domingo, 2 de diciembre de 2018

La reprogramación celular revoluciona el mundo biomédico | Observatorio de Bioética, UCV

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Observatorio de Bioética, UCV



La reprogramación celular revoluciona el mundo biomédico


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La reprogramación celular revoluciona el mundo biomédico
28 noviembre
12:372018
La reprogramación celular está revolucionando el mundo biomédico, no solamente por poder obtener a partir de las células pluripotentes, células de diferentes tejidos, sino también porque esas células pueden ser genéticamente modificadas, lo que puede utilizarse para el tratamiento de graves enfermedades, para su mejor estudio o para la valoración experimental de fármacos, y también para la producción artificial de órganos, e incluso para modificar el envejecimiento celular, extendiendo dicha posibilidad al rejuvenecimiento de los seres humanos, paso necesario para lo que se ha venido en denominar “enhancement” o mejora del cuerpo humano, prólogo del transhumansimo y posthumanismo, a mi juicio, la más profunda revolución tecnológica de la historia.
En ese tipo de experiencias, en un principio, se empezaron a utilizar células madre embrionarias, de las cuales se pueden derivar todo tipo de células y tejidos, e incluso organismos vivos adultos. Sin embargo, estas células tienen el inconveniente ético de que para utilizarlas hay que destruir embriones humanos, pues muchas de ellas se obtienen a partir de la masa granulosa interna del blastocisto, un embrión de entre 7 y 14 días, que naturalmente hay que destruir (Ver artículos relacionados: Possible clinical usefulness of embryonic stem cellsTherapeutic use of human embryonic stem cellsUse of embryonic stem cells to treat severe eye diseases).
Esta dificultad se solventó en 2006 cuando el grupo de Yamanaka, en Tokio, puso a punto la posibilidad de reprogramar células somáticas adultas a células similares a las embrionarias, las células madre pluripotenciales inducidas, o células iPS, que pueden utilizarse como material de laboratorio para obtener células madre pluripotentes. Su uso no conlleva ninguna dificultad ética, pues como se ha comentado, se obtienen a partir de células adultas (ver AQUÍ).
Sin embargo, esta técnica presenta dificultades metodológicas, como especialmente es la producción de alteraciones en el genoma de las células obtenidas, por lo que su uso en la clínica médica aún requiere amplias experiencias adicionales.
Hasta ahora nos hemos referido a la posibilidad de reprogramar células en el laboratorio, “in vitro”, ¿pero existe la posibilidad de hacerlo in vivo? Si así fuera, esto abriría la puerta a nuevas pautas terapéuticas, al poder tratar las alteraciones de órganos humanos in vivo, es decir, en el propio paciente, posiblemente utilizando sus propias células madre.
Esto que en principio parce casi una utopía se consiguió por primera vez en 2013, por un grupo de científicos españoles que trabajan en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, dirigido por Manuel Serrano, en un artículo publicado en Nature. Según comentan Elena Vicario y Eric Vázquez-Ferrer, en el número de Investigación y Ciencia del mes de septiembre de este mismo año, “los investigadores crearon un tipo de ratones, a los que denominaron 4F, que eran portadores de los cuatro factores de Yamanaka. La activación de estos factores está controlada por un gen que, a su vez, puede activarse a través de la administración de doxiciclina, la cual se administra a los ratones con la bebida. Los investigadores demostraron que era posible poner en marcha la reprogramación celular en dichos ratones mediante la administración de este fármaco”, pero como comenta Manuel Serrano, en el mismo título del referido trabajo, en las células producidas se produjeron teratomas (células cancerosas), por lo que los autores terminan su trabajo afirmando que “estos descubrimientos podrán ser relevantes para futuras aplicaciones de reprogramación celular en la medicina regenerativa”, por lo que, a nuestro juicio, aún está lejos su utilización clínica en humanos. Sin embargo, los primeros pasos en ese sentido ya se van dando.
En efecto, posteriormente, en dos interesantes trabajos se describe cómo se pueden reprogramar células en ratones vivos que padecen progeria (una enfermedad que lleva al envejecimiento prematuro) pudiéndose comprobar que utilizando una inducción corta de los cuatro factores de Yamanaka se puede conseguir una reprogramación celular parcial, que además de mantener su efecto sobre el rejuvenecimiento celular, no propicia la formación de tumores, lo cual, sin duda, supone un importante paso adelante en la reprogramación celular in vivo, que incluso abre “la puerta a prometedoras estrategias contra el envejecimiento”. Sin embargo, su aplicación en humanos todavía queda lejos (ver AQUÍ).
Pero, por el mismo grupo de Izpisua, se acaba de dar un importante paso adelante en el campo de la reprogramación celular in vivo, al mostrar la posibilidad de regenerar piel en animales con importantes lesiones dérmicas (ver más). Como se comenta en dicho artículo, “grandes úlceras cutáneas son, en caso graves, un peligro vital. Como la población mundial envejece las úlceras no producidas por traumatismos, están aumentando. Su tratamiento requiere normalmente el trasplante de componentes epiteliales existentes, tales como injertos de piel, o terapias utilizando cultivos celulares. Nosotros desarrollamos aquí un método alternativo para el tratamiento de estos tipos de lesiones. También generamos tejidos epiteliales expandidos, utilizando la reprogramación in vivo de células mesenquimales existentes en las heridas, utilizando cuatro factores de transcripción que favorecen una nueva epitelización desde la superficie de las úlceras cutáneas existentes en los ratones. Nuestros hallazgos pueden suponer una nueva avenida terapéutica para tratar las lesiones de piel, e incluso pueden extenderse a otras enfermedades, en las cuales lo procesos normales de reparación celular pueden estar alterados”.
Hasta donde pueden llegar estas nuevas posibilidades de reparación de lesiones orgánicas está por determinar, pero que constituyen una puerta abierta al logro de estos objetivos parece indudable.

Justo Aznar
Observatorio de Bioética
Universidad Católica de Valencia

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