martes, 17 de mayo de 2011

Revisan un programa contra el dengue - lanacion.com  

Prevención / Mientras en Paraguay crece la epidemia
Revisan un programa contra el dengue
Un trabajo científico detectó limitaciones en las medidas y métodos puestos en práctica en la ciudad formoseña de Clorinda

Martes 17 de mayo de 2011 | Publicado en edición impresa.
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Gabriel Stekolschik
Para LA NACION


En setiembre de 2009, LA NACION dio a conocer un programa de control del dengue que, después de cinco años de esfuerzo sostenido, había logrado reducir a cero la transmisión de esa enfermedad en Clorinda.

La importancia de aquel trabajo cobra verdadera dimensión si se tiene en cuenta que esa ciudad formoseña de alrededor de sesenta mil habitantes, situada a cuatro kilómetros de la frontera con Paraguay, es uno de los tres mayores focos de riesgo de dengue de nuestro país, junto con Iguazú, en Misiones, y con Tartagal, en Salta.

Aquel exitoso programa de control, realizado entre 2003 y 2008 por iniciativa de la Fundación Mundo Sano, consistía en visitas casa por casa cada cuatro meses para dar información a sus habitantes y para buscar recipientes que pudieran acumular agua y servir de criaderos para el mosquito vector del dengue. Esos recipientes eran cuidadosamente inspeccionados para ver si había larvas de mosquitos y, cuando era posible, se los descartaba o se los daba vuelta para que no acumularan agua. Además, como en la gran mayoría de los patios de las casas acopian agua para consumo en tanques de 300 a 1000 litros, durante esas visitas cuatrimestrales se agregaba a estos depósitos un insecticida cuyo nombre genérico es Temefós.

Sin embargo, los investigadores que monitoreaban el funcionamiento del programa advirtieron que no se conseguía reducir la cantidad de larvas del mosquito a los niveles recomendados internacionalmente.

"Cuando comenzamos a hablar con los habitantes, advertimos dónde podía haber una debilidad en las acciones de control", revelan Ricardo Gürtler y Fernando Garelli, investigadores del Laboratorio de Eco-Epidemiología de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y del Conicet, quienes, junto con Manuel Espinosa y Diego Weinberg, de Mundo Sano, y María Trinelli del Inquimae (UBA/Conicet), firman el trabajo científico que se publicó en PLoS Neglected Tropical Diseases .

"La gente nos contaba que, debido a que el servicio de agua potable es irregular, aprovechan los momentos en que hay presión para recargar los tanques, entonces supusimos que ese procedimiento diluía el insecticida y, por lo tanto, reducía su efecto", comenta Garelli.

El Temefós se utiliza desde hace más de 40 años para eliminar las larvas del Aedes aegypti , mosquito vector del dengue. Y está suficientemente probado que su actividad larvicida perdura entre 8 y 12 semanas.

"Nosotros encontramos que, en promedio, la actividad del Temefós en los tanques duraba apenas dos a tres semanas. Como en algunos casos, la gente vuelca completamente el contenido de los tanques para renovar el agua, colocamos el larvicida dentro de bolsas de tipo zip lock para que no se perdiera. Pero, aún así, la actividad es baja luego de unas cinco semanas", informa Garelli.

"También comprobamos que en los tanques donde solamente se guarda agua de lluvia puede durar un poco más, porque hay dilución y eventual pérdida del insecticida sólo cuando llueve", añade. Según explican los investigadores, el 70% de los mosquitos de la ciudad se cría en estos tanques de agua.

Según Gürtler, aun cuando un programa resulte exitoso siempre puede tener fallas o limitaciones, por lo que, sostiene: "Es necesario el monitoreo permanente de la efectividad de las acciones por parte de los equipos de investigación y de los servicios de salud. Si no, se malgastan los recursos y no se resuelve el problema".

Después de 2008, el programa de control del dengue en Clorinda quedó en manos de las autoridades municipales y provinciales, que continúan agregando Temefós a los tanques de agua.

Entretanto, los científicos advierten que las prácticas de uso del agua por parte de la población son una respuesta de adaptación a la deficiente infraestructura de provisión de agua de red. "Muchos cuentan que tienen que llenar los tanques a las cuatro de la mañana porque es el único momento del día en que sale suficiente agua por la canilla", ilustra Garelli.

Por su parte, Gürtler afirma: "La menor efectividad del larvicida muy probablemente ocurra en muchas regiones y periferias urbanas con inadecuada provisión de agua".

LOS INVESTIGADORES
RICARDO GÜRTLER
Laboratorio de eco-epidemiologia, UBA

FERNANDO GARELLI
Laboratorio de eco-epidemiologia, UBA


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