lunes, 8 de septiembre de 2014

Los comités de ética asistencial pierden fuelle - DiarioMedico.com

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MEJORAR LA LEGITIMACIÓN DE LOS CEA

Los comités de ética asistencial pierden fuelle

Un informe específico del Comité de Bioética de Cataluña insta a mejorar su legitimación. A menudo se han creado únicamente para cumplir con un requerimiento administrativo. Su fuerza depende de las personas que los integran y del apoyo de profesionales y direcciones de los centros.
Carmen Fernández. Barcelona | carmenfer@diariomedico.com   |  08/09/2014 00:00
  

Es necesario mejorar la legitimación de los comités de ética asistencial (CEA), afirma el Comité de Bioética de Cataluña en un informe sobre estos órganos asesores de centros sanitarios. "Lo primero es demostrar tanto a los profesionales como a los ciudadanos la utilidad que tienen como espacios donde deliberar sobre las controversias éticas que cada día son más frecuentes en la atención a las personas. Por eso, aparte de mejorar el método de diálogo y reflexión, también resulta imprescindible el diseño, la promoción y la evaluación de estrategias e indicadores de calidad propios de su actividad", manifiesta el comité autonómico.
Parte de la base de que no es indicativo de calidad ética el hecho de que un centro sanitaria tenga un CEA: "No ha sido infrecuente, en algunas instituciones, que la acreditación haya impulsado la creación de un CEA y la elaboración de un código de ética como necesidad para cumplir con un requerimiento administrativo, y no como una necesidad sentida por los profesionales y por la dinámica de las instituciones".
  • Los CEA tienen tres funciones básicas: la formación ética de sus miembros y de los profesionales del centro, el análisis de casos y la elaboración de informes
Los CEA (en los hospitales también hay comités éticos de investigación clínica o ensayos clínicos) tienen tres funciones básicas: la formación ética de sus miembros y de los profesionales del centro, el análisis de casos clínicos problemáticos y la elaboración de informes para orientar a los profesionales, pacientes o familiares que lo soliciten y dar directrices sobre temas relacionados con la política sanitaria del centro. Se excluyen de sus funciones el amparo jurídico de los profesionales y el juicio sobre su conducta ética, sustituir la toma de decisiones de otros y el análisis de problemas socioeconómicos, según información de la Asociación Catalana de Estudios Bioéticos.
En Cataluña se creó en 1976 el primer CEA de España (Hospital Materno Infantil de San Juan de Dios de Esplugas, en Barcelona), y a partir de ahí se fue extendiendo la iniciativa como una mancha de aceite por la geografía nacional. Este año, en diciembre, también se cumplen veinte años de la norma reguladora de este tipo de comités en Cataluña, que fue una iniciativa pionera en Europa.
Sindrome de retraso
El Grupo de trabajo sobre calidad de los CEA, del Comité de Bioética de Cataluña, coordinado por Pablo Hernando, del Hospital Parc Taulí, de Sabadell, se suma a la idea (procedente de Estados Unidos) de que los CEA sufren hoy un síndrome de retraso en el crecimiento y por ello recomienda, en primer lugar, incluirlos en las estructuras de calidad de los centros y que los que, por tamaño, no puedan disponer de uno se vinculen al de otra u otras instituciones.
  • El Comité de Bioética de Cataluña propone abrirlos a la ciudadanía porque hasta ahora han estado centrados en los profesionales y, por ello, son grandes desconocidos
También sugiere evaluar la situación de los actuales comités, reconocer la función de la formación como primordial entre las funciones de los comités, cuidar la cuestión del liderazgo del grupo -"no es un tema intrascendente"-, abrir su actividad a la ciudadanía -"han estado muy centrados en su actuación hacia los profesionales y son grandes desconocidos"- y permitir que participen en problemas éticos relativos a la distribución de recursos que tengan trascendencia en la asistencia directa a los pacientes.
También aconseja establecer el trabajo en red de los diferentes CEA, para que puedan conocer y aprovechar conclusiones sobre situaciones parecidas. En última instancia, apunta la necesidad de descentralización de las actividades de los CEA especialmente en instituciones muy grandes: "Es una estrategia que hay que valorar en cada caso, ya que puede facilitar las funciones propias de estos órganos".
Rogelio Altisent, presidente del Comité de Bioética de Aragón, una de las últimas comunidades en regular los CEA (mayo de 2013), explica que es importante que haya unos indicadores de calidad de estos órganos, de igual manera que los hay para los servicios clínicos; "para que no sean grupos de amigos que se reúnen sin más", declara el experto, que presidió la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial y es coautor de tres artículos sobre los CEA publicados recientementen en The American Journal of 
Bioethics.
A su juicio, estos comités tienen que tener un lugar en los organigramas de los centros sanitarios, porque "la decisión ética está en la medula de la calidad asistencial; esta reflexión no es nacional sino mundial. Y hay que darles a sus miembros rango de alto perfil, con formación y con tiempo para desarrollar la labor".
¿Se consulta mucho a los CEA? "Poco, y este es un problema que se da en todo el mundo", manifiesta. Entre las causas cita que hay un divorcio entre el interés de los CEA y el de las instituciones y los profesionales. "Muchos comités se miran el ombligo y los profesionales no acaban de entender para qué sirven y, por tanto, no acuden a consultarles", apunta. Considera que los CEA tienen que investigar qué ocurre en sus instituciones y qué problemas tienen las diferentes especialidades. En su opinión, los comités que mejor funcionan están muy vinculados a personas que son líderes dentro de la institución y que cuentan con mucho apoyo.
Marc Antoni Broggi, cirujano y presidente del Comité de Bioética de Cataluña, asevera que los CEA han hecho una gran labor incorporando a los centros conceptos y valores de respeto al enfermo (consentimiento informado) que hoy están generalizados, y elaborando informes y protocolos de gran utilidad en clínica. "Su aportación es mucho más importante de lo que parece, y la presentación de casos por parte de los clínicos ha ido aumentando". Broggi defiende que los miembros de CEA sean profesionales con experiencia "a pie de cama" y con buena relación con sus compañeros; "que no quieran darles lecciones, ni ser policías morales".

¿Qué es mejor: un CEA o un único asesor muy accesible?

a pregunta es tan relevante que a ella responden de manera diferente Europa y Estados Unidos (allí, además, la bioética es una carrera). El bioético Rogelio Altisent explica que en Estados Unidos es frecuente la figura del consultor de ética. "Aquí no nos gusta, pero en la práctica es una figura necesaria porque a veces cuesta presentar determinados casos ante todo un comité y por escrito.
Un jefe de servicio no necesita consultar a nadie por definición, y menos a un comité, dicen algunos", afirma Altisent, que prepara para los días 20 y 21 de noviembre el I Simposio de Comités de Ética de Aragón. El también bioético Marc Antoni Broggi no comparte esa visión: "Los profesionales pueden presentar un caso al comité a través de uno de sus miembros. El profesional así no tiene tanta sensación de que se le está examinando". Y recuerda que los dictámenes del CEA son una gran ayuda y orientación para los clínicos en casos complejos. "Esos casos se estudian igual que en sesiones clínicas", señala.

"La calidad y la evaluación son las asignaturas pendientes de los CEA"

El comité de ética asistencial (CEA) de un hospital debería trabajar de forma conjunta con el departamento de calidad, ya que "la ética está directamente relacionada con los resultados que se ofrecen a los pacientes", según opina José Ramón González-Juanatey, jefe del Servicio de Cardiología y de la Unidad Coronaria del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS).
Evaluar los procesos
A su juicio, actualmente en la mayoría de los casos los CEA se limitan a evaluar casos individuales, mientras que "su labor se debería extender a garantizar la calidad general no sólo en términos de resultados clínicos o mortalidad -que también- sino mediante el análisis de cómo están organizados los procesos dentro del hospital. Valorar si se consumen recursos innecesarios o si hay otros que se necesitarían y no están disponibles".
Además, considera que es muy importante que los resultados de dichos estudios se trasladen a los clínicos de forma periódica y que se establezca un debate abierto entre los profesionales y así poder lograr la mejora de los procesos. Además, es fundamental que se establezcan referencias de los diferentes indicadores para poder detectar las áreas en las que se tiene que mejorar y saber en cuáles es excelente y se puede exportar la experiencia. "Esto, yo creo que es la asignatura pendiente de los comités de ética".
González-Juanatey insiste en que "el comité tiene que trascender y pasar de ser un requisito administrativo, como sucede algunas veces, a ser un referente que enlace con la calidad y que se encargue de evaluar los resultados de los diferentes procesos asistenciales del hospital y que compare esos datos con una referencia".

Karla Islas Pieck. Barcelona | karla.islas@diariomedico.com

"Proximidad y agilidad son indispensables"

Clara Bonanad Lozano, del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico Universitario de Valencia, refiere que en su práctica cotidiana no tiene contacto directo con el comité de ética asistencial (CEA) de su hospital. Los casos especiales y pacientes complejos, en los que hay dudas o controversias, "se discuten en las sesiones clínicas".
Por el contrario, considera que la relación de su equipo de trabajo con el comité de ética de la investigación de su centro es muy fluida. Tienen una persona de referencia y "todo pasa por ahí". A su juicio, la agilidad y la proximidad son fundamentales para el buen funcionamiento de estos comités.

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