martes, 26 de julio de 2011

La quimioterapia pierde eficacia como tratamiento habitual de la Leishmaniasis, pero existe una nueva alternativa

Foto 1: Dr Luis Rivas y Dr Juan Román Luque-Ortega

Investigadores españoles encuentran cómo funciona una nueva alternativa a la progresiva pérdida de eficacia de la quimioterapia como tratamiento habitual de la Leishmaniasis

La quimioterapia, el único medio de tratar actualmente la Leishmaniasis, sufre un deterioro creciente de su eficacia. Entre las causas, la progresiva resistencia del parásito al tratamiento considerado hasta hace poco de primera elección (antimoniales orgánicos) o la teratogenicidad (producción de malformaciones en los fetos) de otro de los quimioterápicos (miltefosina) que limita la población susceptible de recibir tratamiento al excluir niños y mujeres en edad fértil. El alto coste de un tercer tratamiento habitual (anfotericina liposomal) es otro factor a tener en cuenta y más tratándose de una enfermedad cuya mayor incidencia se sitúa en países con bajo nivel adquisitivo, siendo muy escaso el interés de las empresas farmacéuticas por desarrollar tratamientos que se puedan comercializar en dichos países.
Foto 2: Dr Francisco Gamarro

La solución parece haberse encontrado en conocer cómo actúa la sitamaquina aplicada a la Leishmaniasis. El parásito no parece ofrecer resistencia, el compuesto se administra por vía oral, no es necesaria la hospitalización del paciente y por tanto se reducen considerablemente los costes del tratamiento. El hallazgo, publicado en el último número de la Revista Científica Antimicrobial Agents Chemotherapy, es obra de dos Grupos de Investigación de la Red de Investigación de Enfermedades Tropicales (RICET) perteneciente al Instituto de Salud Carlos III del Ministerio de Ciencia e Innovación, liderados por los doctores Luis Rivas del Centro de Investigaciones Biológicas (CSIC, Madrid) y Francisco Gamarro del Instituto de Parasitología López-Neyra (CSIC, Granada).

La Leishmaniasis es una de las enfermedades olvidadas y comprende el conjunto de infecciones causadas por las diferentes especies del protozoo parásito Leishmania, con 88 países en riesgo y un total de 12 millones de personas afectadas en todo el mundo. Todos los países ribereños del Mediterráneo son zonas endémicas. En España la incidencia humana es alrededor de 150 casos anuales que cursan con hospitalización, aunque la tasa de infección subclínica se sospecha supera con creces las citadas cifras. La presentación de la enfermedad es insidiosa y en pocas semanas se padecen infecciones recurrentes que hacen de la leishmaniasis una asesina silente. Los perros, que actúan como reservorio de la enfermedad, poseen una incidencia de infección muy superior.

El éxito de la sitamaquina, según han descubierto los investigadores de la RICET, radica en que actúa en la mitocondria, más exactamente en el proceso de generación de ATP, la moneda energética más corriente en los seres vivos. La sitamaquina provoca la inhibición de la respiración del parásito, lo que conduce a que el oxígeno consumido en vez de invertirse en producir ATP, genere otros metabolitos oxidantes que conducen a la muerte del parásito.

Aunque la administración generalizada de sitamaquina todavía está en proyecto, en el laboratorio se ha observado que los niveles de resistencia del parásito son muy inferiores a los de otros fármacos utilizados para combatir la leishmaniasis, lo que representa una ventaja sustancial a la hora de luchar contra el principal talón de Aquiles actual en el tratamiento de las enfermedades parasitarias, la aparición de resistencias a las mismas.

El principal inconveniente de la utilización de sitamaquina es la producción de metahemoglobina, que disminuye la capacidad de transporte de oxígeno por la sangre, pudiendo originar cierto grado de debilidad y leve dificultad respiratoria. Sin embargo, la producción de metahemoglobina disminuye considerablemente y con ello sus posibles efectos colaterales por la utilización de otro compuesto utilizado hasta ahora como antimalárico, la tafenoquina, cuyo modo de acción también en la respiración del parásito fue descrito por los investigadores de la RICET.

Este trabajo de la RICET es un ejemplo de cómo la investigación del laboratorio puede acabar siendo aplicada de forma real a los pacientes, lo que actualmente se conoce como investigación traslacional. Además abre una puerta a todo un futuro basado en el diseño de nuevas alternativas terapéuticas para las leishmaniasis, nuevos compuestos con mejor actividad y especificidad, disminución de la incidencia de resistencias y nuevas combinaciones terapéuticas.

Enfermedades tropicales olvidadas e importadas

Las enfermedades infecciosas son la segunda causa de morbi-mortalidad en el mundo y la primera en los países menos avanzados. Además, estas enfermedades, conocidas como enfermedades tropicales, la mayoría parasitarias, son causa de pobreza y subdesarrollo en estos países.

El gasto mundial en investigación de salud se ha incrementado sustancialmente en los últimos años, pasando de los 30 billones de dólares americanos en 1986, a los 105,9 actuales. La paradoja está en que el 90% de este dinero se gasta en problemas de salud que afectan a menos de un 10% de la población mundial.

El Programa de Investigación en Enfermedades Tropicales (TDR) de la OMS tiene catalogadas ocho enfermedades prioritarias que carecen de interés para la industria farmacéutica, por lo que no invierten en su investigación: paludismo o malaria, tripanosomiasis (africana o Enfermedad del Sueño y americana o Enfermedad de Chagas), esquistosomiasis, leishmaniasis, filariosis, lepra y – desde el año 2000- tuberculosis y dengue.

Qué es la RICET

La Red de Investigación Cooperativa de Enfermedades Tropicales (RICET) perteneciente al Instituto de Salud Carlos III del Ministerio de Ciencia e Innovación, está integrada por más de 180 investigadores de 21 grupos investigadores españoles de excelencia en enfermedades tropicales olvidadas e importadas que trabajan interconectados compartiendo sus avances científicos, intercambiado recursos, conocimientos y personal científico. Cada año se someten a una rigurosa evaluación basada en criterios exclusivamente científicos de la que depende su permanencia en la red. Mejorar el diagnóstico, buscar nuevas fórmulas terapéuticas como en el desarrollo de nuevas vacunas o estudiar y recomendar medidas de control, son algunos de los objetivos de la RICET, que se conforma como una estructura no sólo investigadora, sino además asesora en materia de enfermedades tropicales, tanto a instituciones y organismos nacionales como internacionales.

Referencia bibliográfica:

Carvalho L, Luque-Ortega JR, López-Martín C, Castanys S, Rivas L, Gamarro F. The 8-aminoquinoline analogue sitamaquine causes oxidative stress in Leishmania donovani promastigotes by targeting succinate dehydrogenase. Antimicrob Agents Chemother. 2011 Jun 13. [Epub ahead of print] PubMed PMID: 21670183. doi:10.1128/AAC.00520-11

Foto 3: Leishmania vista por fluorescencia



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