sábado, 17 de octubre de 2009

“El mantenimiento de un paciente reumático en su puesto de trabajo debería ser también un objetivo terapéutico”


Dra. Rosario García de Vicuña, presidenta de la SER.

“El mantenimiento de un paciente reumático en su puesto de trabajo debería ser también un objetivo terapéutico”
JANO.es
11 Septiembre 2009 · Max Ortega. Copenhague
Dra. Rosario García de Vicuña, presidenta de la SER


La Dra. Rosario García de Vicuña, presidenta desde 2008 de la Sociedad Española de Reumatología (SER), es jefa de Servicio de Reumatología del Hospital de la Princesa en Madrid y profesora en la Universidad Autónoma de Madrid. La Dra. García de Vicuña habla en la siguiente entrevista del impacto que tienen las enfermedades musculoesqueléticas en el ámbito laboral y cómo podría reducirse gracias a un diagnóstico y tratamiento precoces.

–¿Disponen de datos acerca de cómo las enfermedades reumáticas afectan a la vida laboral de los pacientes?
–Las cifras muestran que el 60% de las discapacidades en Europa puede estar relacionado con las enfermedades reumáticas. Concretamente, en España, un 22,6% de la población mayor de 20 años presenta alguna enfermedad reumática.

–¿Existen iniciativas que estén analizando en profundidad este problema?
–Así es. Hay proyectos en marcha que tratan de conocer el impacto real de estas enfermedades en los pacientes, sobre todo en relación con la pérdida de productividad. La iniciativa de ámbito europeo Fit for Work, lanzada por la organización internacional The Work Foundation, está elaborando un documento sobre este problema que se publicará este mes y del que saldrán recomendaciones dirigidas a todos los sectores implicados, aunque de manera especial a los gobiernos, con el fin de que modifiquen las políticas de salud para reducir el impacto económico que representan estas enfermedades, por su prevalencia y por las alteraciones que producen en cuanto a discapacidad y disminución de la calidad de vida.

–¿Participa la SER en este proyecto?
–A raíz de esta iniciativa europea, en España está en marcha la iniciativa Salud y Trabajo, que mostrará datos más específicos de nuestro país y que cuenta con el aval de la SER y el Foro Español de Pacientes. El objetivo es evaluar los costes económicos que estas enfermedades tienen en nuestro medio y su impacto sobre la discapacidad laboral y la pérdida de productividad. Gracias a este estudio ya sabemos que las enfermedades musculoesqueléticas han pasado a ser la primera causa de incapacidad temporal, ocasionando un gasto anual de unos 1.500 millones de euros. En este contexto, personalmente pienso que la incapacidad laboral de origen musculoesquelético debería contemplarse como un auténtico indicador de salud y que el mantenimiento de un paciente reumático en su puesto de trabajo también debería ser un objetivo terapéutico.

–¿Considera necesario disponer en España de una estrategia nacional en este campo?
–Por supuesto. En primer lugar, por la altísima prevalencia de estas enfermedades. En segundo, por el coste personal que suponen. Algunas presentan un alto riesgo de progresar a discapacidad, pero esto puede minimizarse en gran medida con un diagnóstico y una intervención precoces, que permiten que los pacientes con incapacidad laboral de este origen vuelvan mucho antes al trabajo, no se cronifiquen y mejoren su calidad de vida, ahorrando, al mismo tiempo, dinero al Estado.

–En cuanto al tratamiento precoz y la disponibilidad de nuevas terapias, ¿cree que los especialistas están concienciados sobre su importancia?
–En general, diría que sí, aunque no al cien por cien. La artritis reumatoide, por ejemplo, es una de las enfermedades que mayor riesgo comporta de evolucionar hacia la discapacidad y, sin embargo, es una de las dolencias en que esa discapacidad es prevenible, especialmente con la intervención precoz. Además, no sólo ha aumentado el arsenal terapéutico con los agentes biológicos, sino que hemos aprendido esquemas de tratamiento como la intervención precoz, el mejor uso de los medicamentos que ya teníamos o el momento más adecuado para introducir un fármaco biológico.

–Volviendo a la artritis reumatoide, ¿considera que la situación ha cambiado en los últimos años?
–Por supuesto. El panorama ha cambiado mucho. Antes, los pacientes nos llegaban con 2 años de evolución mientras que ahora, en las unidades de artritis precoz, nos llegan al cabo de sólo 2 o 3 meses. Tampoco vemos ya las discapacidades que encontrábamos antes; el empleo de la cirugía también ha disminuido mucho, al igual que la colocación de prótesis. Esto significa que estamos actuando cada vez más tempranamente.

–¿Existen restricciones en relación con el uso de determinados fármacos?
–Las hay, pero en comparación con otros países europeos, creo que en España no hay tantas trabas como puede haber en Reino Unido, donde reciben, por ejemplo, terapia biológica muchos menos pacientes de los que la necesitan. No obstante, los reumatólogos también debemos ser conscientes de que los recursos son limitados y tener en cuenta el coste-beneficio. Los tratamientos biológicos han supuesto un avance muy importante, pero es necesario destacar que sólo son realmente coste-efectivos cuando están bien indicados y, en cualquier caso, creo que solamente deben prescribir estos fármacos aquellos especialistas que tengan experiencia y conozcan bien sus mecanismos.
Sociedad Española de Reumatología

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