La aplicación de la norma UNE 179003 permite evitar riesgos innecesarios en la seguridad del paciente
Madrid (22/11/2012) - Silvia C. Carpallo
Conocer los riesgos permite evitarlos. Ésa es la máxima que persigue la implementación en los servicios de salud esta norma para la seguridad del paciente, la cual ha sido tema de análisis durante el 6º Congreso Europeo de Pacientes, Innovación y Tecnologías
El 6º Congreso Europeo de Pacientes, Innovación y Tecnologías ha reunido a diversos expertos para hablar de un tema clave en su asistencia como es la seguridad del paciente. Ya se sabe que los efectos adversos derivados de la asistencia sanitaria son una importante causa de mortalidad evitable, y además genera una serie de gastos al sistema, inviables en tiempos de crisis. Es por ello que los avances que se han hecho desde múltiples organizaciones desde que se empezó a hablar de la "Seguridad del Paciente" a finales de los 90, han supuesto una revolución del sistema.
En España, uno de esos avances es la norma UNE 179003, sobre la cual hablaba más ampliamente Marta Serrano, de la Gerencia de Sanidad de AENOR. Según la experta, la base de esta norma es "identificar los riesgos para después poder analizarlos, evaluarlos, tratarlos y registrarlos", y poder así evitarlos. De esta manera se gestiona de forma proactiva esos peligros, se aumenta la confianza en el sistema sanitario por parte del personal y de los pacientes, mejoran los resultados en términos de efectividad y calidad, y también los resultados económicos para la organización.
Sobre el papel de las organizaciones y su plan estratégico de seguridad, intervenía Alberto de la Rosa, director general del Grupo Ribera Salud. El experto en gestión explicaba que para mejorar la seguridad del paciente son fundamentales los sistemas de información, puesto que "necesitamos tener información de lo que hacemos, para poder medirlo y ser capaces de mejorar". En este sentido también reclamaba "una mayor transparencia, tenemos que medirnos para también poder compararnos".
La realidad clínica
María del Mar Vázquez, subdirectora de Procesos Asistenciales de Soporte del Servicio Gallego de Salud, explicaba la parte más práctica de esta norma, sobre un ejemplo en cuanto a su implementación en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago. Así, la experta señalaba que se habían producido mejoras en todas las áreas en las que se había implantado esta norma, entre ellas incluso en la acogida del propio paciente, donde se había producido "la reducción de errores en el proceso de identificación", así como una mejora de la protección de la información confidencial del paciente, al detectar que los lugares de recogida de los mismos no eran los más idóneos, y hacerlo ahora de forma más privada.
Sin duda, otra de las grandes ventajas es que la aplicación de esta norma permite "una mejora en la formación de los profesionales", de hecho, ellos mismos atestiguan en este caso que "se han hecho conscientes de riesgos de los que antes no eran, y en el momento en que se identifican es más fácil corregirlos", según la experta. De hecho, una de las primeras medidas a la hora de poner en marcha toda esta nueva reglamentación fue la creación de un grupo de trabajo multidisciplinar para la elaboración de todas estas tareas.
Los pacientes también son una parte activa en este proceso, ya que por ejemplo, ideas como realizar un diario en el que ir detectando algunos de los efectos adversos que puedan ir experimentando, resulta un material muy útil para aportar luego a los profesionales.
Finalmente, Vázquez señalaba algunos de los problemas que se han encontrado a la hora de implementar todas estas medidas, donde el mayor reto no ha sido a la hora de detectar los riesgos, sino de evaluarlos, puesto que "faltan datos previos para poder comprarnos".
En España, uno de esos avances es la norma UNE 179003, sobre la cual hablaba más ampliamente Marta Serrano, de la Gerencia de Sanidad de AENOR. Según la experta, la base de esta norma es "identificar los riesgos para después poder analizarlos, evaluarlos, tratarlos y registrarlos", y poder así evitarlos. De esta manera se gestiona de forma proactiva esos peligros, se aumenta la confianza en el sistema sanitario por parte del personal y de los pacientes, mejoran los resultados en términos de efectividad y calidad, y también los resultados económicos para la organización.
Sobre el papel de las organizaciones y su plan estratégico de seguridad, intervenía Alberto de la Rosa, director general del Grupo Ribera Salud. El experto en gestión explicaba que para mejorar la seguridad del paciente son fundamentales los sistemas de información, puesto que "necesitamos tener información de lo que hacemos, para poder medirlo y ser capaces de mejorar". En este sentido también reclamaba "una mayor transparencia, tenemos que medirnos para también poder compararnos".
La realidad clínica
María del Mar Vázquez, subdirectora de Procesos Asistenciales de Soporte del Servicio Gallego de Salud, explicaba la parte más práctica de esta norma, sobre un ejemplo en cuanto a su implementación en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago. Así, la experta señalaba que se habían producido mejoras en todas las áreas en las que se había implantado esta norma, entre ellas incluso en la acogida del propio paciente, donde se había producido "la reducción de errores en el proceso de identificación", así como una mejora de la protección de la información confidencial del paciente, al detectar que los lugares de recogida de los mismos no eran los más idóneos, y hacerlo ahora de forma más privada.
Sin duda, otra de las grandes ventajas es que la aplicación de esta norma permite "una mejora en la formación de los profesionales", de hecho, ellos mismos atestiguan en este caso que "se han hecho conscientes de riesgos de los que antes no eran, y en el momento en que se identifican es más fácil corregirlos", según la experta. De hecho, una de las primeras medidas a la hora de poner en marcha toda esta nueva reglamentación fue la creación de un grupo de trabajo multidisciplinar para la elaboración de todas estas tareas.
Los pacientes también son una parte activa en este proceso, ya que por ejemplo, ideas como realizar un diario en el que ir detectando algunos de los efectos adversos que puedan ir experimentando, resulta un material muy útil para aportar luego a los profesionales.
Finalmente, Vázquez señalaba algunos de los problemas que se han encontrado a la hora de implementar todas estas medidas, donde el mayor reto no ha sido a la hora de detectar los riesgos, sino de evaluarlos, puesto que "faltan datos previos para poder comprarnos".
No hay comentarios:
Publicar un comentario