intenta que haga deporte. Me han regalado una inscripción anual a un gimnasio, pero sólo he ido dos veces. Me cuesta. Me gusta el pádel, que es relativamente estático, juego con mi hijo de 23 años y sus amigos; el mejor juega conmigo para no moverme mucho.

-¿Le queda tiempo para hacer todo eso?
-Sí, lo intento. También me gusta leer y en los últimos años he descubierto un mundo apasionante en la jardinería. Con el golf no he tenido una buena relación, soy un poco torpe.

-¿Perezoso?
-Sólo para el deporte.

ORÍGENES GALLEGOS
Los orígenes gallegos de Melchor Álvarez de Mon se adivinan a lo largo de la entrevista, en especial al esquivar con gran maestría algunas de las preguntas, situación que resuelve gracias a su buen humor y a la simpatía que derrocha.

COMUNICACIÓN
Álvarez de Mon piensa que la medicina tiene que ser humana. No tratamos procesos, sino personas con todos sus problemas. Es clave cuidar a los familiares de los enfermos. La vida profesional le ha hecho darse cuenta de lo que sufre el entorno familiar del enfermo, un aspecto que a veces se olvida. La información a los familiares es muy importante, porque todos los factores influyen en el paciente; es uno de los temas más difíciles de la medicina. La comunicación con el enfermo requiere de un gran componente psicológico. Es por eso partidario de incluir este aspecto en los planes de estudio.

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