Pacientes en pie de guerra en Mataró
Los vecinos de Rocafonda y El Palau cumplen una semana encerrados en el ambulatorio
Exigen al ICS que no traslade a dos médicas interinas que llevan ocho y 17 años en el centro
STEFANIA GOZZER Barcelona 15 ENE 2014 - 00:02 CET
“Oye, Conchi, hoy hay una reunión porque nos quitan a las médicas, la Merino y la Romeu”. La noticia corrió como la pólvora durante las pasadas Navidades por los barrios mataronenses de Rocafonda y El Palau-Escorxador: debían decir adiós a dos doctoras interinas que llevaban más de ocho años en el Centro de Atención Primaria (CAP) que atiende a los más de 17.000 residentes de los dos barrios. El trámite no implicaba recortes porque las plazas iban a ser ocupadas por sus titulares. Tampoco suponía despidos porque las profesionales iban a ser reubicadas. Pero, para los vecinos, fue “la gota que colmó el vaso” después de perder en un año dos enfermeras y una mediadora intercultural. Hoy, cumplen una semana de encierros en su ambulatorio.
Más de un centenar de personas se agolpaban la noche del lunes en el vestíbulo del CAP. Decenas de cabelleras blancas y algunas cubiertas con velos musulmanes acudieron a la asamblea, en la que decidieron continuar con la ocupación. “El Instituto Catalán de la Salud (ICS) piensa que nos vamos a cansar, pero tenemos una sorpresa a partir del jueves”, advertía minutos antes de la reunión Juan Sánchez, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Mataró. “Además, el barrio de Cerdanyola se pone en lucha también y ocupará el CAP de Camí del Mig”.
La demanda inicial era que el ICS dejase a los cuatro facultativos —los dos titulares y sus sustitutas— en el CAP Rocafonda y que toda la plantilla de médicos y enfermeros “hiciesen la jornada completa”, según la carta que las asociaciones de vecinos de ambos barrios enviaron el 7 de enero a este organismo. Al día siguiente comenzaron el encierro y un día después, el ICS emitió un comunicado en el que anunciaba que la doctora Regina Romeu —con 17 años en el centro— permanecería en Rocafonda y que la segunda, María José Merino —con ocho años de antigüedad—, se incorporaría a otro ambulatorio de Mataró.
Pero esta cesión parcial no convenció a los vecinos, y las reivindicaciones se multiplicaron. Ahora, además de la permanencia de Merino, también piden que se restituyan dos enfermeras que tenían hasta el año pasado y dos mediadores interculturales. “Al principio era el agravio, porque las personas mayores tienen apego al médico de toda la vida. Pero, a partir de las reuniones, se puso en evidencia que hay más problemas”, explica un vecino que prefiere no identificarse.
La queja principal es que nueve médicos de cabecera tienen que hacerse cargo de los 15.089 pacientes mayores de 14 años. Según los usuarios, el tiempo de espera para una cita puede llegar al mes.
“Hace tres días que tengo gripe”, comenta Maira Ayuste, de 35 años. A sus pies, está la colchoneta en la que pasará la noche para protestar por la situación de su ambulatorio. “Fui a pedir hora y me la dieron para dentro de tres semanas. Para entonces, la gripe ya se habrá ido”.
El ICS asegura que una lista de espera tan larga “debe ser un error” y que “el número de profesionales asignados a los cinco centros de Mataró es el adecuado”. Pero, en la asamblea, los vecinos insisten: “Para una analítica, tardé 20 días”, afirma Pedro Quírez, de 72 años. Viene preparado para pasar su segunda noche en el CAP. “Tengo una manta, un bocadillo y café para compartir con los compañeros”.
A Zahra Elabdelaoui, de 39 años, le preocupa su madre, de 64 y paciente de Merino. “Solo se deja ver por su doctora. Si tiene que esperar un mes para que la vea Merino, espera. Sufre del hígado y ya una vez le tocó otro médico que le dio pastillas y le hicieron mal. En cambio, su doctora sabe qué puede tomar”.
“Cuando tienes el mismo médico desde hace 17 o 10 años, creas un vínculo emocional muy fuerte”, explicaba antes de la asamblea el alcalde de Mataró, Joan Mora (CiU). “Se convierte en una extensión de la familia. Y se puede entender que, en momentos en los que el presupuesto de la Generalitat está muy complicado, cualquier cosa les pueda parecer a los vecinos un gran recorte”.
Los vecinos también exigen volver a tener mediadores interculturales, a los que consideran fundamentales en dos barrios donde el porcentaje de inmigrantes ronda el 32%, según el padrón municipal. "Mi vecina no habla castellano y, cuando estaba embarazada, siempre iba al médico con la mediadora. Ahora, la tenemos que acompañar mi madre o yo. A veces, he tenido que faltar a clase para ir con ella", relata Sukayna Hitach, de 21 años.
Las doctoras Romeu y Merino "se encuentran agradecidas", según los manifestantes, pero evitan participar en la protesta vecinal porque "no quieren que se piense que la estén instrumentalizando para quedarse".
Tanto el alcalde como el ICS descartan que esta movilización pueda servir como precedente. Sin embargo, la Asociación de Vecinos del Barrio de Cerdanyola, ya ha anunciado que ocupará su centro a partir de hoy. “Hace un año que juntamos firmas y enviamos cartas para que nos devuelvan a un médico interino que llevaba 20 años con nosotros. Además, necesitamos otro pediatra”, asegura la presidenta de la asociación, Constanza Rodríguez. “Rocafonda y El Palau nos han dado esa chispa. Esperemos que no acabe en incendio”.
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