viernes, 8 de julio de 2011

OMS | Para reducir las muertes, el Brasil se centra en la conducción bajo los efectos del alcohol

OMS | Para reducir las muertes, el Brasil se centra en la conducción bajo los efectos del alcohol: "Para reducir las muertes, el Brasil se centra en la conducción bajo los efectos del alcohol
A pesar de una larga dedicación a mejorar la seguridad vial, las numerosas iniciativas del Brasil se han topado con un cumplimiento escaso de la ley. Nuevas leyes más estrictas y una vigilancia aún más rigurosa auguran un nuevo comienzo. Informe de Claudia Jurberg


Boletín de la Organización Mundial de la Salud 2011;89:474–475. doi:10.2471/BLT.11.020711

Jonas Licurgo Ferreira estaba borracho la noche que chocó su coche. Este hombre de 41 años residente en Río de Janeiro había estado bebiendo muchísimo con un soldado amigo suyo que jugueteaba con una pistola dentro del coche cuando se produjo el choque. Se estrellaron contra un poste, la pistola se disparó y la bala fue a alojarse en la columna vertebral de Ferreira. «Una bala me dejó parapléjico», dice. Pero sabe que la causa verdadera del daño fue el alcohol. «Si no hubiéramos bebido tanto, mi amigo no se habría puesto a jugar con la pistola y yo no habría chocado contra el poste.»

Ferreira es tan solo una de las 600 000 personas involucradas cada año en accidentes automovilísticos en las carreteras del Brasil que viven para contarlo. Otras 40 000 no corren con la misma suerte. El Brasil, quinto lugar en el mundo por el número de habitantes, ocupa esa misma posición por la tasa anual de mortalidad por accidentes de tránsito con 18 defunciones por 100 000 habitantes, según la OMS.
Bruno Macchiute

En febrero de 2011, el Ministerio de Justicia del Brasil, con la colaboración del Instituto Sangari, puso en marcha un sistema de vigilancia de los accidentes automovilísticos, una organización sin fines de lucro. El sistema permitió constatar que entre 1998 y 2008 el número de muertes por accidentes viales en el país había aumentado un 20% (de 31 000 a 39 000). Por si no bastara con ese aumento tan pronunciado, se descubrieron otras tendencias más alarmante, sobre todo un aumento al cuádruplo de las muertes de ciclistas y a más del séptuplo de las de motociclistas hasta llegar a casi 9000 en 2008. Las principales víctimas eran adolescentes.

Aparte del precio que se paga en sufrimiento humano, discapacidad y muerte, los accidentes automovilísticos le cuestan al Brasil aproximadamente US$ 32 000 millones al año, según el Instituto de Investigación Económica Aplicada. El doctor Otaliba Libânio, director del Departamento de la Situación Sanitaria del Ministerio de Salud, dice que el elevado tributo que se cobran los traumatismos y las defunciones causados por accidentes de tránsito ha sido por mucho tiempo un motivo de grave preocupación y que desde 2001 se han emprendido varias iniciativas federales, estatales y municipales para cambiar la situación.

Dos problemas fundamentales han obstaculizado el progreso en esta esfera: la aplicación insuficiente de las leyes en vigor y las actitudes arraigadas con relación al consumo de bebidas alcohólicas, en particular la conducción bajo los efectos del alcohol, aunque esto puede estar cambiando. Los brasileños son muy amigos de la juerga, y las bebidas alcohólicas —una parte importante de esta cultura festiva— son baratas y se las consigue en todas partes, incluso en las gasolineras (en carreteras estatales y municipales y en las calles urbanas, pero no en las autopistas federales). En los últimos años, algunas de las cifras récord de muertes y traumatismos por accidentes de tránsito se han producido durante el famoso carnaval brasileño.

Para hacer frente a los dos problemas mencionados, el gobierno impuso una nueva legislación en 2008. Ahora, según la Ley seca, conducir con una alcoholemia de 6 decigramos por litro o mayor constituye un delito. La pena para los infractores es de seis meses a tres años de cárcel, pero también se aplican multas y retiro de la licencia de conducir. Según se aplica actualmente, la ley es incluso más severa, pues el límite se fija en 2 decigramos, muy por debajo de las mejores prácticas internacionales, que señalan un límite de alcoholemia inferior a los 5 decigramos por litro. «El Brasil es uno de los pocos países que han ido más allá del límite de alcoholemia recomendado y han instituido un límite más estricto para la población en general», comenta la señora Alison Harvey, experta en seguridad vial en la Organización Mundial de la Salud. «Es un signo de que la conducción bajo los efectos del alcohol es un problema importante que se toma muy en serio.»

Hasta qué punto llega esa seriedad lo demuestra el decreto presidencial de 2008, el cual propugnaba que no se tolerase en absoluto la presencia de alcohol en el torrente sanguíneo mientras se conduce un vehículo, idea que no se concretó por razones prácticas. «Propugnar la tolerancia nula transmite un mensaje útil, pero en la práctica los límites de alcoholemia del orden de 0,0 pueden resultar difíciles de determinar porque dicha concentración se mide con alcoholímetros de aliento», explica la señora Harvey. Una persona que no ha ingerido bebidas alcohólicas puede dar positivo debido a la presencia en el aliento de una escasa concentración de alcohol o compuestos semejantes por diversos motivos, como el uso de un colutorio de base alcohólica o la ingestión de chocolates con licor. Es necesario tener un margen de tolerancia para no acusar injustamente a algunos conductores.

Ahora bien, sancionar una ley es una cosa; aplicarla es otra cosa distinta. Si bien todas las jurisdicciones del Brasil la han aceptado, solo dos la hacen cumplir celosamente, según el doctor Libânio. Una de ellas es el estado de Río de Janeiro, bajo la forma de la Operación Ley Seca, y la otra es Brasilia, la capital federal.
Bruno Macchiute

«Se han salvado miles de vidas desde que empezamos», declara el comandante Marco Andrade, coordinador general de la Operación Ley Seca en Río de Janeiro. Desde la entrada en vigor de la ley en 2008, los datos del Ministerio de Salud revelan una disminución del 32% en las muertes por accidentes de tránsito en el estado, por comparación con un descenso de tan solo un 6,2% durante el mismo periodo en estados donde la Ley seca no se ha aplicado plenamente.

La Operación Ley Seca se fía más que todo de la acción directa. Día tras día, una fuerza de 140 agentes de la ley montan tiendas de campaña e izan enormes globos con el logotipo de la Operación a la orilla de las carreteras principales del estado de Río de Janeiro y detienen automóviles al azar, verifican los documentos y efectúan pruebas del aliento con el alcoholímetro.

Si un conductor se niega a someterse al análisis, recibe una multa de aproximadamente US$ 600. Además, su coche es incautado en el acto, a menos que un pariente o amigo venga a recogerlo. Los conductores con una alcoholemia superior a los 3,2 decigramos por litro quedan detenidos y no pueden solicitar la libertad bajo fianza hasta el día siguiente. Si no pueden reunir el dinero de la fianza, pueden permanecer tras las rejas varias semanas hasta que pueden comparecer ante un tribunal.

Uno de los agentes es precisamente Jonas Licurgo Ferreira. Después del accidente, la novia lo dejó. «Intenté suicidarme. Me parecía que era la única persona en silla de ruedas sobre la tierra. El deporte me salvó la vida», comenta. Gracias al basquetbol, se recuperó mentalmente y ahora quiere competir en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro en 2016.

En 2009, Jonas fue una de las primeras personas que hacen campaña en silla de ruedas y comenzó a trabajar como agente de en la Operación Ley Seca. «En el pasado intenté quitarme la vida», comenta Jonas. «Ahora estoy aquí, salvando la vida de otras personas.»

Según el comandante Andrade, en los dos años últimos sus equipos han inspeccionado casi 500 000 vehículos, más de 25 000 por mes. Se impusieron multas a unos 83 000 conductores y a unos 36 000 de ellos se les retiró la licencia de conducir. Más de 1500 conductores fueron detenidos. Si se tienen en cuenta los cinco millones de vehículos que circulan por todo el estado (sin contar los 1,2 millones que hay en la capital, Brasilia), aún falta mucho camino que recorrer. El comandante Andrade es el primero en admitir que sus recursos son limitados. La Policía de Tránsito del Estado de Río de Janeiro también está ayudando y colabora con los agentes de la Operación Ley Seca durante los días festivos.

Por fortuna, no está trabajando solo y en los próximos años se emprenderán en otros estados iniciativas del tipo de la Operación Ley Seca. El Brasil es uno de los países incluidos en el proyecto de Seguridad Vial en 10 Países (RS10 en inglés), que se ejecutará a lo largo de cinco años por un consorcio de seis asociados internacionales, coordinado por la OMS y financiado por Bloomberg Philanthropies.

Cada uno de los países que participan en el proyecto escogieron dos factores de riesgo en los que desean concentrarse. El Brasil optó por la reducción de la conducción bajo los efectos del alcohol y la moderación de la velocidad. Los sitios donde se ejecutará el proyecto son las capitales estatales en cada una de las cinco regiones geográficas principales del país.

Cuando el proyecto RS10 comenzó en el Brasil en junio de 2010, se le puso el mismo nombre de una iniciativa de seguridad vial que ya existía, el Proyecto Vida en el Tránsito, para subrayar la idea de mejorar la calidad de vida en general, en vez de limitarse a solo dos factores de riesgo.

Una parte importante del Proyecto Vida en el Tránsito es mejorar los datos sobre accidentes automovilísticos que pueden servir de base para diseñar campañas de seguridad vial. Otro elemento importante es la educación porque —incluso si se llevan a cabo operativos policiales más grandes de seguridad vial en las carreteras— iniciativas como la Operación Ley Seca nunca bastarán para recopilar las estadísticas de muertes y traumatismos por accidentes de tránsito. Por un lado, las personas, especialmente los jóvenes tan duchos con las nuevas tecnologías, están encontrando formas de evadir la ley; por ejemplo, usan las redes sociales mediante Twitter para alertar a otros conductores sobre los lugares donde hay operativos policiales en una noche determinada. Pero la presencia policial en las calles envía un mensaje y el comandante Andrade subraya que estos agentes salen a cumplir con su deber sin importar el tiempo que haga. «Los ciudadanos tienen que saber que los operativos pueden producirse cada día de la semana», afirma.

Para cambiar las estadísticas, sin embargo, es imprescindible modificar también las actitudes. El comandante Andrade lo entiende así y por ello envía a sus agentes a la comunidad a dar charlas en escuelas y universidades acerca de la conducción bajo los efectos del alcohol y de la prevención de los accidentes de tránsito. También visitan bares, restaurantes y centros nocturnos para alertar a los jóvenes de los peligros de conducir bajo los efectos del alcohol y del exceso de velocidad, con el fin de conseguir el apoyo de la población.

Hasta ahora el método parece estar funcionando en el estado de Río de Janeiro. Según el comandante Andrade, el programa tiene un gran respaldo del público y el comportamiento está cambiando. «Ahora, cuando la gente quiere salir a tomar unas copas utiliza el transporte público.»

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