miércoles, 20 de julio de 2011

La prevención está fallando porque la población no se siente vulnerable - DiarioMedico.com

La prevención está fallando porque la población no se siente vulnerable - DiarioMedico.com: "mala prevención de enfermedad cardiovascular
La prevención está fallando porque la población no se siente vulnerable

Si no se toman las medidas adecuadas se pasará de la enfermedad coronaria a la cerebrovascular. Según Valentín Fuster, hay que empezar a mentalizarse de que hablar del corazón es hablar del cerebro, y al revés. Por eso, reclama para que las medidas preventivas se inicien en las primeras etapas de la vida, no cuando se llega a la edad adulta
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Santiago Rego. Santander | 20/07/2011 00:00


Valentín Fuster, en el Palacio de la Magdalena, en Santander.


* Valentín Fuster

Valentín Fuster (Barcelona, 1943) resulta elegante incluso a todas horas y ha logrado que no se vea raro a un destacado cardiólogo y científico que vive a caballo entre Nueva York y Madrid. Y ello a pesar de que apenas sonríe. Está feliz en el Palacio de la Magdalena, que conoció de estudiante gracias a una modesta beca hace casi cincuenta años. Ahora, en cambio, dirige esta semana en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) el curso magistral más numeroso de cada verano, en donde abundan, sobre todo, residentes de Cardiología, que ven cómo el maestro enseña su magisterio por encima de cualquier pose y sin dar importancia a sus dos altos cargos: director general del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) y director del Instituto Cardiovascular del Mount Sinai, en Nueva York.

* En la juventud debemos motivar a la gente joven, y no lo estamos haciendo; de los 30 a los 60 años hay que tener un estilo de vida más saludable

En 1996, cuando fue galardonado con el Príncipe de Asturias, ya dejó claro que o los médicos fomentaban más el autocuidado de la salud o de nada serviría el dinero gastado en las campañas preventivas. ¿Están fallando esas campañas?


-El ser humano, principalmente cuando es joven, no tiene sentido de vulnerabilidad, y de ahí que haya que insistir en la enseñanza desde niños para que se den cuenta de que la salud es una prioridad. El problema es que las organizaciones con influencia en temas de salud no están dialogando correctamente, y de ahí la epidemia cardiovascular que está viniendo. Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud no tiene ni un dólar, pero sí una gran influencia para cambiar las cosas. En cambio, el Banco Mundial tiene mucho dinero. Debe haber una interacción y comunicación entre todos.

El panorama que dibuja con tinta negra no parece muy halagüeño…
-Es que el adulto no cambia, y si lo hace es bajo presión o por influencia de la ley, y que no me cuenten otra historia porque es así. La población ha de cambiar su conducta, y hay que empezar de niño. En la juventud debemos motivar a la gente joven, y no lo estamos haciendo; en la edad media, de los 30 a los 60 años, hay que tener un estilo de vida más saludable que nunca y ser conscientes para llegar a una edad avanzada donde, a mi juicio, cristaliza verdaderamente el concepto de la vida de una persona, desde el punto de vista de razonamiento mental, de prioridades y de sentido emocional.

* Tras mostrar sus arterias obstruidas a cien individuos, concluyeron diciendo: 'Esto es cosa de los científicos'. Somos resistentes

¿El problema radica entonces en que estamos en una sociedad que muy difícilmente nos ayuda a alcanzar estos fines?


-Mire, en los últimos tres años he dirigido un estudio a 7.000 personas de Florida y Chicago que no habían tenido nunca un accidente vascular, coronario o cerebral, para tratar de identificar quién tendría la enfermedad y sufriría el infarto, y averiguar cómo llegar a una tecnología barata y no invasiva que incluso los países de economía baja puedan utilizar. La duda era: si le demuestro que sus arterias están obstruidas, ¿cambiará su estilo de vida?

¿Y que respondían los afectados?
-Quizás le sorprenda, pero tras mostrar sus arterias obstruidas a cien individuos, concluyeron diciendo 'esto es cosa de los científicos'. Es decir, somos completamente resistentes, incluso cuando demostramos que la cosa no funciona.

* Si uno tiene 70 años y es activo mentalmente, tiene la obligación de ayudar y ser útil. Esto es lo que yo llamo no retirarse, sino ser efectivo y vivir feliz

Le he escuchado en el aula decir a los alumnos que el 25 por ciento de los enfermos que ve tienen una enfermedad cardiovascular compleja, sobre todo coronaria o cerebrovascular. Es una cifra preocupante...


-Desde luego, y el problema es que vamos a pasar de la enfermedad coronaria, en este caso compleja, a la enfermedad cerebrovascular. Del corazón al cerebro, dos órganos aparentemente distantes que, en realidad, no lo son tanto, al estar conectados por las arterias. Tenemos que empezar a mentalizarnos de que hablar de corazón es hablar de cerebro, y al revés. No pretendo crear ninguna situación de pánico, pero se ha de empezar por el pánico para llegar a la salud.

¿Cómo es posible haber llegado a ese estado de una manera silenciosa?

-La respuesta es fácil: el 95 por ciento de estos pacientes tienen al menos dos o tres factores de riesgo, principalmente sobrepeso, tensión arterial y tabaquismo o colesterol. El problema es que no lo han aceptado o no han cambiado su estilo de vida. No es una enfermedad silenciosa, pues se puede predecir cuál va a ser el problema un día u otro. La reacción rápida es poner un stent o hacer cirugía coronaria, el bypass. Ésta es la solución fácil, pero económicamente insostenible; lo complicado es prevenir. Aquí está la complejidad: no estamos previniendo, sino tratando cuando la enfermedad ya se ha presentado.

Da la impresión de que, además de dinero para investigación, hace falta una apuesta decidida por la educación del individuo sobre su salud…


-Siempre digo que la solución parece simple: cambiar la conducta, hacer ejercicio, dejar el tabaco, comer mejor..., pero la sociedad no acepta esto. Es más, en Europa de los que han tenidoun infarto, al cabo de un año el 50 por ciento ya no toma las tres medicaciones que debería, incluso encontrándose bien. Tenemos que envejecer teniendo ganas de actividad. Si uno tiene 70 años y es activo mentalmente, tiene la obligación de ayudar y ser útil a su sociedad, en su entorno. Esto es lo que yo llamo no retirarse, sino ser efectivo y vivir feliz.

¿Podemos acabar con algún mensaje de esperanza o cerramos los ojos ante la cruda realidad?


-Sigo siendo optimista, por supuesto, y más aquí, en Santander, rodeado de tantos alumnos jóvenes. Para mí, la juventud es la clave. El 65 por ciento de los españoles de menos de 25 años no tienen confianza en su alrededor, pero sí cierta confianza en los padres. Creo que hemos perdido los valores, y debemos ayudar a los jóvenes a enfocar su talento. El mundo se mueve tan rápido que todos necesitamos ayuda. Por eso hablo de las cuatro T: tiempo para reflexionar, talento a descubrir, transmitir actitudes positivas y tutelar a la gente joven. Ellos son los que pueden cambiar el mundo, porque son apasionados, pero no les estamos infundiendo ninguna de esas cuatro T.

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