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El 30 por ciento del gasto sanitario en nuevas tecnologías se pierde en un uso inapropiado, según los expertos
Silvia C.Carpallo
Una jornada de la OMC, en colaboración con la Fundación Kovacs pone en entredicho el buen uso de las innovadoras tecnologías sanitarias en España. Por ello han reunido a diversos expertos para proponer una nueva hoja de ruta, destinada a que instituciones, los profesionales y las agencias evaluadoras, conviertan en más eficiente este gran porcentaje de gasto sanitario
Madrid (26-11-10)-. El gasto sanitario sufre un continuo aumento y las causas del mismo no se explican sólo por el envejecimiento poblacional. La realidad es que el 50 por ciento de ese crecimiento está representado por la inversión continuada en nuevas tecnologías sanitarias. Sin embargo, esta cifra no se traduce en una mejora de la salud poblacional, puesto que como media global, el 30 por ciento de este gasto ha demostrado derrocharse en un uso de las tecnologías sanitarias que no es eficiente, cifra que se incrementa en casos como en de las resonancias magnéticas lumbares, donde asciende hasta un 67 por ciento. Igualmente, otras innovaciones, como la eficiencia actual en la utilización del robot Da Vinci también se muestra en entredicho. Estos son los datos que se manejan en las jornada “La adopción de las innovaciones sanitarias: análisis crítico y recomendaciones”, organizadas por la Organización Médica Colegial (OMC), su fundación para la formación (FFOMC) y la Fundación Kovacs.
Los motivos principales de esta falta de eficiencia los resumía Francisco M. Kovacs, presidente de la Fundación Kovacs, diferenciando tres causas, la utilización de procedimientos que no han demostrado ser efectivos, el uso de tecnologías para casos en los que no están indicadas, o bien, el no uso de innovaciones que si han demostrado ser efectivas y eficientes. Pero no son los únicos, Laura Smpietro-Colom, presidenta de la Sociedad Internacional de Evaluación de Tecnología Sanitaria, exponía que “siendo un país pionero en la evaluación de tecnología, la realidad es que aún no hay soporte institucional real y presupuestario, tenemos una ley y un Real Decreto que dice que cualquier nueva tecnología debería ser evaluada, pero no siempre es así”. Con ella se mostraba de acuerdo Gerard Urrútia, del centro Cochrane Iberoamericano, que añadía que “hay una falta investigación de calidad, y hay pocos estudios que evalúen de manera fiable los potenciales beneficios de las nuevas técnicas y procedimientos quirúrgicos respecto a los previamente existentes”.
Por todo ello el objetivo que se marca en esta jornada es el de crear una nueva hoja de ruta, e incluso, una agenda determinada, que marque una nueva línea a seguir según las conclusiones que de aquí se extraigan por los diversos expertos. Esta línea de acción será editada y repartida a todos los estamentos interesados, antes de las elecciones autonómicas. Por su parte, la OMC mostraba su compromiso con esta causa, por cuatro diversos motivos, que exponía Serafín Romero Agüit, secretario general de la organización. Estas eran la apuesta por la sostenibilidad del SNS, que pasa por un modelo eficiente, el compromiso de los profesionales en un uso racional de las tecnologías, la necesidad de disminuir la variabilidad en la práctica clínica y el compromiso con la seguridad del paciente.
Renovación del compromiso profesional y de las agencias evaluadoras
Precisamente desde la percepción de los colegios médicos se hablaba de la necesidad de la revisión sistemática de los comportamientos profesionales en los apartados de pruebas diagnósticas y decisiones terapéuticas. Francisco M. Kovacs explicaba que los profesionales deben “poder demostrar que lo se hace, se hace bien, y tener datos reales para ello”. De igual manera citaba que las instituciones por su parte deberían “racionalizar en vez de racionar”, ya que no se trata sólo de reducir costes, sino de ser eficientes, llegando incluso a afirmar el experto que “probablemente la Sanidad no merece un euro más mientras no sea capaz de demostrar que está utilizando eficientemente los que ya tiene”. Igualmente, respecto al necesario compromiso de los médicos, Gerard Urrútia explicaba que “algunos perciben la autorregulación como positivo, como una libertad, pero produce una zona gris donde no se está salvaguardando la seguridad del paciente”, a lo que Kovacs añadía que “no tiene sentido hacer difícil la vida de un paciente a cambio de nada”.
Asimismo, otro punto clave resultaba ser el de las agencias evaluadoras. En España existe una Red de Agencias y Unidades de evaluación sanitaria que hacen bien su trabajo, pero existe un espacio de mejora. Respecto a si sería más viable un modelo al estilo del NICE británico, Laura Sampietro, explicaba que el modelo debe estar adaptado a las características del Sistema Nacional de Salud de cada país, y que en este caso particular, “no vería muy eficiente un NICE español”. Igualmente, la presidenta de la Sociedad Internacional de Evaluación de Tecnología Sanitaria, recordaba que “el presupuesto de todas las agencias de evaluación españolas no llega al 20 por ciento de lo que tiene el NICE británico”, por lo que había que valorar el esfuerzo de las agencias nacionales.
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