ENTREVISTA Rosa Noguera
'La financiación en cáncer infantil es increíblemente pobre'
Noguera es una de las referencias mundiales en un tipo de cáncer infantil, el neuroblastoma
Esta semana participa en Sevilla en un simposio de la AECC sobre tumores en niños
La catedrática Rosa Noguera en su laboratorio de la Universidad de Valencia EL MUNDO
En España se diagnostican unos 1.000 casos de cáncer infantil al año, una cifra tan baja que convierte a los tumores infantiles en la 'cenicienta' de la investigación en Oncología. Coincidiendo con el simposio anual de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC), dedicado este año a los niños, la catedrática Rosa Noguera -una referencia internacional en el neuroblastoma, el tercer tumor más frecuente antes de los cinco años- aborda con EL MUNDO los retos y logros en este campo.
- Muchos fármacos para niños con cáncer son en realidad versiones infantiles de medicamentos de adultos. ¿Sigue sin interesarle a la industria este tipo de investigación?
- Es cierto que la industria no está tan abierta a investigar nuevos fármacos específicos para niños como para adultos. Y cuando algún gen que se descubre implicado en tumores infantiles ya se conocía por su implicación en adultos rápidamente le concenden más privilegios. Pero yo diría que sí se tratan adecuadamente los tumores infantiles y la investigación ha avanzado mucho en los últimos años. Por ejemplo, en el caso del neuroblastoma [el cáncer más frecuente en el primer año de vida] ya hay un anticuerpo monoclonal contra un receptor específico de esta enfermedad infantil.
- Sin embargo, ¿cuántos nuevos fármacos en Oncología pediátrica se han aprobado en los últimos años?
- Es cierto que son una minoría, pero es que -afortunadamente- el cáncer infantil es una enfermedad rara estadísticamente. Si además empezamos a subdividir tumores hematológicos y sólidos, y dentro de los sólidos los diferentes tipos y subtipos, nos encontramos con una población muy minoritaria.
- Uno de los problemas a los que se enfrentan los niños que han superado un cáncer son las posibles secuelas de los tratamientos. ¿También aquí hemos mejorado?
- Sin duda. La población infantil es nuestro futuro y si no les tratamos bien serán adultos con problemas, por eso cada vez intentamos dar terapias lo más ajustadas posibles. Por ejemplo, en cirugía se ha avanzado muchísimo, con escisiones cada vez más pequeñas, con lo que eso supone en el cuerpo de un niño de meses. En cuanto a la quimioterapia, ahora tenemos una serie de tumores especiales en los que sabemos que si se cumplen una serie de características morfológicas o genéticas podemos prescindir de la quimio. Existen una serie de ensayos clínicos a nivel europeo para tratar de reducir al máximo los tratamientos que se administran a los niños si se cumplen una serie de condiciones.
- Porque en este campo la colaboración internacional es clave, ¿verdad?
- Una de las peores cosas es que la Oncopediatría carece de cualquier tipo de apoyo público o privado; el nivel de financiación es increíblemente pobre. A cambio, los que trabajamos en esto somos gente muy entusiasta, tal vez porque recibimos la energía de los niños y sus familias.
- A veces se dice que la supervivencia del cáncer pediátrico (situada en torno a un 80%) ha llegado a una especie de 'techo de cristal'. ¿Está de acuerdo? ¿Será posible romper pronto esa barrera?
- La tasa global de supervivencia sí puede estar en ese 80%, pero el problema es que ahí estás mezclando muchas enfermedades diferentes, desde tumores que tienen una gran propensión benigna a otros son terriblemente agresivos [en el caso del sarcoma de Ewing, por ejemplo, apenas llega al 20%]. Pero sí, creo que ese techo de cristal se puede romper a base de tiempo e investigación. Yo tengo la sensación de que vamos avanzando de mes en mes, éste es un campo en continuo movimiento en busca de mejoras. Pero el principal inconveniente sin duda es el dinero, el apoyo financiero que no nos llega.
- ¿Qué nivel tiene España en el contexto europeo?
- Sin duda tenemos un gran nivel y somos muy colaborativos a nivel internacional, aunque está claro que la crisis nos está afectando más que a otros países. Yo estoy más ocupada en la gestión económica del laboratorio que en mi propia casa.
- Y eso que usted fue beneficiaria de una beca de la AECC para investigar el cáncer infantil...
- Sí, era una beca de 150.000 euros para tres años que finalizó en 2012. Ahora recibimos una cantidad irrisoria del Instituto Carlos III. En mi laboratorio [de la Universidad de Valencia] hay tres personas a media jornada, con sueldos de 700-800 euros y dos investigadores a punto de ser postdoctorales que cobran unos 1.100. Es de vergüenza. El año pasado el Carlos III impuso una cláusula que indicaba que los proyectos nacionales eran incompatibles con haber tenido un apoyo europeo, ese tipo de cosas van en contra de la internacionalización. Así que yo decidí moverme y pedir apoyo a fundaciones privadas, envié al menos 12 proyectos, pero en España falta ese apoyo de la sociedad altruista, faltan empresas y filántropos que puedan desgravar esas ayudas a Hacienda. A veces me dan ganas de llamar a la puerta de los empresarios ricos que tiene que haber en Valencia.
- A diferencia de los adultos, en los que el número de nuevos casos va en aumento, la incidencia del cáncer infantil permanece más o menos estable. ¿A qué se debe esta diferencia?
- Probablemente porque factores como el tabaquismo o la obesidad, que sí juegan un papel en los adultos, no tienen una influencia conocida en los niños. Quizás ésa es una de las causas. El cáncer infantil es primordialmente una enfermedad genética, aunque existen múltiples factores que pueden provocar esos cambios genéticos en la célula. Por ejemplo, yo estoy muy interesada en estudiar las interacciones físicas de las células con su entorno, la mecánica de fuerzas.
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