VIDEOBLOG | Píldora del día después
Propaganda anticientífica
La ciencia no es de izquierdas o de derechas. Tampoco procesa fe alguna: no es católica, protestante o judía, por ejemplo. La biomedicina cimenta su excelencia, en buena parte, en hechos contrastables. Afortunadamente. Si no sería folclore.
Por eso, instrumentalizarla (retorcerla) para llevarla al terreno de lo político o de lo religioso es un error del bulto. Un error que, además, cuando se hace se suele volver en contra del que lo ha cometido. Eso es lo que está pasando con el debate absurdo de la píldora poscoital.
Esas pastillas son un método anticonceptivo muy valioso, efectivo casi siempre y sin más efectos secundarios que los que puede tener, por ejemplo, una aspirina. Hace muchos años que está disponible sin receta en EEUU y hay también mucha literatura médica que avala la seguridad de su consumo razonable. No es un chute de hormonas -como han dicho algunos dirigentes de partidos políticos- ni al parecer se abusa de ella de forma indiscriminada como se ha venido diciendo con frecuencia en medios radicales.
Una encuesta reciente realizada por una empresa seria y avalada por una sociedad científica pone de manifiesto que en España el método se usa, por supuesto, pero de no una forma masiva e indiscriminada. La píldora es útil cuando el preservativo falla o cuando en una pasión improvisada se pierde el control. Cuando hay relaciones más o menos estables lo que prima es la famosa píldora diaria o el preservativo obligatorio.
Lo que no es de recibo es que con tanta propaganda en su contra -en ocasiones hasta de voces médicas- exista un 60% de las mujeres que crea que la píldora poscoital es algo peligroso para la salud. Porque eso no es así. Eso es mentira.
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