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Distribución de recursos en sanidad : VIH/SIDA: entre la medicina social, el poder y el negocio farmacéutico
VIH/SIDA: ENTRE LA MEDICINA SOCIAL, EL PODER, Y EL NEGOCIO FARMACÉUTICO:
Medicina para ricos, medicina para pobres
Xavier Brito Alvarado
Abriendo el camino
En la actualidad es imposible, o al menos difícil, entender los procesos de salud-enfermedad en una esfera, exclusivamente, biológica (médica). Los múltiples cambios tecnológicos y sociales han modificado radicalmente los escenarios de compresión de estos procesos. Lo que en décadas anteriores se consideraba como enfermedades terminales, como la tuberculosis y otras, hoy son altamente curables; en este sentido, la salud, la medicina y todo su entorno necesita de nuevas aproximaciones teóricas y metodológicas, como lo sugiere Fredrik Barth, en el contexto antropológico.
Evidentemente, estamos frente a un campo importante que necesita ser nuevamente examinado. Lo que se requiere es un método que combine lo teórico y lo empírico: necesitamos investigar detenidamente los hechos empíricos de una variedad de casos y adaptar nuestros conceptos a estos datos empíricos con el objeto de aclararlos del modo más sencillo y adecuado posible que nos permita, al mismo tiempo, explorar sus implicaciones. (Barth, 1976: 10).
Paradójicamente con los avances tecnológicos y médicos aparecen nuevas enfermedades (VIH/SIDA. gripe AHN1 y otras) que se presentan en el horizonte como pandemias nunca sufridas por la humanidad, y consigo llegan la paranoia social, entre las que se pueden citar: la exclusión y la estigmatización social hacia quienes padecen o se encuentran infectados por estas enfermedades. Hay que recordar que la salud y la enfermedad están atravesadas, en términos de Bourdieu, por discursos y prácticas sociales.
Es ampliamente aceptado que la salud tiene determinaciones y condicionamientos sociales, tales como la educación, vivienda, alimentación, saneamiento básico, trabajo e ingresos, los cuales, a su vez, están ligados a las formas cotidianas de vida determinadas históricas y culturalmente. (Lorenzo, 2010:1).
Los grupos socioeconómicos con menos ingresos son los que poseen mayor probabilidad de sufrir enfermedades no solo infectocontagiosas, sino degenerativas, sumando altos riegos de incapacidad física y mental. “De la misma manera, es preciso considerar que las matrices culturales de determinadas colectividades y las estructuras simbólicas a través de las cuales las matrices sociales son construidas determinan modelos explicativos del proceso de salud-enfermedad”. (Lorenzo, 2010:1).
Las desigualdades sociales marcan diferencias muy sobre el acceso a las medicinas, es decir, un campo donde la justicia sanitaria debe intervenir para ayudar a resolver los conflictos derivados por la inequidad social/económica.
Medicina para ricos, medicina para pobres
Xavier Brito Alvarado
Abriendo el camino
En la actualidad es imposible, o al menos difícil, entender los procesos de salud-enfermedad en una esfera, exclusivamente, biológica (médica). Los múltiples cambios tecnológicos y sociales han modificado radicalmente los escenarios de compresión de estos procesos. Lo que en décadas anteriores se consideraba como enfermedades terminales, como la tuberculosis y otras, hoy son altamente curables; en este sentido, la salud, la medicina y todo su entorno necesita de nuevas aproximaciones teóricas y metodológicas, como lo sugiere Fredrik Barth, en el contexto antropológico.
Evidentemente, estamos frente a un campo importante que necesita ser nuevamente examinado. Lo que se requiere es un método que combine lo teórico y lo empírico: necesitamos investigar detenidamente los hechos empíricos de una variedad de casos y adaptar nuestros conceptos a estos datos empíricos con el objeto de aclararlos del modo más sencillo y adecuado posible que nos permita, al mismo tiempo, explorar sus implicaciones. (Barth, 1976: 10).
Paradójicamente con los avances tecnológicos y médicos aparecen nuevas enfermedades (VIH/SIDA. gripe AHN1 y otras) que se presentan en el horizonte como pandemias nunca sufridas por la humanidad, y consigo llegan la paranoia social, entre las que se pueden citar: la exclusión y la estigmatización social hacia quienes padecen o se encuentran infectados por estas enfermedades. Hay que recordar que la salud y la enfermedad están atravesadas, en términos de Bourdieu, por discursos y prácticas sociales.
Es ampliamente aceptado que la salud tiene determinaciones y condicionamientos sociales, tales como la educación, vivienda, alimentación, saneamiento básico, trabajo e ingresos, los cuales, a su vez, están ligados a las formas cotidianas de vida determinadas históricas y culturalmente. (Lorenzo, 2010:1).
Los grupos socioeconómicos con menos ingresos son los que poseen mayor probabilidad de sufrir enfermedades no solo infectocontagiosas, sino degenerativas, sumando altos riegos de incapacidad física y mental. “De la misma manera, es preciso considerar que las matrices culturales de determinadas colectividades y las estructuras simbólicas a través de las cuales las matrices sociales son construidas determinan modelos explicativos del proceso de salud-enfermedad”. (Lorenzo, 2010:1).
Las desigualdades sociales marcan diferencias muy sobre el acceso a las medicinas, es decir, un campo donde la justicia sanitaria debe intervenir para ayudar a resolver los conflictos derivados por la inequidad social/económica.
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