miércoles, 28 de noviembre de 2018

TEMPLO de HATHOR en DENDERA [un espacio para el conocimiento]

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Egipto en mi Corazón



La planta del templo de Dendera se parece mucho a la de Edfú con la diferencia de que aquél nunca llegó a tener el patio porticado y el pílono monumental que anteceden a éste. De modo que hoy se llega directamente a un estupendo pronaos, cerrado hasta media altura de las columnas por los muros habituales en los intercolumnios de la época. Levantando la vista hacia la cornisa, se distingue en ella una inscripción en griego que nos dice que el constructor de la fachada fue el emperador Tiberio.

Esto significa que hasta época de Augusto, el templo tenía como vestíbulo la llamada Sala de la Aparición, situada a continuación y sustentada en seis columnas con capiteles dactiliformes con dados hathóricos. Estos capiteles se pusieron de moda entonces y el arquitecto de los Julio-Claudios disfrutó colocando veinticuatro de ellos, con cuatro cabezas hathóricas cada uno, en los enormes capiteles del pronaos.

El templo de Hathor no está orientado hacia el este, como de costumbre, porque en esta zona el Nilo corre de este a oeste y no de sur a norte, de modo que el arquitecto se atuvo en este punto a lo que en la práctica se venía haciendo: enfilar el curso del Nilo, aunque a la hora de hablar de los ritos, el lado norte fuese el lado oriental, y el sur, donde se levantó el templo de Isis, el lado oeste.

En los relieves del pronaos están representados como faraones todos los miembros de la dinastía reinante en Roma, sobre todo Nerón, que debió ser el que dio remate a la obra. En las cartelas de la puerta de la muralla exterior del recinto se cita a Domiciano y a Trajano (a éste con los "cognomina" de Germánico y Dácico), pero no se sabe que estos dos hayan hecho nada en el templo de Hathor.

Uno de los mayores encantos de este templo es su aire de misterio, perceptible ya en el sombrío pronaos y que se va haciendo más sensible conforme uno se adentra en el santuario y en las muchas cámaras anejas.

En la terraza se eleva un quiosco sustentado en doce columnas de preciosos capiteles hathóricos. Hasta aquí arriba se traía el día de Año Nuevo la estatua de Hathor, custodiada en el naos, para la ceremonia de su Unión al Disco, que consistía en desvelarla y ponerla en contacto con el sol naciente. Los sacerdotes, rapados y vestidos de blanco, la transportaban en andas por las escaleras, cuyos relieves representan al rey y a su séquito de sacerdotes subiendo y bajando por ellas en procesión.

El acceso al templo se realiza a través de la imponente sala hipóstila. La fachada cuenta con seis columnas rematadas con capiteles de la diosa Hathor. La sala hipóstila cuenta con 18 columnas hathóricas, con forma de sistro -instrumento musical de uso ceremonial-. Las columnas evocan a la noche, donde se encuentra disimulada la luna. Los muros interiores de la sala están decorados con relieves donde se recrea a Horus y Thot bautizando al faraón, bajo la bendición de las diosas del Alto y Bajo Egipto. Esta sala fue decorada entre el principado de Augusto y el de Nerón.

Cuenta con representaciones de los emperadores romanos que se proclamaron faraones: Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, que se muestran adorando a Hathor y otros dioses egipcios. El techo de la sala hipóstila está cubierto por representaciones astronómicas, como el trayecto del día del sol y nocturno de la luna, el decanato o las doce horas del día y de la noche.

Tras la sala hipóstila se accede a la sala de la aparición, o sala hipóstila interior. Cuenta con seis columnas, de capitel compuesto coronadas por uno hathórico. En sus relieves se muestran los ritos ceremoniales de la fundación del templo. Alrededor de la sala se hallan seis cámaras, que se utilizaban desde almacén hasta cámara del tesoro.

La siguiente estancia es la sala de las ofrendas. En ella se encuentra una escalera, que conducía al tejado del templo.

A continuación se halla el salón de la Enéada y el santuario principal. Alrededor de éstos están ubicados distintas estancias, dedicadas a los dioses egipcios.

El famoso Zodiaco de Dendera, actualmente en el Museo del Louvre, fue descubierto en una de las capillas de Osiris, en la parte superior del templo, durante las campañas napoleónicas y trasladado a París en el año 1820. Existe cierta controversia sobre el momento de su realización, mientras algunos estudiosos lo sitúan durante el principado de Tiberio o Nerón, otros lo retrasan hasta el reinado de Cleopatra VII, en torno al 50 a.C.

Desde el tejado del templo se puede contemplar una espléndida panorámica de los alrededores del templo, pudiendo ver un pequeño templo greco-romano dedicado a Isis, una puerta triunfal de los emperadores Domiciano y Trajano, un lago sagrado o cisternas romanas.

Detrás del templo de Hathor se halla un pequeño templo dedicado a la diosa Isis. Fue levantado en tiempos del emperador Augusto. El complejo constaba de un santuario y dos cámaras a sus lados. El muro trasero contaba con un nicho donde se situaba una estatua de Osiris y una figura en relieve del dios Bes.

Reyes González

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