Barack Obama, presidente de Estados Unidos.
La hora de Obama
13 Febrero 2009 · Belén Diego/ Carlos del Águila. Madrid
¿Afrontará el nuevo presidente la reforma sanitaria pendiente? Mientras, 47 millones de estadounidenses no cuentan con seguro médico
Pasadas las ceremonias y los bailes de gala, el nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, tiene en sus manos la hercúlea tarea de poner el sistema sanitario del país a la altura de su poderío económico. Por si las dificultades fueran pocas, le va a tocar hacerlo en el que seguramente es el peor momento posible, aunque hay expertos que opinan que las necesidades derivadas de la crisis darán precisamente el impulso definitivo a la reforma sanitaria que precisa el país.
Durante la larguísima campaña electoral, Obama se expresó en términos bastante contundentes sobre la necesidad de cambiar el actual sistema y ha llegado a afirmar que “es un insulto moral que en la nación más rica del mundo, 1 de cada 10 familias viva en la pobreza y que 47 millones de estadounidenses no tengan seguro médico”.
¿Optimismo o realismo?
Ahora, y por primera vez desde 1993, primer año de mandato de Bill Clinton, se vuelve a hablar en EE.UU. de que es necesario buscar el camino para ofrecer a los ciudadanos un sistema sanitario universal. Con todo, como recuerda en The New England Journal of Medicine (360:321- 323) el politólogo Jonathan Oberlander, “los obstáculos políticos a la reforma son inmensos. La Administración de Obama tiene otras prioridades: economía, impuestos, Irak, Afganistán, política energética... y, además, un fracaso en el apartado de salud podría ser un duro golpe para el nuevo Gobierno”.
Oberlander también señala que el número de representantes republicanos y demócratas en las 2 cámaras legislativas del país es similar al que había cuando el presidente Clinton fracasó en su intento de reforma sanitaria. Sin embargo, Meredith B. Rosenthal, profesora de Economía de la Facultad de Salud Pública de Harvard, señala que la “última vez que se intentó cambiar el sistema, los empresarios se oponían frontalmente, pero ahora parecen dispuestos a participar en el proceso”.
De la mano de la crisis
Con todo, las graves dificultades económicas que el ciudadano ha de sortear para costearse su cobertura sanitaria pueden conseguir, paradójicamente, su impulso definitivo. De entrada, si los índices de paro siguen empeorando (están en el 7%), el número de ciudadanos sin cobertura médica podría llegar a ser lo suficientemente grande como para ganar posiciones en las prioridades del Gobierno federal. “Esa misma circunstancia hace más fácil incluir las medidas relativas a la financiación del sistema sanitario dentro de un plan económico general de emergencia”, indica Oberlander.
También advierte que el plan de salud de Obama se ha librado de algunos de los errores que acabaron por hundir el proyecto Clinton: mantiene el seguro de salud pagado por el empresario para quienes no quieran cambiar de sistema, libera a las pequeñas empresas de la obligación de ofrecer cobertura sanitaria a sus trabajadores, pero ofrece beneficios fiscales a quienes sí decidan hacerlo, y no hay en él medidas de control centralizadas, que gozan de escasos apoyos políticos en el país.
Primeras medidas
En el mismo día que recibió la noticia de lo que llamó la “catástrofe de la caída del PIB”, el presidente estadounidense siguió haciendo anuncios y contrarrestando leyes promulgadas por su predecesor, George W. Bush. Así, el pasado 29 de enero, el Senado aprobó por 66 votos contra 32 (sólo 9 republicanos votaron a favor) la ley que amplía la cobertura de salud pública a 4 millones de niños más.
El proyecto de ley había sido aprobado antes en la Cámara de Representantes por 289 votos contra 139. Hasta ahora eran 7 millones los niños cubiertos por el paraguas público en materia sanitaria. Iniciativas similares fueron vetadas en 2 ocasiones por el ex presidente Bush. Tras su aprobación, Obama felicitó al Congreso: “Mientras el empeoramiento de la situación económica hace que las familias pierdan sus trabajos y seguros de salud, es vital que redoblemos nuestros esfuerzos para garantizar que cada niño tenga en EE.UU. una cobertura de salud accesible”.
La iniciativa autoriza el gasto de 32.800 millones de dólares adicionales durante los próximos 4 años y medio para el Programa Estatal de Seguro Médico Infantil (SCHIP). El proyecto aumenta los impuestos federales sobre el tabaco para generar un ingreso adicional y financiar parcialmente la ampliación. Pese a esta iniciativa, 5 millones de niños siguen sin contar con ningún tipo de seguro médico. Durante la campaña electoral, Obama se comprometió a extender la cobertura médica a todos los niños.
Nuevo contratiempo
En los últimos días, Obama se ha tenido que enfrentar a otra “distracción” política: la revelación de que Tom Daschle, a quien eligió para liderar la reforma del sistema de salud, no ha pagado más de 128.000 dólares en impuestos. Pese a todo, la Casa Blanca dijo que Obama espera que Daschle, un ex líder de la mayoría demócrata en el Senado y uno de sus partidarios clave en el inicio de su carrera por la nominación, sea confirmado por el Senado como nuevo secretario de Salud y Servicios Humanos. “El presidente tiene confianza en que el senador Daschle es la persona correcta para liderar la lucha por la reforma de salud”, señaló el secretario de prensa de la Casa Blanca, Robert Gibbs.
El Plan Sanitario Obama-Biden
13 Febrero 2009 · Redacción. Washington
La nueva Administración propone una reforma sanitaria que refuerza la cobertura del empresario, hace responsables a las compañías de seguros y asegura al paciente la elección de médico y de asistencia sin injerencia gubernamental
“Al pueblo estadounidense –recuerdan Barack Obama y su vicepresidente Joseph Biden– se le ofrecen con demasiada frecuencia 2 extremos: la asistencia sanitaria gubernamental, con impuestos demasiado elevados, o dejar que las compañías de seguros actúen sin reglas. Ambos extremos son malos y por eso proponemos un plan que refuerza la cobertura del empresario, hace responsables a las compañías de seguros y asegura al paciente la elección de médico y de asistencia sin injerencia gubernamental”.
Sus compromisos
• Exigir que las compañías de seguros cubran las condiciones preexistentes de modo que todos los estadounidenses, independientemente de sus antecedentes o su estado de salud, obtengan una cobertura completa con una prima fija y estable.
• Crear un nuevo crédito fiscal para que las pequeñas empresas puedan ofrecer a sus empleados un seguro de enfermedad asequible.
• Reducir los costes para las empresas cubriendo una porción de los enormes costes sanitarios que tienen que pagar por las enfermedades catastróficas, a cambio de que reduzcan las primas para los empleados.
• Evitar que las compañías de seguros cobren primas excesivas a los médicos por cubrir la mala praxis e invertir en estrategias probadas para reducir los errores médicos evitables.
• Hacer más justas las contribuciones de los empresarios exigiendo que los grandes empresarios que no ofrecen cobertura o que contribuyen de forma insignificante al coste de la cobertura sanitaria aporten un porcentaje de la nómina para los costes del seguro de enfermedad de sus empleados.
• Establecer una Bolsa Nacional de Seguros Médicos con variedad de opciones de seguro privado, así como un nuevo plan de seguro público equivalente al que disfrutan los miembros del Congreso, que permitirá a los individuos y a las pequeñas empresas adquirir una cobertura sanitaria asequible.
• Asegurar que todo el que lo necesite reciba un crédito fiscal para sus primas.
Ahorro para las familias
Además, el Plan se compromete también a reducir costes y ahorrar a una familia media hasta 2.500 dólares (1.923 euros) a medida que se introduzcan las reformas. Este ahorro se conseguiría a través de:
• Reducir el coste de los fármacos permitiendo la importación de medicinas seguras procedentes de otros países desarrollados, aumentando el uso de genéricos en programas públicos y haciendo frente a las compañías farmacéuticas que obstaculizan la entrada en el mercado de los genéricos más baratos.
• Exigir que los hospitales reúnan y publiquen los datos de los costes y la calidad de la asistencia sanitaria.
• Reducir los costes de enfermedades catastróficas para los empresarios y los empleados.
• Reformar el mercado de los seguros para aumentar la competencia, eliminando las actividades anticompetitivas que elevan los precios sin mejorar la calidad de la asistencia.
• Por último, el Plan Obama-Biden fomentará la salud pública, exigirá cobertura de servicios preventivos, entre ellos las pruebas de detección sistemática del cáncer, aumentado, además, la preparación local y estatal frente a desastres naturales y ataques terroristas.
Asistencia asequible
El Plan Obama-Biden proporcionará, según asegura la Casa Blanca en un tono muy estadounidense, “asistencia sanitaria accesible y asequible a todos los americanos, se basa en el sistema sanitario existente y utiliza los planes, proveedores y médicos existentes. Con este Plan, los pacientes podrán tomar decisiones relativas a su salud junto con sus médicos en lugar de encontrarse con los obstáculos de las burócratas compañías de seguros. Con el plan, si a uno le gusta su seguro de enfermedad, no cambiará nada, excepto que pagará hasta 2.500 dólares menos al año. Además, si no dispone de él, tendrá nuevas opciones de un seguro de enfermedad asequible que funcione para los usuarios y para las empresas, no sólo para las compañías de seguros y las farmacéuticas”.
Esta reforma sanitaria costará entre 50 y 65.000 millones de dólares, que según se explica desde la Casa Blanca, se obtendrán, al menos en parte, anulando los recortes fiscales que implantó su predecesor para aquellos que pagan más de 250.000 dólares anuales y manteniendo el impuesto de sucesiones al nivel actual.
NOTA DEL BLOG: durante los noventa tuve oportunidad de participar y hasta de presidir (4) reuniones de estrategias en salud conducidas por el International Institute of Research con la colaboración de reconocidas empresas de auditoria y gestión de los Estados Unidos de Norteamérica. Por entonces la discusión se centraba en el financiamiento y la reformulación de los servicios de salud. El modelo propuesto por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional demostró en la práctica su inviabilidad. En su momento publiqué numerosos trabajos sobre el materia que más tarde se editaron en internet y fueron registrados por el NISC (National Information Service Corporation) de Estados Unidos de Norteamérica. El advenimiento de la nueva gestión política en Argentina facilitó que dichos trabajos desaparecieran de internet gracias a la intervención del NIC de la Cancillería Argentina que dio de baja mi dominio desatendiendo a los trámites de renovación. Más allá de ello, la realidad es una sola, durante la era Bush los países emergentes financiaron gastos del país del norte sin que sirviera siquiera para "incluir" población sino que por el contrario el modelo exacerbó su carácter expulsivo, alcanzando una cifra temible de 47/52 millones de americanos. El esquema americano está fuera de equilibrio técnico porque desconoce variables a las que utiliza como comodines. De esta forma brindar salud es una entelequia y hablar de salud pública lo es mucho más aún... Las recetas deben ser revisadas minuciosamente y encaminar los modelos de salud hacia un modelo fidedigno de prestaciones que garanticen por una parte y aseguren por la otra la prestación médica universal bajo cualquier condición económica del paciente o su familia. Debe entenderse de una vez por todas que cada vez que un paciente no es atendido (demanda contenida) el problema que padece el paciente se multiplicará geométricamente no sólo dañando financieramente al sistema sino provocando que muchos otros sufran la misma circunstancia. Estimando que cada paciente deficientemente atendido multiplicará por 4 el potencial de su patología, la geometría ofrece visiones espantosas de las consecuencias que ofrecen y luego establecen las carencias... multiplicar x 4 no es antojadizo, por el contrario, es un efecto matemático que demuestra que por cada dólar no invertido con sentido de oportunidad (en salud), demandará efectivamente otros cuatro dólares para comenzar a revertir el proceso de aquello no resuelto. Indudablemente no sirve, sin embargo en los países emergentes (caso de Argentina) y del propio Estados Unidos de Norteamérica, el criterio no se aplica ya que las urgencias eclipsan las prioridades, y en salud dicha estrategia constituye un disparate técnico. Cerasale. Febrero 2009.
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