domingo, 2 de diciembre de 2012

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OPINIÓN

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La marea blanca agita el sentimiento de pérdida de un modelo sanitario y una guerra de vídeos


En blanco. Los regueros de protesta que se han abierto paso entre tanto recorte, grabados ya en la memoria colectiva por sus identificaciones cromáticas, han confluido esta semana, en la calle y en las redes, con la suma de todos los colores. Un blanco de batas, guantes y sábanas de hospital pintadas que han escenificado allá donde han podido la respuesta unánime de trabajadores y usuarios de la sanidad pública al cambio de modelo (extensión de la gestión privada en centros de titularidad autonómica) diseñado por el Gobierno regional. La huelga de dos días que inauguró la semana tuvo un eco notable en la Red. Las etiquetas que agruparon el clamor de Twitter (#Huelgaenblanco, #Huelgablanca, #Tsunamiblanco2) reunieron más de 40.000 menciones en 48 horas. Las mismas que albergaron paros y manifestaciones en el rutinario contexto de cifras arrojadizas con las que los gobiernos suelen evaluar las muestras de descontento social. Pero no solo hubo guerra de números. En el PP de Madrid decidieron que, en plena huelga, la mejor forma de aclarar a la ciudadanía los conceptos supuestamente alterados por el ruido de la protesta era difundiendo un vídeo de esos que refuerzan afinidades en campaña electoral. La angustia de una paciente por “lo que están diciendo” de la Sanidad pública hallaba rápido alivio gracias al médico que le explicaba que no tendrá que tirar de Visa para pagar la consulta. La sutileza en los términos animó la réplica en la poblada trinchera de enfrente con otro vídeo de similar escenificación pero mensaje inverso y algo más de argumentario. El contador de Youtube se inclinó por el segundo.

¿Perdón? El arte del vídeo simbólico también dio frutos entre un grupo de militantes del PSM que, quizá para estimular la imitación en otras alturas del partido, decidió pedir perdón a los votantes por las decisiones de Zapatero que, a su juicio, derivaron en el rotundo desapego que las urnas siguen reflejando. La pieza, de impacto desigual entre la militancia tuitera, reavivó durante unas horas los pellizcos intermitentes entre la oficialidad de Ferraz y el chaconismo.

El último drama. La muerte el jueves de María Teresa Alonso, la quinta víctima de la tragedia del Madrid Arena, coincidió en el tiempo con nuevas revelaciones sobre los dispositivos sanitarios desplegados (o no) en el recinto municipal en la madrugada del 1 de noviembre. Hubo quien, como homenaje y, a modo de protesta, quiso elevar el nombre de la joven a trending topic en busca de responsabilidades. Esas que no terminan de aflorar en la comisión de investigación auspiciada por el Ayuntamiento de Madrid.

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