VIDEOBLOG | Sanidad en la encrucijada
Comienza un curso clave
Una encuesta publicada este verano por una empresa de prestigio certificaba dos cosas que ya se sospechaban hace tiempo. La primera es que los profesionales que más confianza generan entre los españoles son los médicos y los científicos. Ambos con la misma puntuación: un notable sobrado.
La segunda es que los políticos y los banqueros están en la cola de los oficios e instituciones respetables. Tiene un suspenso rotundo. Son detalles que habría que tener en cuenta ahora que comenzamos un curso que puede ser crucial para el porvenir de nuestro país. A dos meses y medio de unas elecciones generales y con una sanidad que está en la encrucijada, quizá sea necesario reflexionar a fondo sobre sí es una utopía el que los farolillos rojos de esa lista de prestigio social intenten aproximarse a los que la lideran. En pocas palabras: ¿conseguirán los gobernantes y las finanzas salvar y mejorar la sanidad española? ¿Consentiremos que la cicatería de unos y la ineptitud de otros deterioren uno de los grandes progresos que ha hecho este país en toda su Historia?
La salud no tiene signo político y debe ser gestionada en armonía, independientemente de quién tenga la mayoría en el Congreso. Salud y Sanidad no son una lacra que asusta a los que tienen el dinero en sus arcas. Son claves de futuro y de progreso en cualquier sociedad. Generan calidad en la vida, innovación, excelencia y empleo, y son independientes de las culturas del pelotazo tan dañinas como las que ahora nos tienen bajo mínimos.
No tendremos la suerte de que desde fuera nos imponga Alemania o el Banco Central Europeo las claves de cómo mantener y mejorar la sanidad española. Esa tarea depende de nosotros. Por un lado, de nuestros dirigentes, que deben ser conscientes que el pacto sanitario es algo inexcusable que hay que hacer cuanto antes mejor. Por otro, de aquellos que controlan los euros que tendrían que entender que la salud y la sanidad no es un gasto que haya que limitar a cualquier precio. Es una inversión que puede ser muchísimo más rentable a medio y largo plazo que una buena operación de esas operaciones de pura especulación a los que nos habían acostumbrado a ver en Wall Street.
La segunda es que los políticos y los banqueros están en la cola de los oficios e instituciones respetables. Tiene un suspenso rotundo. Son detalles que habría que tener en cuenta ahora que comenzamos un curso que puede ser crucial para el porvenir de nuestro país. A dos meses y medio de unas elecciones generales y con una sanidad que está en la encrucijada, quizá sea necesario reflexionar a fondo sobre sí es una utopía el que los farolillos rojos de esa lista de prestigio social intenten aproximarse a los que la lideran. En pocas palabras: ¿conseguirán los gobernantes y las finanzas salvar y mejorar la sanidad española? ¿Consentiremos que la cicatería de unos y la ineptitud de otros deterioren uno de los grandes progresos que ha hecho este país en toda su Historia?
La salud no tiene signo político y debe ser gestionada en armonía, independientemente de quién tenga la mayoría en el Congreso. Salud y Sanidad no son una lacra que asusta a los que tienen el dinero en sus arcas. Son claves de futuro y de progreso en cualquier sociedad. Generan calidad en la vida, innovación, excelencia y empleo, y son independientes de las culturas del pelotazo tan dañinas como las que ahora nos tienen bajo mínimos.
No tendremos la suerte de que desde fuera nos imponga Alemania o el Banco Central Europeo las claves de cómo mantener y mejorar la sanidad española. Esa tarea depende de nosotros. Por un lado, de nuestros dirigentes, que deben ser conscientes que el pacto sanitario es algo inexcusable que hay que hacer cuanto antes mejor. Por otro, de aquellos que controlan los euros que tendrían que entender que la salud y la sanidad no es un gasto que haya que limitar a cualquier precio. Es una inversión que puede ser muchísimo más rentable a medio y largo plazo que una buena operación de esas operaciones de pura especulación a los que nos habían acostumbrado a ver en Wall Street.
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