jueves, 7 de julio de 2011

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Adiós al Avastin | Investigación | Blogs | elmundo.es | Salud: "Adiós al Avastin

07 JUL 2011 08:58

La semana pasada la Agencia del Medicamento Estadounidense (FDA) y su homóloga europea, la EMA, decidían por fin el futuro del que había sido considerado en su momento uno de los fármacos más prometedores de la nueva generación de tratamientos contra el cáncer de mama: el Avastin .

El tema se venía arrastrando desde hace más de un año, cuando empezaron a aparecer resultados que demostraban que no funcionaba tan bien como se creía y que sus efectos secundarios eran demasiado importantes. A finales del año pasado, tanto la FDA como la EMA propusieron que había que cambiar la normativa vigente y en febrero presentaron sus argumentos que ahora han formalizado.

El bevacizumab, que comercializa Genentech (desde 2009 forma parte de Roche) bajo el nombre de Avastin, es un compuesto que inhibe la formación de vasos sanguíneos. Como los tumores son masas de células que crecen sin ningún control, tienen requerimientos energéticos mucho mayores que los de un tejido normal. Llega un momento en que la sangre que reciben es insuficiente. Pero las células cancerosas han encontrado una solución: segregan unas sustancias que obligan al cuerpo a fabricar más vasos sanguíneos que las puedan alimentar, un proceso que se llama angiogénesis.

El Avastin es un anticuerpo que inhibe una proteína llamada VEGF, una de las que participa en este proceso de formación de vasos. A principios de siglo se depositaron muchas esperanzas en esta nueva familia de fármacos, los antiangiogénicos, y se creía que podían llegar a ser una cura universal contra todos los cánceres. La realidad es que, por motivos que aún no están muy claros, sus efectos son mucho menos espectaculares de lo que se preveía.

Hace sólo tres años, la FDA aprobó el Avastin para ser usado como tratamiento contra el cáncer de mama que había dado metástasis (esto es, en fases avanzadas). Ya entonces la decisión fue polémica, porqué algunos expertos indicaban que frenaba el crecimiento del tumor durante un tiempo, pero en realidad no prolongaba la esperanza de vida del paciente. La FDA decidió entonces no hacerles caso porque consideraba que había otros resultados que sí que eran relevantes, pero ahora se ha visto obligada a cambiar su punto de vista.

Esto es un golpe importante para Roche, ya que el Avastin es su producto estrella (representa el 13% de las ventas de la empresa) y los pacientes con cáncer de mama eran responsables de una sexta parte de los 6.000 millones de dólares anuales que producía el fármaco. Hay pues, motivaciones económicas suficientes para recurrir la decisión, por lo que seguramente aún oiremos hablar de este caso en los próximos meses.

¿Quiere decir esto que el Avastin no sirve para nada? No. Aún se utiliza en otros tipos de cáncer, como el glioblastoma, un tipo de tumor cerebral, o el cáncer de colon (aprobado en 2004). No cura ninguno de ellos pero puede mejorar un poco el pronóstico, lo cual ya es importante. De hecho, en estos momentos se está estudiando su uso en muchos otros. La resolución de la FDA simplemente concluye que no sirve para el cáncer de mama avanzado, pero no dice nada del resto. Como prueba de que los datos son confusos y no es fácil tomar una decisión, en Europa, la EMA aún mantiene su uso para estos tumores si va acompañado de otro fármaco, el paclitaxel.

¿Se va a prohibir entonces su uso en ciertos casos? No. Lo que va a pasar es que las mutuas americanas (y seguramente también las europeas y los sistemas sanitarios públicos) no van a cubrir el coste del tratamiento porque ahora tienen una buena excusa para no hacerlo. Pero cada uno es libre de pagárselo de su bolsillo. Aquí hay trampa, claro. Un tratamiento cuesta unos 90.000 dólares al año (30.000 euros en Europa), con lo cual poca gente podrá permitírselo. En la práctica, esto va a limitar seriamente el alcance del Avastin.

Uno podría pensar que una decisión así se recibiría con un cierto entusiasmo, porque significa que una farmacéutica dejará de ingresar millones por un producto que la FDA dice que, en ese contexto, es tan útil como un caramelo (y mucho más nocivo). Pero en cambio la noticia ha provocado airadas protestas por parte de grupos de enfermas de cáncer de mama que, en contra de lo que dicen los expertos, defienden su derecho a probar el Avastin. Sus manifestaciones delante de la sede de la FDA no parecen haber surgido efecto.

Esto ha generado un debate ético interesante. ¿Es justo dificultar el acceso al fármaco si puede ser que en alguna situación funcione? ¿Quién tiene razón, los enfermos o el gobierno? Podría ser que los dos.

Desde el punto de vista del sistema sanitario (sobre todo si es público), es difícil justificar el gasto que representa el Avastin cuando se ha comprobado que los beneficios generales en la población son prácticamente inexistentes. Pero hay que tener en cuenta que las estadísticas diluyen los casos en los que el Avastin podría realmente funcionar, aunque fuera por un período corto de tiempo. Para esta gente sí que valdría la pena. Dicho de otra manera, el estado no se puede permitir sufragar un fármaco tan caro si sólo va a tener un cierto efecto en una persona entre un millón (por decir un número). Pero claro, a esa persona afortunada, el Avastin le podría cambiar la vida.

¿Cuál es la solución? Fácil, al menos sobre el papel: identificar si existe ese paciente entre un millón y darle todo el Avastin que necesite. O sea, el tratamiento personalizado, que es hacia donde avanza cada vez más rápido la medicina del siglo XXI .

La idea es hacer estudios genéticos que nos permitan predecir quien va a responder favorablemente a un fármaco y quién no. Esto es factible en cada vez más casos, y quizá el Avastin podría algún día ser uno de ellos.

El problema, por desgracia, es que la medicina personalizada aún es demasiado cara y compleja como para usarla de forma rutinaria. De momento parece que hay pocas esperanzas para los que quieran seguir usando Avastin para tratar su cáncer de mama y no tengan el dinero para pagárselo, a menos que Roche pueda presentar datos más convincentes.

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