martes, 15 de junio de 2010

Salud, justicia, desarrollo, defensa (*)



Salud, justicia, desarrollo, defensa (*)
Por el Dr. Rodolfo Alberto Vincent (**)

Intentemos entender qué cosas hacen difícil un Sistema de Salud sustentable e integral en nuestro país.


SALUD:

Nos abruman diagnósticos antagónicos, que generan acciones agotadas en sí mismas y datos no fidedignos enarbolados para sostener dilemas, cuando en realidad sólo permiten decir que puede que sí, que no y que todo lo contrario.

Aturden consignas, eslóganes, arengas y diatribas. Entre los que apenas podemos discernir procesos indispensables y realidades necesarias. ¿Hay certeza de qué nos pasa en Salud?, o deberíamos decir como Ortega y Gasset: “Cuando no sabemos lo que nos pasa, eso es lo que nos pasa”.

Por tonto que parezca, el primer proceso para tener un Sistema de Salud es recuperar la palabra y sus sentidos, hoy un gris de noche y niebla que oculta las verdades esenciales con metáforas y sofismas, e instala un “como sí” ética y racionalmente inaceptable, pero moral y socialmente aceptado.

Decimos actuar en “el Sector Salud”: falso. La mayoría actuamos en “el sector enfermedad”. Salud es bien otra cosa. Y dentro del Sector Enfermedad, la consigna es el silencio. Desde el cartel de la enfermera hasta las consignas del proceso.
No hablamos de nuestros miedos, cansancio, dolor, sufrimiento, escepticismo, el “lamentable error” propio o del colega, las relaciones de vasallaje y los espacios de poder con capacidad de resistencia al cambio. Todo esto es “utópico”, lo que significa (utopos), que no tiene lugar, que no ha lugar.

Si esto subyace en el sistema, ¿qué herida, qué fractura de todas las que tiene no supura, cierra en falso u obliga a amputaciones periódicas?. “Esto” ocurre en la Nación, no en la República ni en el Estado. Es producto de la Sociedad, no de sus Poderes.

Voluntad y convicción social construyen las políticas positivas, la inversa, nunca.
Salud es un derecho humano, pero implica deberes. De cada persona, Sociedad y sus Instituciones, formales e informales. Del conjunto, operando procesos integrados y equilibrados, sostenidos en el tiempo.

El primer paso de toda curación es tomar conciencia de estar enfermo.

Nota 1: ¿nuestra Sociedad puede y quiere tomar esta conciencia. Puede, quiere y sabe integrarse, lograr los equilibrios indispensables y mantenerlos en el tiempo?

Si la Sociedad puede permitirse ignorar lo que no desconoce, es porque un ejército de hormigas obreras sostiene todos los días el sistema de atención de enfermedad, a costa de sí mismos cuando no hay más remedios.

La hipocresía social juega un papel central en esta obra de teatro cuyo guión escribe y manda protagonizar. Como el de los gobiernos que elige, los golpes de estado que reclama y luego repudia, la violencia y corrupción de cada acto cotidiano que justifica si son propios y de los que se escandaliza cuando son ajenos y no se le ocurrió perpetrar en su beneficio.

Nota 2: ¿para poseer un sólido Sistema de salud, nos despojaríamos de toda hipocresía?

JUSTICIA:

Al Sistema “de Salud” se lo judicializa. Las acciones de amparo preocupan porque generan costos a los perdidosos, por ninguna otra razón. No porque agotan recursos judiciales, no porque tratan de resolver por fuera lo que debió resolverse por dentro y generan prácticas defensivas consecuentes, agregando más costos evitables. Ni porque llegaron para reparar abusos reales que deberían ser explicitados y erradicados, ni porque se han transformado en abuso inverso.

El abuso denegatorio del derecho a acciones médicas y tratamientos, los abusos en investigaciones clínicas, la condena a poblaciones provinciales que tienen por siglos los peores indicadores de salud comparados con provincias similares del mismo país no son asumidos, reconocidos, analizados ni resueltos. Generan, entonces, la reacción inevitable, su contrarreacción y así hasta el infinito, obligando a crear y emitir una plétora de normas, disposiciones y leyes que en el mejor de los casos reequilibran la situación hasta el siguiente -e inmediato- desequilibrio y en el peor, son contradictorias.

Todo esto para que la Sociedad pueda seguir ignorando que es su deber tener la voluntad de decidir qué cubre y qué no la Seguridad Social, qué ampara y qué no en el sistema público, y cómo hacer para que la base de lo esencial se suministre igualitariamente según el carácter de necesidad y no de aportes o capacidad económica. Lo llaman “justicia distributiva”, Se trata de “justicia” a secas. Al sustantivo se lo adjetiva siempre para castrar su significado, para hacerlo nada, y nutrir la hipocresía.

Hace falta Justicia, qué duda cabe, y que nadie se le atreva. El Antiguo Testamento lo dice desde hace siglos: “Para que haya Paz debe haber Justicia, y para que haya Justicia debe haber Verdad”; “Justicia, Justicia perseguiréis”. Sin adjetivos, sin disculpas, sin sofismas.

La Justicia prevalecerá cuando la Sociedad se canse de abusarla y vivir sin ella. No antes. Y no se limita al sector Salud o Enfermedad, abarca todo el plexo social. ¿Es lógico pedirle Justicia a este sector cuando la sociedad es integral, básica y esencialmente injusta? Cuando se reclama un tratamiento, no se analiza si la falta de alimento en edad temprana, vivienda, trabajo, instalaciones sanitarias u oportunidades fueron causa de la enfermedad. Eso no se le somete al Juez. Nos conformamos con que nuestra Justicia ponga un parche aquí y allá.

Nota 3: ¿nuestra sociedad quiere dejar de abusar de la institución Justicia, asumir sus responsabilidades y tomar sus decisiones en el Parlamento y el Ejecutivo?

DESARROLLO y DEFENSA:

Lo que un país produce se mide por el Producto Bruto Interno, el conocidísimo PBI. Con qué lo produce?: con los años de vida productivos de sus habitantes, la calidad de su educación y sus capacidades de operación, nutridas de la calidad de vida. El ignoradísimo Producto Vital Interno.

Una población de 40 millones de habitantes con esperanza de vida de 70 años, dispone de 2.800 millones de años de vida de sus habitantes, de los cuales serán económicamente productivos un 50% = 1.400 millones. Si esa población tiene 17 millones de excluidos estará rechazando 1.140 millones = 570 millones productivos menos de PVI. Agréguese a esto lo marginal parcialmente productivo, enfermos y discapacitados, años de vida ajustados por no calidad, mortalidad infantil neonatal y de etapas subsiguientes, mortalidad materna en parto, endemias invalidantes como el Chagas, y se tendrá la carta pintada.

Los “excluidos”, tratando de sobrevivir –salvo pedirles que renuncien a eso también- generan contraculturas y contra-economías. Quien tenga experiencia en asistencia de refugiados sabe los costos siderales que se generan. En nuestro país, por ahora, esos costos -uno más de los datos “noche y niebla”- también figuran excluidos.

Miseria y exclusión son reservorio de enfermedades que reaparecen obstinadamente. Las instalaciones sanitarias, agua potable, cloacas, alimentación adecuada y suficiente, inmunizaciones, y oportunidades educativas de calidad, permiten a cada uno saber cómo, cuándo, por qué y para qué emplear el sistema de enfermedad y como asegurarse el de salud, qué reclamar y a quién, y qué decidir como mejor opción propia y para los suyos. Las brechas educativas generan lo contrario: una población condenada a ser tecnológicamente analfabeta, incapaz de usar elementos de comunicaciones u ordenadores, equipos y maquinarias digitales, o saber qué hacer con su salud, entre tantas otras consecuencias de su ignorancia.

Podemos discutir estas cosas con madurez, y evitar que parte de nuestra fuerza laboral potencial sea tecnológicamente analfabeta, no puedan defender su Nación y sean reservorio creciente de enfermedad y tensión individual sin canalización. O seguir diciendo que son problemas del “Sector Salud”, que siempre fue así, por los siglos de los siglos, Amén, y de cualquier modo… siempre amanecerá mañana.

* - Primer parte
** - Médico - Diplomado en Políticas de Salud (FLACSO, Ecuador) - Mgr. en Economía de la Salud y el Medicamento (Pompeu-Fabra, Barcelona). Socio de Cortesi-Vincent y Asociados, Consultores en Farma y Salud.
http://www.revistamedicos.com.ar/numero_actual/opinion_vincent.htm

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