INVESTIGADORES POR EL MUNDO | Fernando Martín
'La innovación está en la frontera entre disciplinas'
Fernando Martín dejó su puesto fijo para emprender una aventura australiana
Le han contratado para fundar un instituto de Bioinformática de la Salud
María Valerio | Javier Beneytez (Vídeo) VER ORIGINAL | Madrid
Actualizado viernes 29/04/2011 05:03 horas
Con 47 años y un puesto fijo como jefe de grupo en el Instituto Carlos III, Fernando Martín decidió liarse la manta a la cabeza y cruzar el planeta rumbo a Melbourne (Australia). Allí dirige desde hace tres meses la puesta en marcha de un ambicioso proyecto que aúna sus tres pasiones, la Informática, la Medicina y la Biología Molecular.
Porque este licenciado en las tres ciencias podía haber seguido plácidamente en Madrid como director de un grupo de Bioinformática médica, pero decidió optar a una plaza internacional en la que finalmente salió elegido entre otros muchos candidatos de todo el mundo. Ahora ocupa el cargo de director fundacional de un centro de investigación, que compatibiliza con una cátedra en la universidad y el desarrollo de proyectos de salud para la red de banda ancha que el gobierno australiano quiere llevar a todos los hogares.
"Me lo pensé mucho", confiesa sobre su decisión de 'emigrar', pero el prestigio de una de las 15 mejores universidades del mundo y el apoyo de su mujer y sus dos hijas finalmente decantaron la balanza del lado australiano. "Aquí tengo la oportunidad de seguir aprendiendo, tanto en el trabajo, como de la gente, de otro sistema político, otra cultura...", dice en una lluviosa tarde australiana.
Seguramente en su elección jugó a su su favor el hecho de "hablar los tres idiomas necesarios para el puesto", el de los ordenadores, pero también el de la medicina y la ciencia. Esa interdisciplinariedad dice, es una de las diferencias que ha notado con respecto a España; "allí todavía sigue todo más encasillado, las áreas están más definidas; cuando se está viendo que la innovación está en la frontera".
Porque, al fin y al cabo, la bioinformática necesita de los ordenadores para procesar datos procedentes de investigaciones y estudios clínicos, "pero la clave no está sólo en el ordenador, sino en el manejo de la información, en ser capaces de darle significado a los datos. También usamos mucho papel", bromea.
Al margen del dinero, a una escala impensable en España ("este centro tiene un presupuesto de unos mil millones de euros"), también nota alguna otra diferencia, como el reconocimiento social a la labor investigadora, o el apoyo que les presta la universidad para descargarle de labores burocráticas y papeleo. Y aunque el nivel de vida es un poco más caro que en España, también lo son los sueldos, "más acordes con el esfuerzo que supone nuestra formación".
Cada año, un 'tribunal' evaluará su papel en el cargo y dentro de cinco años tendrá que superar una evaluación más amplia para poder renovar su contrato; un sistema nada frecuente tampoco en los laboratorios españoles. Asegura que Melbourne es una ciudad fantástica para vivir y le ha gusta el carácter abierto y amable de los australianos; "son grandes viajeros así que me he encontrado a mucha gente que conocía España". Él y su familia, de momento, aprovechan los fines de semana para conocer su nueva ciudad cuando la lluvia australiana se lo permite.
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