jueves, 23 de julio de 2009

Los efectos adversos del cambio climático sobre la salud


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Los efectos adversos del cambio climático sobre la salud

El cambio climático es motivo de preocupación entre los profesionales sanitarios, en concreto por sus efectos perjudiciales sobre la salud de la población. El ser humano está ocasionando modificaciones sin precedentes en el medio ambiente global. El desarrollo económico ha venido hasta hoy acompañado del uso de combustibles fósiles, cuya combustión provoca el denominado "efecto invernadero", principalmente por la producción “in crescendo” de dióxido de carbono y metano, que a través de sus implicaciones en el clima mundial inciden en la salud de la población.


Nekane Lauzirika

llaves conceptuales:
1. En los países industrializados, el 20 por ciento de las enfermedades puede atribuirse a factores ambientales, estimándose que la mortalidad en menores de 14 años responde a esta causa hasta en un 36 por ciento de los casos
2. La Medicina del medio ambiente es una nueva asignatura médica que actualmente se base en una enseñanza universitaria muy fragmentada y desigual, por lo que debería ser apoyada y documentada en toda Europa, según los expertos
3. La Unión Europea tiene previsto para el año 2050 reducir hasta en un 50 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero


Madrid (24-7-09).- El cambio climático es tan peligroso para la salud del planeta como para la de sus habitantes. Si sobre la afección ecológica se habla, estudia e investiga más y así y todo se conoce no demasiado, es mucho menos lo que se ha estudiado en profundidad sobre la influencia de este cambio en la salud de la población humana. Pero aunque aún hay pocos datos para predecir con exactitud el impacto sanitario del calentamiento global y los fenómenos meteorológicos extremos, no cabe duda de su relación directa con algunas enfermedades -relación que con otras se sospecha- y de que el riesgo ya está aquí entre nosotros.

De todos modos y aunque el cambio esté ya traspasando nuestra puerta, en el camino de no preocuparse sino ocuparse de resolver los problemas, el profesor Xavier Rodó, director del Institut Catalá de Ciencias del Clima, desmiente temores infundados: “Una de las grandes mentiras es que nos van a invadir todas las enfermedades reemergentes habidas y por haber. Entre los falsos mitos se encuentran por ejemplo la entrada de la malaria en el Estado por la subida generalizada de la temperatura, pues, está ligada a la proliferación del mosquito que la transmite, el anófeles, y esto entre nosotros es bastante fácil de controlar". Desmiente unos pero avisa sobre otros, porque el riesgo es algo mayor en enfermedades como el dengue o la fiebre amarilla.

En todo caso, en su opinión el mayor peligro proviene de las enfermedades zoonóticas, como la encefalitis japonesa, transmitidas por animales/huéspedes intermedios que, como los roedores, son muy difíciles de controlar. Estas enfermedades son aún más problemáticas y difíciles de controlar cuando van asociados a bandazos meteorológicos, como olas de calor –la de Francia en 2003 fue especialmente mortífera– o inundaciones, que favorecen extraordinariamente la proliferación de animales transmisores de infecciones.

Durante la primera jornada del ‘Encuentro RANM con la Salud Ambiental’, un ciclo de conferencias de carácter cuatrimestral que fue inaugurado por el presidente de la Real Academia de Medicina, Manuel Díaz-Rubio, y la directora de Comunicación Corporativa del Grupo Novartis España, Montserrat Tarrés, médicos e investigadores aseguraron que ya se están constatando los innegables efectos adversos que el cambio climático y el calentamiento global están generando en la población. En este sentido, especialistas de distintas áreas destacan la necesidad de invertir en estudios dentro de este ámbito con especial hincapié en aquellas que más aparecen en los medios de comunicación.

Enfermedades “dormidas”
Aparte de las enfermedades nuevas y de las que estaban "dormidas" y despiertan de pronto, conviene analizar también el efecto que la subida media de la temperatura tiene o puede tener sobre las patologías crónicas comunes, como las dolencias cardiovasculares y las respiratorias que, según José Vicente Martí, presidente de la Sociedad Española de Sanidad Ambiental, a buen seguro se agravarán. El doctor explica que en toda la población de los países industrializados el 20 por ciento de las enfermedades puede atribuirse a factores ambientales, estimándose que la mortalidad en menores de 14 años responde a esta causa hasta en un 36 por ciento de los casos. "Debemos tener en cuenta que los niños son muy vulnerables a las exposiciones ambientales continuas, pues pueden generar enfermedades crónicas que, en muchas ocasiones, se manifestarán décadas después", advierte el doctor, para destacar la importancia de preparar profesionales especializados en Pediatría Ambiental.

Durante los últimos 20 años se ha registrado un considerable aumento de las infecciones respiratorias, causa principal de la mortalidad infantil en menores de cinco años. Es una patología de relación directa con la contaminación del aire. En este mismo período, también se ha detectado un incremento significativo de los trastornos del desarrollo neurológico, a veces irreversibles, que han sido desencadenados por una exposición precoz a sustancias peligrosas como el plomo, el metilmercurio y determinados disolventes y plaguicidas.

“Debemos ser conscientes –añade el doctor Martí–, de que la contaminación atmosférica, principalmente relacionada con las partículas finas y el ozono a nivel del suelo, constituye una importante amenaza para la salud, ya que afecta al correcto desarrollo de los niños y causa una disminución de la esperanza de vida. Todo esto ya queda reflejado en una resolución del Parlamento Europeo en relación al Plan de acción de medio ambiente y salud que debe desarrollarse”.

Para Martí, la Medicina del medio ambiente es una nueva asignatura médica que actualmente se basa en una enseñanza universitaria muy fragmentada y desigual, por lo que debería ser apoyada y documentada en toda Europa. “Por una parte está la salud ambiental como área de conocimiento, incluida en el ámbito de la salud pública, que permite identificar, caracterizar, vigilar, controlar y evaluar los efectos sobre la salud humana provocados por los riesgos químicos, biológicos, físicos y psicosociales presentes en el medio ambiente. Pero por otra parte, tenemos la Sanidad ambiental como parte esencial de las administraciones de Salud Pública, que es la acción de gobierno encaminada a proteger la salud de la población de los riesgos derivados de medio ambiente”.

En esta misma línea, el doctor José Luis Carreras, subdirector general de Sanidad Ambiental y Salud Laboral del Ministerio de Sanidad y Consumo, en su ponencia “El Cambio climático a vista de médico”, considera lógico que los profesionales sanitarios se interesen por un problema sobre el cual hay que empezar a adelantar posibles soluciones antes de que sea demasiado tarde. En su exposición dejó bien claro que ya prácticamente nadie duda de que se esté produciendo un calentamiento global de la Tierra, que además, y de no mediar acciones conjuntas y radicales de todos los países, puede acentuarse aún más en los próximos años. Es una situación-problema sobre la cual han llamado la atención desde todos los gobiernos sea cual sea su orientación ideológica hasta el actual Papa, pasando por las empresas o la propia Organización Mundial de la salud.

Este especialista en su ponencia analizó las características de algunos de los sistemas de vigilancia ambiental más significativos entre los implantados en el Estado, como el SINAC (Sistema de Información Nacional de Aguas de Consumo) o, dentro del control sanitario, el SIRPQ (Sistema de Intercambio Rápido de Información de Productos Químicos). “Los sistemas de vigilancia en salud ambiental –recalca–, son herramientas imprescindibles en las labores de prevención, contención y control sanitario de estos factores de riesgo”.

Crece el interés entre la población
Cada vez es mayor el interés de la población en torno a cómo pueden afectar a su salud, a nuestra salud, los daños derivados de los cambios en el medio ambiente. “A la sociedad –reconocen los expertos–, le inquieta el efecto que pueden tener determinados agentes químicos sobre la salud. Por ejemplo, en el caso concreto de los tumores, el control de los carcinógenos es un tema que la población debería demandar. Hay algunos que están claramente identificados y otros sobre los que aún es preciso investigar más. La realidad es que existe y es mucho mayor la preocupación social que una acción directa que se ocupe de prevenir, de hacer didáctica social y de evitar los daños”.

En todas las administraciones de Salud Pública existen programas tanto comunes como específicos para cada Comunidad Autónoma, dirigidos tanto al control de aguas, vertido de productos químicos a las escorrentías superficiales y a las aguas de infiltración, así como de gases a la atmósfera; en general para el control de cualquier biocida o de microorganismos de fácil difusión y alta capacidad patogénica como la legionella. Especialmente en establecimientos públicos y en centros de actividades de ocio, en los que es obligatorio emitir informes sobre riesgos ambientales para la salud de los usuarios.

En este ámbito, la Sanidad ambiental cuenta con dos instrumentos: por una parte el control sanitario, que se encarga de verificar los requisitos normativos que regulan la protección sanitaria de algunos riesgos ambientales y, en segundo término la vigilancia sanitaria, que es el conjunto normalizado de actuaciones destinadas a conocer y evaluar los riesgos y efectos del medio ambiente en la salud de la comunidad.

Los expertos coinciden en que los elementos determinantes de la salud pública, además de las propias condiciones personales de salud, dependen cada vez más de un conjunto de factores externos. “Entre medio ambiente y salud existen cada vez lazos más estrechos de unión e interrelación; la calidad el aire, del agua, los productos químicos utilizados para elaborar productos de consumo o, en el ámbito laboral, las emanaciones de gases, las emisiones de radiaciones y el ruido, entre otros, inciden directamente sobre nuestra salud y bienestar personal y colectivos”, reconoce.

La doctora Francesca Trejo, responsable de Seguridad, Salud Laboral y Medio Ambiente de Novartis Farmacéutica, aborda las posibles medidas para promover la protección del medio ambiente. “El uso correcto de los recursos naturales debe ser un compromiso de las empresas. En este sentido– explica la experta–, es necesario minimizar todo lo posible los impactos medioambientales que generan las actividades empresariales y, en el caso de las compañías farmacéuticas, controlar con ese objetivo y muy en especial, el ciclo de vida de los medicamentos, que de no hacerlo, podría ser una peligrosa carga de peligrosidad para la salud”, recalca.

La Unión Europa también ha hecho públicos sus objetivos: tiene previsto para el año 2050 reducir hasta un 50 por ciento las emisiones de gases de efecto invernadero, con pasos intermedios de una reducción del 8 por ciento para el periodo 2008-2012 y un 20-30 por ciento en 2020. En este mismo sentido, los expertos recalcan que desde el ámbito empresarial se hace imprescindible llevar a cabo un mayor esfuerzo de concienciación a nivel interno en el consumo de energía, agua y en el reciclaje de residuos. “Es bueno que internamente se haga entre los operarios una labor de sensibilización sobre las ventajas del reciclaje, recordando, por ejemplo, a los trabajadores de la empresa que si no se separan correctamente los residuos, éstos no podrán ser reciclados”, reconoce la doctora Francesca Trejo.

La cuestión que se plantea, a nivel global, es cómo evitar las consecuencias negativas del cambio climático, o por lo menos cómo reducir su impacto. Tal y como explica el profesor Carreras, en principio lo más razonable es actuar sobre las causas del problema, bajo el prisma de que es más eficaz y sencillo prevenir que curar. “Habría que reducir la emisión de los gases efecto invernadero, principalmente el CO2. Con este fin, lo más importante es sustituir los actuales sistemas de generación de energía basados en el uso de combustibles fósiles como el carbón y el petróleo, productores de altas concentraciones de CO2, por tecnologías más limpias como el hidrógeno, las energías solar y eólica o la de la biomasa.

También podría citarse la energía nuclear, aunque su uso suscite controversia por los problemas de radioactividad, seguridad y los residuos de larga duración que genera. Todo ello sin olvidar la raíz del asunto, que sería muy necesario desacelerar y reducir nuestro consumo energético, o al menos hacerlo mucho más racional. Todo ello se tendría que traducir, en consecuencia, en variaciones importantes en nuestros hábitos y estilos de vida”. Aunque “revolucionarias”, si la salud de la población está en juego, no debieran ser empresas imposibles de llevar adelante.

El impacto en cifras
El 24 por ciento de la carga de morbilidad mundial y el 23 por ciento de todos los fallecimientos (mortalidad prematura), pueden atribuirse de modo causal a factores ambientales. En niños de 0 a 14 años, la mortalidad puede atribuirse a la contaminación del medio ambiente hasta en un 36 por ciento. Parece evidente que por encontrarse en un período de crecimiento y de maduración de sus defensas inmunológicas, los pequeños sufren un porcentaje desproporcionado de la carga de morbilidad ambiental. La distribución geográfica y la situación económica de donde acontecen estas muertes también debe ser tenida muy en consideración, pues el 25 por ciento de todas las muertes registradas en las regiones en desarrollo eran atribuibles a causas ambientales, mientras en las regiones desarrolladas sólo el 17 por ciento se apuntan debido a estas causas.

En la Unión Europea, casi una de cada tres enfermedades de la infancia, entre el nacimiento y los 19 años, puede atribuirse a factores ambientales, y más del 40 por ciento de esta carga afecta a niños de menos de cinco años. Además, no debemos olvidar que las enfermedades respiratorias, directamente relacionadas con la calidad del aire atmosférico, son la segunda causa de mortalidad, incidencia, prevalencia y gasto en la Unión Europea, además de constituir la principal causa de mortalidad infantil en menores de cinco años. Sin olvidarnos de que la contaminación atmosférica, principalmente relacionada con las partículas finas y el ozono a nivel del suelo, constituye una importante amenaza para la salud, al afectar al correcto desarrollo de los niños y causar una disminución de la esperanza de vida en la UE.

Los desafíos
Los expertos reconocen la necesidad que tienen de ser conscientes de que la variabilidad climática actual puede afectar a la salud. No sólo por las patologías que pueda generar, sino porque el cambio climático a largo plazo puede exacerbar problemas que hoy son livianos, pero muy sensibles al clima. Los cambios bruscos y muy intensos de temperatura, por ejemplo, afectan de manera especial a los mayores. Sistemas de calentamiento rápido por medio de ondas de calor pueden reducir los impactos y asegurar que se monitorice a las personas ancianas –particularmente las que se hallan socialmente aisladas–, o que se les ofrezca acceso al aire acondicionado y se les proporcione consejo sobre las medidas de hidratación adecuada e higiene apropiadas. O ante una mayor intensidad de los rayos UV por un progresivo adelgazamiento de la capa de ozono, habría de incidirse en una mejor protección solar y en una menor exposición directa a sus rayos, para evitar problemas de piel o incluso de cánceres, especialmente en los niños y personas de dermis más sensible.

El cambio climático, sea de origen antropogénico o no, que según todos los expertos camina hacia un calentamiento global, puede afectar a la distribución actual de un buen número de enfermedades infecciosas y a las propias infecciones emergentes, algo que deberían considerarse en el diagnóstico de pacientes con síntomas no explicados.

Los expertos son conscientes de que además de tratar las enfermedades, también pueden preparar e informar a las comunidades sobre los impactos potenciales del cambio climático, así como de la necesidad de mejorar las infraestructuras actuales de salud pública y participar en políticas para disminuir la dependencia de los combustibles fósiles.

El cambio climático presenta un abanico de desafíos a la salud humana, aunque muchas de las relaciones sean complejas de demostrar, ya que un conjunto amplio de otros factores sociales, conductuales y medioambientales pueden afectar también a los resultados sanitarios en cuestión. Debido a los impactos potenciales tan amplios del calentamiento global, “se debería realizar un planteamiento preventivo para procurar disminuir sustancialmente las emisiones de gas que ocasionan el efecto invernadero, incluida la introducción de energías eficientes y de tecnologías energéticas renovables”, subrayan como medida profiláctica más eficaz.

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