Más del diez por ciento del dolor torácico en España no tiene origen cardíaco
L. Rodríguez
Se presenta un estudio epidemiológico sobre el dolor torácico en las IV Jornada Aquarius de Formación en Gastroenterología para residentes, en la que, por otro lado, se ha cuestionado que el área de capacitación de Nutrición esté en la especialidad de Endocrinología y no en Aparato Digestivo
Madrid (31-5-11).- Más del diez por ciento del dolor torácico en España no tiene un origen cardíaco. Así se recoge en un estudio llevado a cabo por el Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Clínico de Madrid, que ha sido presentado por el profesor Manuel Díaz-Rubio, catedrático de Medicina y jefe de dicho servicio, en la IV Jornada Aquarius de Formación en Gastroenterología, en la que se han dado cita alrededor de un centenar de médicos internos residentes de diversos hospitales universitarios españoles. En el encuentro, el profesor Díaz Rubio se ha referido a diferentes estudios para poner de manifiesto el impacto del dolor torácico en el sistema asistencial. Como ha explicado, tanta es la alarma que se produce por las características del dolor, que la mayoría de los pacientes acuden a urgencias. “El dolor torácico está vinculado culturalmente al corazón y, por tanto, ante la presencia de dicho dolor todo paciente piensa que tiene una angina de pecho o un infarto de miocardio”.
El impacto que produce es “impresionante”, según señala el Dr. Díaz Rubio, tanto sobre la calidad de vida de la persona, que genera gran cantidad de consumo de recursos; como sobre la sociedad, entre otras cuestiones por la disminución de la productividad. En el caso concreto del dolor torácico de origen no cardíaco, la magnitud del problema es importante, ya que, a pesar de tener un pronóstico benigno, se traduce en una mala calidad de vida, en ingresos y consultas frecuentes, resultados terapéuticos mediocres por una mala adherencia al tratamiento, un elevado coste económico y social, y una incertidumbre médica tanto en el paciente como en el clínico.
El estudio llevado a cabo por el centro hospitalario madrileño sobre la prevalencia del dolor torácico no cardiaco en una muestra de 3.000 personas mayores de 18 años, residentes en España, revela que su prevalencia es del 10,4 por ciento. Estos pacientes consultan habitualmente al médico hasta en el 42 por ciento de los casos de forma habitual, es decir cuatro o cinco veces al año, “produciendo un elevado gasto sanitario”, explica el profesor Díaz-Rubio. “El dolor torácico no cardiaco se asocia a un importante deterioro de la calidad de vida, tanto en la esfera física como mental. Por otra parte, hemos observado en nuestro estudio una asociación muy prevalente con ansiedad, depresión y reflujo gastroesofágico”, concluye.
En cuanto a la prevalencia según sexos, el estudio no ha encontrado diferencias significativas, aunque sí ha revelado una curiosa evolución en función de la edad. Así, mientras que el dolor torácico de origen cardíaco se incrementa con la edad, en el de origen no cardiaco se registra justo lo contrario. Los datos del estudio del Clínico revelan que va disminuyendo con los años, siendo más frecuente en la juventud: entre 18 y 24 años la prevalencia de este tipo de dolor es del 17’5 por ciento; del 10’6 entre los 25 y los 34 años; del 15’8 en el rango de edad de entre 35 y 44; del 8’9 entre los 45 y los 64; para bajar al 4’3 por ciento en los mayores de 65 años.
A pesar de ello, el profesor Díaz-Rubio ha insistido en que todo dolor torácico deberá ser interpretado por el médico como de posible origen coronario.
El abordaje de la importancia de la nutrición en las enfermedades del aparato digestivo corrió a cargo del profesor Luis Rodrigo Sáez, jefe del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Central de Asturias de Oviedo, que aprovechó su intervención para cuestionar que el Área de Capacitación de Nutrición esté en la especialidad de Endocrinología y no en Aparato Digestivo. Y es que, en su opinión y entre otras cosas, los residentes de Gastroenterología deben “conocer y manejar bien las diferentes dietas y recomendaciones aplicables a cada paciente”, ya que cada enfermedad tiene unas recomendaciones dietéticas específicas; y la dieta juega un papel “muy importante en el tratamiento de los diferentes procesos digestivos”. Por ello, y como apuntó, una buena nutrición es imprescindible para conservar un excelente estado de salud y sirve tanto para la prevención de diversas enfermedades digestivas, como de ayuda en la eficacia del tratamiento y la recuperación.
Dentro de las enfermedades inflamatorias del esófago, las más frecuentes son las relacionadas con la presencia de reflujo gastroesofágico, que han sido puestas en relación con diversos hábitos como el consumo excesivo de alcohol y el tabaquismo. Recientemente se ha confirmado que su presencia es una manifestación clínica muy frecuente en los pacientes celíacos, en los que el gluten es el factor desencadenante e irritante. Según los datos de un estudio presentados por el profesor Rodrigo, el ERGE se presenta en el 30 por ciento de los celiacos frente al grupo control en el que se registró en el cinco por ciento. Por otro lado, en ellos los síntomas, además de más frecuentes, son más también más intensos. El catedrático de la Universidad de Oviedo planteó la valoración de la dieta sin gluten en pacientes con ERGE no celiacos, como también lo hizo en aquellos con dispepsia funcional o síndrome del intestino irritable. Según señaló, existen estudios preliminares que han encontrado una mayor prevalencia de enteritis linfocítica en ambos procesos, poniendo de manifiesto el papel favorable de la dieta sin gluten en una proporción importante de ellos.
Por su parte, el Dr. Luis Bujanda, del Servicio de Digestivo del Hospital Donostia de San Sebastián, abordaba el manejo de la diarrea aguda, incidiendo en uno de sus objetivos principales: la reposición de líquidos y electrolitos. Según señalaba, “siempre que se pueda se realizará por vía oral, a no ser que la diarrea sea grave en la que se iniciará fluidoterapia intravenosa”.
A lo largo de su intervención el Dr. Bujanda abundó en los criterios de ingreso hospitalario de este tipo de pacientes. Así, y según señaló, estos serán la intolerancia oral a pesar del tratamiento intiemético, alteraciones analíticas o signos de complicaciones en las pruebas complementarias, una pérdida de peso superior al cinco por ciento o signos físicos de deshidratación grave, y la persistencia de diarrea modera o grave que no mejora en dos o tres días a pesar del tratamiento adecuado
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