jueves, 1 de julio de 2010

"Ser mujer en África es difícil, y ciega, más" - Diariomedico.com - ESPAÑA


Ascensión Pérez Ruiz
"Ser mujer en África es difícil, y ciega, más"

Soledad Valle - Jueves, 1 de Julio de 2010 - Actualizado a las 00:00h.

Ascensión Pérez Ruiz

Hace dos años que se inauguró el bloque quirúrgico que la Fundación Bangassou tiene en la República Centroafricana. Entonces, Ascensión Pérez Ruiz recibió una llamada para que preparara la primera campaña de oftalmólogos con destino al país africano. Fueron ella y su hijo Antonio Domingo, que tiene la misma especialidad médica. Realizaron 50 operaciones de cataratas en tres semanas y pasaron 303 consultas. Al año siguiente se fue con dos colegas del Complejo Hospitalario Ciudad de Jaén, Carmen Peña, oftalmóloga, y Carmen Hernández, ATS. Operaron de cataratas a 83 personas y pasaron consulta a más de 500. Este año, del 13 de septiembre al 12 de octubre, vuelve a Bangassou a seguir explorando los ojos de personas con miradas diferentes.

¿Con qué medios cuenta para trabajar?
-Tenemos el aparataje mínimo para graduar: oftalmoscopio, retinoscopio, un autorrefractómetro, lámparas de hendidura y tonómetro. Sólo con eso un oftalmólogo puede trabajar. Desde el punto de vista humano recibimos el apoyo de gente extraordinaria. Sor Julieta, una misionera que se encarga de llevar el Centro Terminal del Sida, también de la Fundación, nos ayuda a comunicarnos con la población. También hay otras personas que nos facilitan el trabajo en todo momento de manera altruista. El año pasado tuvimos un médico centroafricano, recién titulado, al que estuvimos enseñando cómo graduar la vista y otras nociones básicas de la especialidad.

¿Cuál es su labor principal en Bangassou?
-Tratar de diagnosticar cataratas y operar. Implantamos lentes intraoculares. También corregimos defectos de graduación y tratamos glaucomas, que hay bastantes. Llevamos dos maletas llenas de gafas.

¿Se encuentra con muchos casos irrecuperables?
-Vemos muchas infecciones cicatrizadas que han producido daños irreparables como córneas blancas. Recuerdo con tristeza el caso de una joven completamente ciega de 20 años que llegó a la consulta con su madre esperando poder ver. Tenía un glaucoma y el nervio óptico seco. No se podía hacer nada. Fue difícil explicar a su madre que su hija no iba a volver a ver. Ser mujer en África es difícil, y si además estás ciega, más todavía. La sociedad lo interpreta como un castigo divino.

Supongo que tendrá más recuerdos felices que tristes.
-Las operaciones de cataratas dan grandes alegrías, porque se hacen a personas que llevan sin ver a lo mejor años y llegan a la consulta con el bastón. Tras la operación aparecen con una sonrisa de oreja a oreja y tiran el bastón con gesto despectivo. La sonrisa de esas personas te marca.

¿Qué echa en falta desde el punto de vista profesional?
-Necesitamos más aparataje: un sistema de ecografía ocular y un láser YAG para empezar a hacer limpieza de la cápsula posterior del ojo, donde reposa la lentilla intraocular que implantamos. También necesitamos un microscopio, porque el que tenemos es muy viejo.

¿Qué se traería de la República Centroafricana?
-A tantos niños que atiendo y que tienen un futuro incierto en su país, que es uno de los más pobres del mundo. Cuando vengo de África intento aplicar la filosofía de allí, donde trabajan con menos ansiedad, con más paciencia. Traigo muchos proyectos que luego son difíciles de poner en práctica, porque aquí es imposible. El paciente es el primer impaciente y, al final, te dejas llevar.

¿Tiene todo preparado para irse?
-Sí, ya hemos solicitado el permiso al hospital, que nos concede trabajar un mes fuera.

¿Es la misma jornada laboral?
-En África trabajamos 12 horas al día. Nos obligan a descansar sábados y domingos. El objetivo es aprovechar el tiempo al máximo.

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