jueves, 27 de junio de 2013

Ahora quiero una niña | Sociedad | EL PAÍS

Ahora quiero una niña | Sociedad | EL PAÍS

Ahora quiero una niña

Las clínicas de fertilidad impulsan una iniciativa legislativa popular para que se permita elegir

el sexo del bebé

La propuesta abre el debate sobre las implicaciones éticas

La Ley de Reproducción Humana, de 2006, solo permite seleccionar el sexo del bebé con fines terapéuticos. / michael orton (getty)

Esperanza Martín tenía 43 años y cinco hijos varones cuando, en 1990, decidió acudir a un juez de Mataró, la ciudad donde residía, para pedirle que le diera autorización para escoger el sexo del siguiente. Quería tener una niña. El juez lo permitió, pero la fiscalía recurrió esa decisión y, finalmente, los tribunales no dejaron que Esperanza cumpliera su deseo. La legislación española impedía someterse a tratamiento para dar a luz, a la carta, a un niño o a una niña. Tampoco lo permite ahora. La Ley de Reproducción Humana, de 2006, solo consiente seleccionar el sexo del bebé con fines terapéuticos, es decir, para evitar enfermedades como la hemofilia o la distrofia muscular.

Las clínicas de reproducción asistida están promoviendo una recogida de firmas —se necesitan 500.000— con el objetivo de presentar una iniciativa legislativa popular (ILP) en el Congreso para cambiar la ley. Con su propuesta vuelven a abrir un debate que llevaba años silenciado en España, prácticamente desde el mediático caso de la mujer de Mataró que acudió a la justicia. Solo cuando, en 2003, una clínica belga anunció el primer nacimiento en Europa de un bebé cuyo sexo fue elegido por sus padres, se reactivó la discusión sobre esta posibilidad. La selección del sexo de los hijos por razones no terapéuticas tiene implicaciones éticas y legales que sitúan a los expertos en posiciones equidistantes.

“En esta cuestión hay un problema de base que tiene que ver con elegir las características de los hijos en general. Parece que va contra las prácticas habituales, la historia, con considerar a los hijos un don o una gracia divina, una creación de Dios”, explica Miguel Ángel Sánchez, profesor de Bioética de la Universidad Complutense de Madrid. “La función de los padres ha sido siempre aceptar a los hijos tal y como son y como vienen. Lo contrario se ha considerado tradicionalmente que atenta contra la moral. Desechar embriones patológicos se acepta, pero no elegir uno u otro entre dos supuestamente sanos. Pero esto tiene más que ver con una actitud tradicional que con motivos racionales, porque no los hay”, añade.

“El mero deseo de un niño o una niña no es justificable ni legal ni éticamente”, considera Natalia López, presidenta de la Asociación Española de Bioética (AEBI), la más conservadora, y miembro del Comité de Bioética de España. “Los sistemas de elección de sexo son complejos y con consecuencias serias, por lo que legalmente debe haber razones muy justificadas para hacerlo”, añade. ¿Se podría autorizar en determinados casos, como tener dos o más hijos del mismo sexo? “Ese no es un motivo razonable, ni para equilibrar la población, ni porque dos iguales dificulten la educación por falta de variabilidad familiar, que son las dos razones que se suelen alegar”, contesta.

“Poder elegir el sexo de los hijos siempre ha sido un deseo, un anhelo de la humanidad. Ya Aristóteles, hace 2.500 años, describía métodos para favorecer la consecución de hijos de uno u otro sexo”, afirma Simón Marina, director médico del Instituto Cefer, la clínica de reproducción asistida que impulsa la iniciativa de recogida de firmas, apoyada por la Asociación Nacional de Clínicas de Reproducción Asistida (Anacer).

“Unas cien parejas nos han solicitado información en el último año sobre esta posibilidad, es decir, que hay demanda social. El 80% de esas parejas ya tenían dos hijos del mismo sexo y buscaban un equilibrio. Si es posible técnicamente, y se hace en otros países, ¿por qué prohibirlo?”, se pregunta.

El profesor Sánchez apunta a otro “temor” que se suma a los prejuicios morales: “El hecho de que si dejamos escoger el sexo se pueda alterar la proporción de varones y hembras”. Y añade: “Como la mayoría de las sociedades son machistas, la elección podría resultar en discriminación y aumentar la población de varones.

Sin embargo, en las culturas desarrolladas esto no es así. Las publicaciones que he consultado muestran que no se confirma ese temor en los lugares donde se puede acceder a esta técnica. Los progenitores no tienden a elegir más un sexo que otro. Cuestión distinta serían países como China o India”, precisa.

La selección de sexo sin finalidad terapéutica está prohibida prácticamente en toda Europa. En cambio, en Estados Unidos se puede acceder a esta técnica por unos 20.000 dólares (15.372 euros), explica José Codesido, portavoz de Anacer. Decidir el sexo del futuro bebé con total fiabilidad requiere someterse a una fecundación in vitro y hacer un diagnóstico genético preimplantacional (DGP) que estudie los cromosomas sexuales. El embrión del género deseado es el que se transfiere al útero. La técnica de selección de espermatozoides es menos precisa, explica Simón Marina. En España suelen estudiarse cinco cromosomas: el 13, el 18, el 21, el X y el Y, aunque a los padres no se les da información sobre si el embrión que se implanta es de un sexo u otro, señala Marina. En España, un ciclo de fecundación con diagnóstico genético implantacional cuesta unos 8.000 euros, según los datos que facilitaron ayer en rueda de prensa los responsables de Cefer y Anacer.

“Elegir el sexo de tu hijo es un ejercicio de libertad”, asegura Marina, que lo considera asimismo “un derecho reproductivo legítimo” que no vulnera ningún derecho. “Hay muchas parejas que se desplazan a otros países para poder someterse a este tratamiento y la ILP pretende facilitar el acceso a esta técnica a quien no dispone de recursos para ir al extranjero”, añade. Estados Unidos, México, Panamá, Chipre, República Checa, Tailandia, Nigeria y Jordania son los países en los que actualmente se puede seleccionar el sexo del bebé, según datos de las clínicas de fertilidad.

Las clínicas presentaron ayer los resultados de una encuesta entre 402 personas según la cual el 81% considera que no debería estar prohibido elegir el sexo del hijo. Un 22% de los preguntados afirmó también que lo haría si tuviese la oportunidad, explicó ayer David Marina, andrólogo de Cefer. “El motivo de rechazo más repetido fue que se considera un capricho, o que hay que aceptar a los hijos tal como vengan porque es lo natural”, señaló.

El Observatorio de Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona elaboró en 2003 un documento sobre la selección del sexo del bebé por razones no terapéuticas. En él propugnaba una modificación de la legislación actual para que se admita “satisfacer un deseo legítimo pero no crucial” en determinadas circunstancias, siempre que garantizara la no discriminación. “La prohibición contundente del Estado sobre la selección de sexo constituye una barrera que limita la decisión ciudadana, mientras que, al mismo tiempo resulta ineficaz para evitar el fantasma de los hijos a la carta, y no se justifica en nuestro contexto por razones reales de peligro, ni siquiera de tipo demográfico”, afirma el documento, firmado por especialistas en biología celular y embriología, medicina, enfermería, filosofía, demografía, antropología y derecho.

Jaime Peris, catedrático de Derecho Penal de la Universidad de Murcia, autor de varios libros sobre genética y derecho, fue uno de los expertos que colaboró en ese texto. También en los informes que ayudaron a eliminar del proyecto de 1992 y del anteproyecto de Código Penal de 1994 la consideración de la elección del sexo del bebé como un delito. “Quedó como infracción grave”, explica. “Consideramos que esta conducta no tiene gravedad suficiente como para merecer reproche penal”, añade. “Sigo pensándolo, y personalmente creo que tampoco hay razones éticas para prohibirlo. Las únicas válidas serían las de orden científico, si se demostrara que produce un desequilibrio demográfico entre mujeres y varones, pero los estudios parecen demostrar que no es así”.

El presidente de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, José María Laílla, se mostró ayer “sorprendido” al conocer la iniciativa de las clínicas. “Estamos hablando de seleccionar embriones sin una razón científica”, aseguró. “Cuando hace tiempo saltó la polémica del niño a la carta me pareció, igual que ahora, algo poco científico y poco ético. ¿Qué sentido tiene hacer esa selección? Después vendrá quien quiera una niña rubita. La misión de las clínicas es permitir a las parejas con problemas de fertilidad tener hijos”, añadió.

El Ministerio de Sanidad rechazó pronunciarse sobre la iniciativa legislativa. Una portavoz señaló que la ley actual prohíbe la selección de sexo y que no hay prevista ninguna reforma. Esquerra Republicana (ERC) propuso en 2005, cuando se estaba elaborando la Ley 14/2006, incorporar un artículo para permitir a las parejas españolas elegir el sexo de su bebé si ya tienen dos hijos del mismo sexo. No obtuvo apoyos entre el resto de grupos. La enmienda de ERC precisaba que no debería utilizarse para la selección la técnica de diagnóstico genético preimplantacional, muy controvertida puesto que supone desechar embriones sanos.

También el documento del Observatorio de Bioética consideraba “desproporcionada” la técnica de selección de embriones como medio para elegir el sexo del bebé. Se podría aceptar, precisaba, solo en determinados supuestos, como bajo el compromiso formal de la pareja de utilizar o donar los embriones no deseados para la reproducción. La técnica apropiada es, según el documento, la separación de espermatozoides por citometría de flujo, con una fiabilidad “de aproximadamente un 90% para la obtención de niñas, y de tan solo algo más del 60% para la obtención de niños”.

Leopoldo Ortega-Monasterio, médico psiquiatra y forense, firmó el informe en el que se basó el juez de Mataró para dar la aprobación inicial al deseo de tener una hija de Esperanza Martín. Pasados 23 años, recuerda con claridad el caso. “Nuestro criterio estuvo basado sobre todo en el sentido común. Era una señora que no estaba enajenada, con plena capacidad de decidir; el deseo de tener una hija no era delirante sino una voluntad normal; la técnica no suponía ningún riesgo...”, explica por teléfono. “Aplicar la ley a rajatabla es ponerle puertas al campo”, opina. No siguió la pista a Mercedes, pero cree que consiguió dar a luz a una hija.

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