sábado, 9 de mayo de 2009

¿Medicamentos accesibles en todo el mundo?


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ESPAÑA
¿Medicamentos accesibles en todo el mundo?
La gripe porcina ha devuelto la actualidad a un viejo problema: la dificultad de acceso a los fármacos innovadores y más caros que tienen tanto los países pobres como buena parte de los ricos, y la necesidad de invertir más en la investigación de terapias para los problemas de salud que más afectan al conjunto de la humanidad.


Carmen Fernández. Barcelona - Miércoles, 6 de Mayo de 2009 - Actualizado a las 00:00h.

En esta coyuntura, Thomas Pogge, de la Universidad de Yale, está de gira mundial presentando una solución internacional que requeriría del apoyo económico (4.500 millones de euros anuales) de los gobiernos de todo el mundo.

Tomas Pogge, profesor de Filosofía y de Asuntos Internacionales en la Universidad de Yale, lidera una iniciativa internacional para hacer los medicamentos más accesibles mundialmente y que, para dejar de ser una utopía, necesita del apoyo de los gobiernos de países ricos y pobres, organismos internacionales, laboratorios farmacéuticos y compañías de seguros.

El Health Impact Fund ofrecería un fondo de recompensa anual a la innovación por valor de 4.500 millones de euros que aportarían los gobiernos
"Millones de personas mueren o reciben tratamiento médico inadecuado porque el precio de los fármacos patentados es mucho más elevado que su coste real de producción; eso afecta principalmente a los países pobres pero también a los ricos, cuando los que tienen la patente aumentan tanto los precios que incluso los seguros y los sistemas nacionales se niegan a pagarlos". Así ha comenzado su conferencia de presentación de la idea en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, tras pasar por foros similares en Estados Unidos (Nueva York y Washington), Reino Unido y Noruega.

Su sistema supone darle la vuelta como un calcetín al actual modelo de financiación de la innovación farmacéutica, pero bajo la condición de la voluntariedad: que cada empresa farmacéutica decida si entra o no en el juego, en función de la molécula que esté desarrollando y su trascendencia para la salud mundial.

No hay que olvidar que el coste medio de la investigación en medicamentos es hoy de entre 150 y mil millones de euros por producto (la mitad está relacionada con ensayos clínicos, especialmente en fase III) y que aproximadamente el 90 por ciento del gasto farmacéutico se hace en los países desarrollados (principalmente pagado por los gobiernos y seguros vinculados al ámbito laboral).

"Cualquier solución tiene que hacer frente a la necesidad de pagar estos gastos (incluyendo el de los productos que no han funcionado) y hay que crear incentivos para que las empresas inviertan", ha destacado Pogge.

Fondo internacional
La idea es ésta: crear un fondo internacional para premiar los efectos sobre la salud (Health Impact Fund o HIF), que sufragaría anualmente las innovaciones farmacéuticas registradas. Quien tuviese una nueva patente podría escoger entre ejercer los derechos usuales u optar por el HIF, que significaría para la empresa no obtener los beneficios o retorno de la inversión en investigación con la venta del producto (lo vendería a precio de coste de producción) sino ser recompensada a través de pagos directos del HIF basados en el impacto en la salud global del medicamento.

El sistema tiene aún cabos por atar, como es el desarrollo de la necesaria legislación internacional y de un sistema de evaluación y control eficaz y transparente, pero está muy desarrollado. Entre los detalles que ha dado Pogge destaca que el HIF ofrecería un fondo de recompensa anual de al menos 4.500 millones de euros financiados principalmente por los gobiernos.

Durante los diez años siguientes a la introducción del producto cada empresa participante recibiría una parte de esta recompensa que sería equivalente a la contribución que haga el producto en el total de años de vida cualitativamente ajustados (Qualy) generados por todos los productos participantes. El impacto en la salud sería reevaluado globalmente, sin distinción entre países o condiciones médicas.

A su juicio, el HIF supondría un aliciente para centrarse en las enfermedades más importantes en el mundo, y no sólo en las que permiten mantener precios elevados.

Fran Franco, del Departamento internacional de Farmaindustria, ha manifestado a DIARIO MÉDICO tras escuchar a Pogge que la propuesta es positiva porque el sistema es voluntario, respeta los derechos de propiedad industrial y haría más fácil controlar la seguridad y trazabilidad -"sería un arma estupenda contra las falsificaciones"-.

No obstante, cree que la industria aparece de momento poco involucrada en la evaluación y sistema de reparto del fondo y que no se tienen en cuenta mejoras posteriores a la comercialización de cada nuevo fármaco tanto en dosificación como en nuevas indicaciones.

La propuesta de Pogge no es la única sobre la mesa de los gobiernos mundiales: en diciembre Goldman Sachs propuso un fondo para investigación para diversos laboratorios interesados en una diana terapéutica.

"La situación actual muestra el estancamiento en el modelo de patentes, innovación, efectividad incremental y fijación de precios, y habrá, por tanto, que repensar la situación en términos globales. Hay dos posibilidades: que lo haga la banca de inversión, como dice Sachs, o un fondo global como el de Pogge", ha dicho Pere Ibern, profesor de Economía de la Pompeu Fabra.

"Ojalá todo se solucionase con fármacos"
"Ojalá todos los problemas del mundo se solucionasen con medicamentos; la gente no tiene fármacos, pero tampoco hay agua potable o alimentos para todos", ha manifestado, tras escuchar la propuesta de Thomas Pogge, Domingo Gargallo, del grupo farmacéutico Ferrer y la Red Española para el Desarrollo de Métodos Alternativos a la Experimentación.

También ha afirmado que la industria "tiene cosas que mejorar, pero me parece injusto cargarle todo el problema de la desigualdad social y de la accesibilidad a los medicamentos".

Gargallo, que tiene experiencia internacional en la materia, ha asegurado que el acceso global no depende de buenas voluntades sino de infraestructuras eficaces. Ha puesto este ejemplo: llegan cajas de fármacos gratis a países subdesarrollados y en ellos se les cambia el envase y se devuelven para su venta (importación paralela) a los países desarrollados. En conclusión: en muchos países faltan, por desgracia, más cosas aparte de fármacos o un buen sistema sanitario.

El ejemplo de la gripe porcina
La gripe porcina ha devuelto a la actualidad a la necesidad de que los fármacos lleguen a todo el planeta: los países ricos pueden afrontar la pandemia más o menos bien dotados de oseltamivir o Tamiflu (en España, el Ministerio de Defensa, en su Centro Militar de Farmacia, trasformará en comprimidos las reservas nacionales del antiviral en forma de polvo) pero no así los pobres.

La Organización Mundial de la Salud ha pedido a Roche, responsable del fármaco, que distribuya entre los países con más necesidad los tres millones de tratamientos que tiene en su reserva para respuesta rápida. David Reddy, de Roche, ya ha confirmado que trabajarán a criterio de la OMS.

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