lunes, 5 de diciembre de 2011

El voluntariado 'invisible' | Solidaridad | elmundo.es

COOPERACIÓN | Día Internacional del Voluntariado

El voluntariado 'invisible'

Voluntarios de Entreculturas en Colombia. Voluntarios de Entreculturas en Colombia.
Son muchos los que de manera silenciosa deciden cada año dejarlo todo para ayudar a aquellos que no tienen apenas nada. Y lo hacen a pesar de saber que cuando regresen a sus realidades, todo su esfuerzo y su dedicación habrá resultado 'invisible' para las instituciones y tendrán que empezar de cero.
Algunos se embarcarán en esta aventura, que cambiará sus vidas para siempre, sin ser conscientes de la situación de desamparo en la que se encuentra el voluntariado internacional en España, pero convencidos de que la experiencia merece la pena.
"Ser voluntario es darse, entregarse y a cambio te enriqueces de satisfacción personal. Ése es el regalo", comenta la cacereña Benedicta Luis Galán, de 47 años. Esta administrativa no dudó en pedir dos años de excedencia para hacer un voluntariado en Nicaragua. Lleva desde agosto de 2010 en un proyecto que tiene como objetivo prevenir la explotación sexual y ayudar a las víctimas de la violencia de género.
Como tantos otros, Benedicta dejó sus comodidades para seguir una 'inquietud' que había sentido desde siempre, convencida de que la realidad por muy dura que sea "puede y debe ser transformada".
En su caso cuenta con una ayuda de 170 dólares (alrededor de 130 euros) que le da la ONG Entreculturas para su alimentación y vive junto a otras cuatro voluntarias en una casa que le proporciona la organización con la que colabora en Managua. "La familia también contribuye para sufragar cualquier gasto extra que me pueda surgir", explica.
Contrariamente al perfil que se tiene del voluntariado, del joven mochilero que se aventura a vivir unas vacaciones solidarias, la mayoría de los voluntarios internacionales de larga duración son personas de entre 25 y 56 años, mayoritariamente mujeres, con estudios universitarios y que han desempeñado un trabajo remunerado en España antes de iniciar el voluntariado, asegura Carmen Moles, responsable del voluntariado internacional de Entreculturas.

Motivaciones

Sus motivaciones suelen ser muchas, aunque en todas subyace "un deseo de conocer de primera mano otras realidades, concretamente de exclusión, en un intento de mejorar o al menos no empeorar el mundo donde nos ha tocado vivir", añade Moles.
"Siempre tuve muy claro desde pequeñita lo que quería hacer. La imagen de una niña atrapada hasta la boca sin poder salir y llamando a su madre es el recuerdo que más asocio a mi infancia, igual que el deseo de hacerme voluntaria", asegura Susana Martínez Izcara, de 34 años, que regresó hace casi 12 meses a España tras pasar dos años como voluntaria en la comunidad Valle del Sade, en la provincia de Esmeraldas (Ecuador).
"Lo que más te llama, sin duda, es el contacto humano, ser testigo de vidas duras pero llenas de esperanza, de dificultades y de superación", añade la cacereña Mary Cruz Mateos, de 47 años, que dejó su trabajo como profesora de Matemáticas en un instituto extremeño para formar profesores y acompañarlos en el aula en distintos centros nicaragüenses.
Mary Cruz comenzó este proyecto solidario sin saber muy bien si tenía derecho a algún tipo de cobertura, pero no es la única. El voluntariado en el extranjero es una modalidad que no está amparada legalmente y cuya práctica no está reconocida.
El voluntario no cuenta con seguridad social en el tiempo que dura su cooperación, y cuando regresa carece de cualquier tipo de ayuda o subsidio. "El tipo de seguro de asistencia que se puede contratar es como viajero pero no es un seguro como el que la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo) brinda y facilita al personal cooperante", explica Moles.
"Cuando llegamos a España", comenta Susana, que se fue junto a su pareja a Ecuador, "nos dimos cuenta de que como no habíamos trabajado aquí, en algunas comunidades no teníamos derecho a sanidad ni nuestra labor se tenía en cuenta por las instituciones. Teníamos una excedencia y nos reincorporamos a nuestros puestos de trabajo, pero hasta entonces la ayuda de nuestras familias fue crucial", añade.

Vacío legal

El voluntariado en España se encuentra en "un vacío legal". "No se sabe a ciencia cierta cuántos voluntarios hay, dónde colaboran, con qué organizaciones, haciendo qué... No hay ni siquiera un registro como ocurre en otros países", se queja Moles.
"Irte de voluntario no es un capricho, ni unas vacaciones, es mucho más", comenta Sonia Cuesta, de 30 años, que considera que sería adecuado establecer una cobertura legal al voluntariado de larga duración [de seis meses a un año]. "Se debería conceder acreditaciones sólo a determinadas ONG porque otras muchas se aprovechan de los voluntarios dejando así de contratar personal profesional, y el Sur no se merece caridad sino profesionales que les ayuden de verdad", sostiene.
Por eso, se muestra partidaria de que al retornar el voluntariado se considere como "una experiencia profesional" y se establezca como "una categoría más en la Seguridad Social con unas características particulares".
Desde la ONG jesuita Entreculturas, defienden que se cree un régimen de Seguridad Social específico para los voluntarios al servicio de la cooperación internacional que les garantice no sólo prestaciones contributivas de jubilación, incapacidad permanente, muerte.... sino también las prestaciones de incapacidad temporal, maternidad y desempleo.
Además, consideran que habría que extender el seguro de asistencia con una cobertura específica que incluya seguro médico, hospitalización, repatriación y responsabilidad civil. "Creemos que se debería adoptar una propuesta similar a la existente para los cooperantes de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (Aecid), que tienen concertado un seguro colectivo en favor de los voluntarios", explica Moles.
Se trata, en definitiva, de que los voluntarios dejen de ser 'invisibles' para las instituciones y sean empezados a tener en cuenta como ocurre en otros países de nuestro entorno -como Suiza, Alemania y Francia-.
Su entusiasmo, su esfuerzo y sus ganas de ayudar seguirán siendo las mismas, pero dejarán de ser los 'olvidados' en el mundo de la cooperación al desarrollo.
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