jueves, 2 de julio de 2009

HOSPITAL SEGURO


Administración hospitalaria
Relevancia de la iniciativa hospital seguro
Julio 2009


Se denomina “hospital seguro” a un hospital cuyos servicios permanecen accesibles y funcionando a su máxima capacidad instalada y en su misma infraestructura, inmediatamente después de un fenómeno destructivo de gran intensidad de origen natural.

Desastres como los terremotos de Turquía (1999); Gujarat, en la India; El Salvador (2001), y Bam, en Irán (2003), o los ciclones de Granada, Haití y Filipinas (2004), evocan imágenes de un gran número de víctimas que están a la espera de recibir tratamiento médico, y de hospitales de campaña en los terrenos de hospitales severamente dañados. Sin embargo, el impacto de un hospital destruido es más profundo. Por un lado, debe enfrentar el reto de reanudar el tratamiento de las urgencias médicas y la demanda de atención requerida en situaciones normales, y por otro, hay que brindar atención médica a las víctimas de los desastres.

De manera especial en los países en desarrollo, los hospitales ofrecen más que atención médica para los enfermos. Albergan laboratorios de referencia para la salud pública, alertan tempranamente sobre enfermedades transmisibles y sirven de centros para la educación en salud pública, por lo que es esencial protegerlos. Además de proporcionar una buena atención médica, deben garantizar la seguridad de los usuarios, que son muy vulnerables.

Aunque el valor de la infraestructura física del edificio constituye una pequeña fracción del costo total, los establecimientos de salud modernos concentran equipos costosos en espacios pequeños y representan una enorme inversión, por lo que su destrucción es una carga económica importante para la sociedad [2]. Adicionalmente, la falta de servicios médicos perjudica el proceso de recuperación económica y empresarial de la población, aspecto que se subestima o se aborda rara vez al determinar las prioridades de reconstrucción [1].

Reducción de la vulnerabilidad
Múltiples matices y niveles de protección deben tenerse en cuenta en la reducción de la vulnerabilidad de un hospital. Si bien en los sucesos más extremos pueden tener cierto grado de pérdida, no se debe permitir que se derrumben en un terremoto, o que pierdan el techo o los equipos después de un huracán.

En América Latina y el Caribe, mantener operativos los hospitales en tiempos de normalidad consume casi dos tercios del presupuesto de la salud pública; por ello, que es imperioso protegerlos. El grado óptimo de protección comprende proteger la vida, la inversión y la operación. La primera es el nivel mínimo que cada estructura debe cumplir, y que asegura que la construcción no se derrumbará y lastimará a sus ocupantes; la segunda supone salvaguardar la infraestructura y los equipamientos, y realizar reparaciones con mayor rapidez, lo que se traduce en una pronta rehabilitación, puesto que la reconstrucción posterior al desastre puede ser un proceso prolongado. Por último, la protección de la operación busca cerciorarse de que el hospital puede funcionar después de un desastre.

En la actualidad, la necesidad de reducir la vulnerabilidad no estructural de los establecimientos existentes se reconoce en muchos países de América Latina. Desde mediados de los años ochenta, países proclives a terremotos, entre ellos Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México y Perú, han reforzado (como se denomina el proceso de corregir puntos débiles estructurales y no estructurales inadmisibles) las instituciones sanitarias esenciales.

Reforzar todos los hospitales existentes es extremadamente costoso y causaría mucha desorganización, por lo que se sugiere concentrarse en las áreas críticas de los establecimientos prioritarios [1]. Por otra parte, es factible y económico lograr que los centros nuevos satisfagan los requisitos de seguridad más estrictos y modernos, lo que debe contemplarse durante el proceso de planificación, en la selección de la ubicación y, desde luego, en la formulación de las especificaciones arquitectónicas y de ingeniería. Hacer que los hospitales sean seguros ante los desastres naturales requiere el conocimiento multidisciplinario de una variedad de expertos [1].

El costo económico de la mitigación de los desastres
Técnicamente es imposible y muy costosa la protección contra todos los peligros naturales. El costo de reducir la vulnerabilidad depende de varios factores. Uno de ellos es la naturaleza de la amenaza: es más costoso proteger infraestructuras críticas contra terremotos que ante inundaciones, y más aún que contra daños causados por el viento, como huracanes y ciclones.

La pérdida de un hospital, público o privado, acarrea costos directos e indirectos. Los primeros consisten en la infraestructura, equipos, mobiliario, suministros, etc., mientras que los indirectos comprenden los gastos imprevistos, como las soluciones temporales u hospitales de campaña, mayor riesgo de brotes epidémicos, por falta de apoyo del laboratorio y de diagnóstico, la pérdida de los ingresos generados normalmente por los servicios, etc. Por otra parte, es difícil estimar el costo relacionado con el deterioro del bienestar de la población, debido a la interrupción de los servicios. La suma de costos directos e indirectos fácilmente sobrepasa la inversión que hubiera sido necesaria para prevenir los daños.

Es claro que, en un país con una frecuencia moderada o alta de riesgos naturales, la integración de la gestión de riesgos en la planificación de los hospitales nuevos (y de cualquier otra infraestructura) es muy económica, pues protege la inversión de capital y hace que el desarrollo sea más sostenible [1].

En este sentido, la comunidad mundial interesada en el tema de los desastres se unió en la segunda conferencia mundial en Kobe (Japón), para analizar la reducción de los riesgos de los desastres y redactar un plan de acción para el período 2005-2015, que enfatizará la integración de la planificación de la reducción de riesgos de desastres en el sector sanitario. La meta de "hospitales seguros frente a desastres" busca asegurar que todos los centros nuevos se construyan con un nivel de resistencia que les permita seguir funcionando en situaciones de desastre, y que se implementen medidas de mitigación para reforzar los establecimientos existentes, en particular los que son prioritarios en la atención en salud [1].

Puesta en marcha del programa
La "Guía de evaluación de la seguridad de un hospital ante desastres" fue redactada por un grupo de expertos, para evaluar de manera específica cada hospital, y determinar la seguridad de las estructuras, de los elementos no estructurales y de la capacidad de gestión hospitalaria para enfrentar desastres de diferente magnitud, a través de un índice de seguridad. Este indicador muestra si la institución tiene la capacidad de continuar funcionando o podría tener un uso restringido o altas probabilidades de no responder ante el desastre, por la presencia de daños severos o de elementos peligrosos amenazantes en ella.

En resumen, el programa busca proteger la vida de los "habitantes" de la institución, la operación de la organización y la infraestructura o inversión, por lo que realiza recomendaciones de orientación de las medidas necesarias a corto, mediano o largo plazo, para la disminución de la vulnerabilidad estructural, no estructural y de gestión [3].

Referencias
1. Organización Panamericana de la Salud. "Hospitales seguros: una responsabilidad colectiva". 2005, p. 27. Disponible online en: http://www.paho.org/spanish/dd/ped/SafeHospitals.htm.

2. OPS/OMS. Fundamentos para la mitigación de desastres en establecimientos de salud. 2002 (texto completo en www.paho.org/desastres).

3. OPS-OMS. Manual para el evaluador. Programa: Hospital seguro. Febrero de 2007.

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