Discriminar al médico nos muestra como sociedad enferma
René Favaloro se fue de la mano de la muerte porque fue su compañera, vivió con ella por ser cirujano. No quiso seguir peleando solo contra “esta sociedad corrupta que todo lo controla”.
Por Miguel Martínez García.
Secretario general de la Asociación Médica de Córdoba. Presidente Foro Salud del Inadi
Pido disculpas por profanar la memoria de René Favaloro, pero ya que todos nos golpeamos el pecho defendiendo su figura y lo tomamos como el ejemplo a seguir, es que voy a intentar desembarrar y analizar con entrecomillado (*) algunas frases que a mi modesto entender son vitales para resolver el tema en cuestión.
Renunció a la Cleveland Clinic de Estados Unidos, donde es considerado una leyenda, para volver a su patria y trabajar en “docencia, investigación y asistencia médica”. Entiendo que éstas son premisas enraizadas en la profesión médica, y no hay manera de ser médico sin cumplirlas en alguna medida. Por eso me pregunto cómo hacerlo cuando tenemos horarios en dos, tres o cuatro lugares de trabajo distintos, ganando verdaderas miserias en cada uno de ellos y obligados a atender un paciente cada 5 a 10 minutos para cumplir con las exigencias del empleador.
“Lo que tendría que narrar de las innumerables entrevistas con los sindicalistas de turno. Manga de corruptos que viven a costa de los obreros y coimean fundamentalmente con el dinero de las obras sociales que corresponden a la atención médica”.
Reconoce que hubiera cobrado gran parte de las deudas si entregaba “los retornos” no sólo a los sindicatos, sino también a las instituciones del Estado (Pami, obras sociales nacionales y provinciales).
“La relación con el sanatorio fue muy clara: los honorarios, provinieran de donde provinieran, eran de nosotros; la internación, del sanatorio”.
La realidad es distinta; la obra social le paga lo que quiere a la gerenciadora. Ésta le paga deducido al sanatorio y éste último le termina pagando en algunos casos un año después al profesional el monto que ellos consideran luego de cubrir sus necesidades, algunas veces obscenas (sobrecrecimiento edilicio mientras se pagan sueldos u honorarios de miseria o no pagándolos directamente).
Si soportar el triste orgullo de ser ciudadanos de uno de los países más corruptos es para algunos un atenuante, me veo en la obligación de comunicarles que eso los transforma en cómplices.
Aquellos que cobran un porcentaje por derivar dirigido a un paciente, constituyéndose en parte de un protocolo de experimentación financiado por laboratorios extranjeros (a libro cerrado) usando pacientes cautivos del hospital público o de la obra social, creyendo que hacen investigación, los pone lejos de la solución; no están resolviendo el paradigma del ser médico.
La Facultad de Medicina debería abandonar la discusión del cupo de ingreso para la universidad estatal, cuando se siguen sumando matrículas en las universidades privadas. De ese modo, sólo limitan el ingreso a los pobres (que cada vez somos más). Todos sabemos que a 20 kilómetros de cualquier ciudad ya no encontramos médicos. Por otro lado, vacían de contenido las currículas del pregrado (que es gratuito), para obligarlos, por su escasa formación, a pagar cursos de posgrado (verdadera facultad paralela) que cobran cifras escandalosas para llegar a cubrir el requisito formativo.
Ni hablar de las residencias médicas que, siendo insuficientes, algunas son impagas y las que no, el residente se ve obligado a buscar otro trabajo para poder vivir.
El Estado, a su tiempo, nos ha acorralado con la imputabilidad a 10 años en los hechos de praxis médica y ha permitido que una jauría de profesionales del Derecho haya creado una nueva fuente laboral (industria del juicio de mala praxis), en donde por cualquier tipo de denuncia terminamos –después de penar durante dos o tres años de litigio– pagando abogados o arreglos extrajudiciales, aun siendo inocentes, para sacarnos la tortura de encima.
Deberán comprendernos a quienes trabajamos en salud, presionados por todo lo descripto, agotados, poco formados, empujados a resolver como atando con alambre. Todo esto nos pone en condiciones de especial vulnerabilidad. Nos hace trabajar con temor y a perder la iniciativa. Prescribimos estudios caros e innecesarios porque dudamos y de esta forma nos cubrimos de la Justicia.
Si el sistema no nos forma, no nos paga y nos ataca permitiendo morbosamente este accionar judicial de litigar sin costas para el demandante, ha transformado a la salud en un gran agujero negro.
El problema es que este fenómeno (agujero negro) se traga todo lo que en él ingresa. Y la vida nos termina enfrentando con la amarga realidad.
Cualquiera de nosotros, un juez, un presidente, nuestro familiar más querido, puede enfermarse o sufrir un accidente. Y en ese momento, en esa madrugada, tendremos la abnegada atención de un médico mal formado, agotado y empobrecido.
René Favaloro se fue de la mano de la muerte porque fue su compañera, vivió con ella por ser cirujano. No quiso seguir peleando solo contra “esta sociedad corrupta que todo lo controla”.
Sus cenizas, que fueron esparcidas en los alrededores de su Jacinto Arauz (pueblito donde fue médico rural) han penetrado en la tierra cuya savia nos da fuerzas para seguir luchando.
Todavía hay una Argentina que todos nos merecemos. Empezamos a juntarnos para defender al médico. La indiferencia es discriminarnos nosotros mismos, mientras la gente nos reclama íntegros como verdaderos médicos.
(*) De la carta del 29 de julio de 2000 a las 14.30, antes de quitarse la vida.
La Voz del Interior - Córdoba - 30/12/08
www.inversorsalud.com.ar
NOTA DEL BLOG: La discriminación que se ha hecho de la SALUD PÚBLICA en nuestro país, in crescendo desde la gestión política de la década de los noventa, enseña que la clase política desprecia tanto al médico como al paciente, pero detrás de ello también tiene la misma actitud hacia las ciencias básicas, la investigación y cualquier cosa que se vincule con el conocimiento. René Favoloro ha sido una víctima paradigmática de la violación que el ESTADO NACIONAL ejerce sobre todos y cada uno de los que ejercemos profesionalmente algún ámbito de la Salud. No ha sido el único, aunque indudablemente es quien por su iniciativa dejó al descubierto la triste trama de las variables de ajuste que los políticos utilizan antojadizamente respaldados en economistas que aún pretenden "vender la idea" que la SALUD PÚBLICA es un mero hecho económico que genera consecuencias sociales cuando, tal lo he expresado en numerosos trabajos académicos, la SALUD PÚBLICA es un hecho social con consecuencias económicas cuando no se cumplen las premisas fundamentales que hacen a la garantía de la salud de las personas. Este no es un juego de palabras como tampoco de términos, realmente es así. La clase política en ARGENTINA se ha dado el lujo de enviar al sacrificio a todo un sistema (de salud) luego de elaborar una estrategia de vaciamiento que se viene prolongando en el tiempo a pesar de las numerosas denuncias gremiales, corporativas, de las sociedades de pacientes, académicas y de variada índole que emanan de una profesión que supo en los años 40/50ocupar la cuarta posición mundial en conocimientos y servicios. A esta altura de la civilización que el ESTADO NACIONAL pague cuando quiera y cuánto quiera aparece como uno de los tantos desatinos que bajan desde el concepto político de que todo es posible y que cada uno debe arreglarse como puede. Concretamente, todo está desmantelado y el remanente activo de la SALUD PÚBLICA en ARGENTINA lo es sólo por la iniciativa de los miembros del equipo de salud que no han perdido de vista su horizonte como tampoco su compromiso. El vaciamiento del PAMI, del IOMA, de los Institutos del Seguro Social en las Provincias, de muchas Obras Sociales Sindicales, etc. son una muestra del manejo discrecional ya no sólo de los fondos públicos sino de la manipulación antojadiza de los destinos de las personas, desmereciendo esfuerzos y minimizando los compromisos. La sociedad argentina merece otra cosa. Profesionales y pacientes, merecen recibir la consideración desde el ESTADO ya que éste es quien debería ejercer el sostenimiento de las GARANTÍAS CONSTITUCIONALES dentro de las cuáles se ubican la SALUD y la EDUCACIÓN. Hasta hoy, 30 de diciembre de 2008, sólo asistimos a una estrategia de depredación que destruye la gestión ya que no es posible administrar SALUD sin recursos ciertos. Hoy, nos guste o no, ARGENTINA no dispone de un PRESUPUESTO GENUINO destinado a la SALUD PÚBLICA. En SALUD los parches sólo producen la necesidad de más parches y dado que transitamos un ámbito que no preocupa ni tampoco ocupa a los responsables políticos, hemos alcanzado un punto de quiebre que está al borde de tornarse irreversible. Esto no es bueno para el ESTADO DE DERECHO. La discriminación es una POLÍTICA DEL ESTADO NACIONAL. La padecen los médicos, los farmacéuticos, los bioquímicos, los enfermeros, los psicólogos, los odontólogos, y todos los que de una u otra formas participan activamente para el sostenimiento y conformación del equipo de salud, pero tampoco debe omitirse que el padecimiento se extiende a los pacientes que deambulan reclamando por aquello que les pertenece por derecho propio. CERASALE. 30-12-2008.
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