lunes, 27 de septiembre de 2010

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ESPAÑA
EJE ESTRATÉGICO DE LOS SISTEMAS SANITARIOS DE LOS PAÍSES MÁS AVANZADOS
Dirección pública profesional
La deseable profesionalización de los directivos sanitarios, de los que depende el buen gobierno de las instituciones del sector de la salud, está a la espera de juntar una serie de buenas iniciativas que deriven en la formación de un profesional más orientado a la gestión.


Hilario López - Martes, 28 de Septiembre de 2010 - Actualizado a las 00:00h.


¿Gozan nuestros directivos sanitarios del suficiente grado de autonomía y libertad en sus respectivos centros para liderar los nuevos retos y desafíos que se presentan en los sistemas de salud del siglo XXI?

¿Dónde se encuentran las principales resistencias y dificultades para avanzar hacia un modelo profesional de dirección-gerencia en el sistema sanitario?

Deberíamos extraer lecciones de países de la UE similares a España y lograr que nuestro modelo de dirección pública esté a la altura de la dificultad que supone liderar nuestras organizaciones

El buen gobierno de los sistemas sanitarios en general, y de las organizaciones que los constituyen en particular, se ha convertido en un eje estratégico fundamental para la mayoría de países democráticamente modernos y avanzados. Por ello, en un escenario geopolítico como la Unión Europea, que constituye un magnífico laboratorio natural de ideas y proyectos innovadores en gestión sanitaria, deberíamos ser capaces de extraer valiosísimas lecciones de países similares a España en la sanidad y conseguir, con ello, que nuestro modelo de dirección pública esté a la altura de la enorme dificultad que supone liderar nuestras organizaciones.

Inicialmente, los aspectos más importantes sobre los que deberíamos reflexionar, por su enorme poder transformador sobre el sistema directivo actual, y que nos permitirían avanzar hacia un modelo profesional de dirección pública sanitaria en nuestro país son:

La experiencia en nuestro país de escuelas de salud pública y escuelas de negocios supone una sólida base para diseñar el programa formativo más adecuado para el gestor sanitario de este siglo

La constitución de órganos colegiados de gobierno en los centros sanitarios debería constituir una prioridad para la modernización y democratización de la dirección pública en nuestras organizaciones. Su creación permitiría incrementar su grado de autonomía y libertad en la gestión y el gobierno, así como una mayor capacidad para definir, específicamente, sus propias líneas estratégicas. Cumpliendo siempre con los objetivos generales definidos por la administración competente en materia sanitaria, evidentemente.

Nombramiento y cese
-En estos órganos de gobierno debe recaer toda la responsabilidad y autoridad para supervisar, directamente, la función directiva y de gestión de sus respectivos gerentes. Su nombramiento y cese debe realizarse atendiendo al cumplimiento de objetivos bien definidos y a criterios de mérito y capacidad. Los principios que deben definir la constitución y el funcionamiento de estos órganos son la pluralidad, la trasparencia y la rendición de cuentas ante la sociedad.

Por ello, para la consecución exitosa de estos objetivos, y considerando el contexto político y social que caracteriza a nuestras organizaciones sanitarias, deben formar parte de ellos representantes de todos los agentes relacionados con el sector: de los profesionales del centro, de la consejería de salud, agentes sociales, asociaciones de pacientes y colegios de profesionales.

-La discrecionalidad continúa siendo, independientemente del color político de cada gobierno autonómico, el criterio fundamental que caracteriza el nombramiento y el cese de nuestros gestores. La ruptura de este statu quo supone, probablemente, una de las principales resistencias y dificultades a un cambio de modelo orientado a su profesionalización. En un futuro inmediato deberíamos ser capaces de avanzar hacia un nuevo escenario donde la profesionalización de la gestión se convierta en el pilar fundamental sobre el que pivote un nuevo modelo de dirección pública.

-El ámbito hospitalario es altamente complejo, especializado y quizás, hoy en día, una de las áreas de la administración pública que requiere más financiación y recursos. Por ello, ¿no sería razonable definir y consensuar un marco formativo adecuado a las exigencias y necesidades que supone liderar nuestras organizaciones?

Características del directivo
El modelo directivo francés, paradigma de modelo funcionarial en la gestión sanitaria, es muy contundente a este respecto. Consideran absolutamente obligatorio para cualquier aspirante a desarrollar una carrera profesional como directivo, un periodo de formación de más de dos años en la Escuela Nacional de Salud Pública en Rennes. Éste constituye inexorablemente el punto de partida en la hoja de ruta de cualquier futuro gestor en la sanidad pública francesa. En nuestro país, lejos de existir un cuerpo profesional de directivos-gerentes en el sistema sanitario, no hay acuerdo entre los agentes relacionados con el sector sobre el conjunto de conocimientos, capacidades y habilidades necesarias para el ejercicio de esta profesión.

Por todo ello, la formación de gestores debería configurarse como un elemento más del sistema de organización y gestión de recursos humanos en la Administración Pública. Es precisamente en este aspecto por donde deberíamos empezar a trabajar para garantizar un perfil profesional adecuado a la complejidad y la especificidad de la dirección pública en nuestras organizaciones. La dilatada experiencia en la formación de directivos sanitarios por parte de escuelas de salud pública, así como de prestigiosas escuelas de negocios de nuestro país, supone una sólida base para diseñar el programa formativo teórico-práctico más adecuado para los gestores sanitarios de este siglo.

El Consejo Interterritorial, como principal instrumento de configuración y cohesión del Sistema Nacional de Salud, podría constituir el órgano de discusión y consenso entre los responsables de las diferentes administraciones sanitarias para definir el itinerario formativo y la carrera profesional de los futuros directivos. La existencia de dificultades y resistencias para superar, a corto plazo, la discrecionalidad del nombramiento y su cese, no justificarían la falta de compromiso y determinación por parte de las autoridades sanitarias para converger hacia un marco formativo común. Éste nacería desde el acuerdo de todas las administraciones, con vocación de permanencia y de progresiva aplicación en todo el Sistema Nacional de Salud.

Finalmente, el esfuerzo necesario para conseguir estos objetivos se traduciría, sin ninguna duda, en un fuerte elemento de cohesión sanitaria. Además, permitiría romper el mercado endogámico y local de gestores, sustituyéndolo por un escenario más profesional caracterizado por un marco formativo común que garantice la movilidad de nuestros directivos en todo el territorio nacional.
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