jueves, 30 de mayo de 2013

Niños con discapacidad: la puerta de la marginación

Niños con discapacidad: la puerta de la marginación

Niños con discapacidad: la puerta de la marginación

93 millones de menores integran este colectivo en todo el mundo

Un informe de Unicef insta a luchar contra la invisibilidad y favorecer la inclusión social


Un niño de 10 años, en una clase de preescolar en Bangladesh. / unicef

Alrededor de 93 millones de niños y niñas de todo el mundo —uno de cada 20— tienen más papeletas para ser pobres que el resto de los menores. Cuentan con menos probabilidades de recibir atención médica o de ir a la escuela. Y son más vulnerables a la violencia, el abuso, la explotación y el abandono. ¿La razón? Conviven con una discapacidad. Así lo revela un informe de Unicef que sitúa al colectivo entre los más marginados. La ONG aboga por luchar contra la exclusión y anima a que se adopte un modelo inclusivo que permita a los chicos y chicas formarse e integrarse en la sociedad.

La invisibilidad es el peor lastre para estos menores. La discriminación comienza en ocasiones desde su mismo nacimiento. Por desconocimiento de las familias y por miedo a ser estigmatizados, incluso llegan a ocultar a los niños, recluyéndolos en casa o ingresándolos en instituciones, algo que ocurre con frecuencia. Así lo pone de manifiesto el informe El Estado Mundial de la Infancia de 2013: Niñas y niños con discapacidad, elaborado por UNICEF. La ONG realiza este estudio anualmente y en esta ocasión se ha centrado en la discapacidad, recopilando distintos estudios. Entre ellos, uno elaborado en 14 países en desarrollo que determina que las personas con discapacidad tienen más probabilidades de encontrarse en situaciones de pobreza que las personas sin discapacidad, y que tienden a estar en situación menos favorable en lo referente a educación, empleo, consumo, salud y condiciones de vida.

Pero Unicef llega a la conclusión de que la invisibilidad no afecta a los niños solo en cuanto a la exclusión social se refiere. También se manifiesta en la falta de cifras fiables: hay pocos datos precisos sobre el número de menores que conforman este colectivo, qué discapacidades tienen y la forma en que afectan a sus vidas. Como resultado, pocos Gobiernos disponen de una orientación fiable para la asignación de recursos a fin de ayudar y apoyar a las familias.

Si bien todos los niños que viven en situación de pobreza tienen menos probabilidades de asistir a la escuela o acudir a un centro sanitario, esta posibilidad es aún menor en quienes, además, poseen una discapacidad. Y en el caso de las niñas esta circunstancia se agrava: ellas tienen menos posibilidades que los chicos de recibir alimentos y atención. Una encuesta de la Organización Mundial de la Salud en 51 países determina que los porcentajes de finalización de la escuela primaria son los siguientes: 51% en niños con discapacidad, frente al 61% en niños sin discapacidad, y 42% en niñas con discapacidad, frente al 53% en niñas sin discapacidad.

El informe de Unicef señala que subestimar el potencial de estas personas es uno de los factores que más atentan contra su inclusión y su disfrute de la igualdad de oportunidades. Por ello, la ONG insta a las familias, las comunidades y a los Estados a dar protección social a los niños con discapacidad. Según recoge el estudio, esta ayuda ha de sostenerse sobre una base sólida, que remarque los esfuerzos en salud —por ejemplo, en cuanto a la inmunización; muchos menores no tienen accesos a las vacunas, por lo que contraen enfermedades que agravan su estado—, en nutrición —entre 250.000 y 500.000 niños corren riesgo de padecer ceguera debido a una carencia de vitamina A, que podría solucionarse con simples suplementos vitamínicos— y en una educación de calidad. La ONG defiende que los menores con discapacidad asistan a clase junto a compañeros sin discapacidad en el grado que le corresponda “con el apoyo individual que necesiten”. Es la inversión en la formación de este colectivo la que puede contribuir a su eficiencia en un futuro como miembros de la población activa. Unicef asegura que el potencial de ingresos de una persona puede aumentar hasta en un 10% por cada año de escolarización adicional.

Sin embargo, los esfuerzos por mejorar la calidad de vida de estos niños son insuficientes si no se hace también hincapié en la protección de sus derechos. Las personas con discapacidad son especialmente vulnerables a la violencia, el abandono y los malos tratos. Según un estudio de la Universidad John Moores de Liverpool y de la Organización Mundial de la Salud realizado en 17 países de altos ingresos, las estimaciones de riesgo indican que los menores con discapacidad son entre tres y cuatro veces más proclives a sufrir abusos. Unicef anima a los Gobiernos a ratificar la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad —a principios de 2013, 127 países y la Unión Europea lo habían hecho— y la Convención sobre los Derechos del Niño —refrendada por 193 países— para, de esta forma, manifestar su compromiso en la lucha contra la exclusión y por la inclusión social de este colectivo.

"Ni siquiera puedo permitirme comprar pañales"

Elham tiene ocho años y vive en un campo de refugiados con sus padres y sus tres hermanos. No puede caminar ni hablar. Tampoco sentarse, comer o ir al baño sin ayuda. Su familia huyó de la guerra de Siria y buscó cobijo en Domiz, al norte de Irak.
Su madre, Newshin, descubrió que Elham era discapacitada a los tres días de su nacimiento, cuando cayó enferma. "Era mejor en Siria", recuerda la mujer. Allí la niña recibía atención médica. "Aquí siempre está enferma y tiene más ataques. Está débil. Yo intento conseguirle pastillas, pero no puedo", se lamenta Newshin. "Ni siquiera puedo permitirme comprar pañales", añade.
La madre habla continuamente con la niña, pero ella permanece en silencio. "Me gustaría poder prestarle más atención a mis otros hijos [de entre dos y 10 años], pero dedico todo mi tiempo a Elham. Ojalá algún día pueda cuidar de sí misma", afirma Newshin.

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