Los directivos de la salud deben liderar el cambio cultural y organizacional necesario para implementar y evaluar todas las innovaciones de la tecnología sanitaria en el ámbito de la mesogestión. Joaquín Estévez Lucas, presidente de la Sociedad Española de Directivos de la Salud (SEDISA) y Fundación SEDISA, explica los pasos que se deben seguir, donde la formación de los gestores y directores sanitarios es imprescindible.
En España, ¿cómo nos encontramos en cuanto a tecnología sanitaria?
Antes de realizar cualquier análisis o transmitir opinión sobre la situación de la tecnología sanitaria, es necesario ubicar los elementos que forman parte de la definición de este concepto tan relevante para cualquier sistema sanitario. Para el Instituto de Medicina de los Estados Unidos, la tecnología sanitaria engloba medicamentos, dispositivos y procedimientos médicos y quirúrgicos usados en la atención médica, así como a los sistemas de organización, administración y soporte dentro de los cuales se proporciona dicha atención. En definitiva, eliminando el apartado de los medicamentos, la tecnología sanitaria incluye toda aplicación de soluciones tecnológicas a la atención de la salud en todos sus aspectos, lo que abarca un inmenso número y tipologías de tecnología, que va desde el material quirúrgico e implantes hasta equipamiento diagnóstico, así como la eSalud o eHealth, en la que encontramos las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) que, a modo de herramientas, se emplean en el entorno sanitario en materia de prevención, diagnóstico, tratamiento, seguimiento, así como en la gestión de la salud, con aplicaciones móviles, telemedicina, dispositivos wearables, big data, sistemas de apoyo a la decisión clínica, el Internet de las cosas o los videojuegos de salud.
Entonces, ¿se incluyen elementos diversos?
Es cierto que los elementos y productos son muy diferentes, pero más allá del concepto de tecnología, en la definición de toda aplicación de soluciones tecnológicas a la atención de la salud en todos sus aspectos, encontramos el análisis más importante de la situación en España: falta evaluación de resultados, implementación de la participación y experiencia de los pacientes, planificación de presupuesto y de gestión de la incorporación de la innovación y autonomía de la gestión en las organizaciones sanitarias.
¿Existe obsolescencia en los equipos técnicos?
Es un tema que ha contado con un mayor protagonismo en la actualidad sanitaria por las donaciones de la Fundación Amancio Ortega, que han repercutido en el avance en las tecnologías de imagen y tratamiento médico, en concreto en la Oncología Radioterápica, ya que ha permitido la incorporación de 99 equipos distribuidos entre las comunidades autónomas, de los cuales, la mayoría han sido renovación de equipos obsoletos que tienen más de diez años. Sin embargo, según el estudio “Perfil tecnológico hospitalario y propuestas para la renovación de tecnologías sanitarias”, realizado por la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin) y que recoge datos de diciembre de 2018, España mantiene el deterioro del equipamiento sanitario hospitalario, con niveles de obsolescencia que, en algunas modalidades, nos sitúan en el penúltimo lugar de los países de la Unión Europea.
¿Dónde es más prevalente en la Sanidad pública o en la privada?
Si seguimos el mismo trabajo de Fenin, parece que no existe una diferencia relevante respecto a obsolescencia tecnológica entre los centros sanitarios de carácter público y los pertenecientes a la Medicina privada.
¿Cómo repercute dicha obsolescencia en la asistencia?
Teniendo en cuenta la amplitud y diversidad de las soluciones tecnológicas aplicables a la atención sanitaria, la obsolescencia puede repercutir gravemente en muchos sentidos. En resumen, puede empeorar la calidad de la atención y sus resultados e incrementar los problemas de seguridad diagnóstica, asistencial,… Ambas cosas provocan directa e indirectamente ineficiencia en los procesos asistenciales y en los sistemas sanitarios en general.
¿Qué se puede hacer para luchar contra ella?
Es prioritario contar con un plan no solo de renovación de la tecnología sanitaria, sino también de incorporación de innovación tecnológica, con presupuestos finalistas y reales, con una visión estratégica y a medio-largo plazo, desde la macrogestión, que incorpore la evaluación del valor de la innovación, la autonomía de gestión de las organizaciones sanitarias, desde la mesogestión, y la implicación de los profesionales sanitarios en la gestión, desde la perspectiva de la microgestión.
¿Cómo se puede ir incluyendo la tecnología sanitaria a los procesos asistenciales?
En la actualidad, la tecnología sanitaria está muy presente en los procesos asistenciales desde el punto de vista de equipamientos médicos, laboratorio y material quirúrgico, entre otros. Respecto a la eSalud, a pesar de que existen en nuestro país muchos productos, herramientas e iniciativas que mejoran los procesos de una forma múltiple y diversa, aportando calidad, eficiencia y mejorando la experiencia del paciente, no existe una visión estratégica y global, que tenga como objetivo la incorporación de la eSalud a medio-largo plazo en base a las necesidades, posibilidades, innovación y optimización.
¿Cómo se puede mejorar esta situación?
Este proceso debe ser algo analizado y planificado, con inversión e impulsado y apoyado desde la macrogestión e implicando a todos los participantes, como son los profesionales de sistemas informáticos, clínicos, enfermería, pacientes,…, y liderado y apoyado también por los directivos de organizaciones sanitarias.
¿Qué implica desde el punto de vista asistencial?
Supone un cambio cultural muy importante. Y conlleva una reorganización de recursos, formación de los profesionales e inclusión de nuevos perfiles profesionales en las organizaciones sanitarias. Solo así se puede reorientar la asistencia sanitaria hacia la calidad y la eficiencia aprovechando las oportunidades y el valor que puede aportar la tecnología sanitaria.
¿Cómo se ve favorecida la atención?
La asistencia mejora en muchos sentidos. Puede ahorrar tiempos, personalizar la atención a los pacientes, mejorar la coordinación entre niveles y, en definitiva, puede permitir la organización de la atención en torno al paciente.
Con una tecnología sanitaria adecuada, ¿se puede ahorrar dinero?
Sin duda. A través de la mejora de la calidad y de la eficiencia.
¿Están los gestores y directores preparados para implantar dicha tecnología?
Desde la mesogestión, es necesario aún concienciar sobre la necesidad del cambio cultural y organizacional, de evaluar todas las innovaciones e implementaciones y de la oportunidad que supone la tecnología sanitaria desde un punto de vista estratégico para una organización sanitaria. Los directivos de la salud deben liderar este paso en el ámbito de la mesogestión.
¿Qué tipo de formación necesitan los gestores y directores para adecuar dicha tecnología a los procesos asistenciales?
Junto a la formación básica en gestión y planificación sanitaria, los directivos de la salud deben tener conocimientos sobre transformación digital, gestión de la innovación e innovación en gestión. Además, en tanto en cuanto deben liderar el cambio y la transformación es fundamental que cuenten con habilidades directivas transversales.
¿Cómo se debe llevar a cabo esa aplicación?
De forma estratégica, con un análisis previo, a medio-largo plazo, con inversión y reorganización de recursos, evaluando y actuando teniendo en cuenta  resultados e implicando a todos los protagonistas del proceso asistencial.
¿Deben implicarse los clínicos?
Por supuesto. Para ello, se les debe preguntar primero sobre necesidades, valores, implicación, objetivos, expectativas, etcétera y construir el proyecto con su participación, de forma colaborativa y aportándoles formación continuada.
Desde SEDISA, ¿tienen previsto alguna iniciativa en temas de tecnología sanitaria para 2020?
Son varios los proyectos que tenemos en marcha en el marco de la innovación sanitaria. En el ámbito concreto de la tecnología sanitaria, tenemos previsto impulsar un grupo de trabajo de tecnología y digitalización sanitaria, que impulse el análisis y ayude a potenciar los proyectos estratégicos y colaborativos sobre esta cuestión. Será un punto clave en el liderazgo de la transformación del sistema y creación de doctrina de gestión, con la participación de más directivos y más perfiles profesionales, que tenemos contemplado en el plan estratégico de SEDISA.
¿Dónde están las fortalezas del sistema en cuanto a las tecnologías sanitarias? 
La fortaleza más importante es la calidad e implicación de los profesionales sanitarios como pilar fundamental del sistema, así como la existencia de directivos cada vez más y mejor formados y preparados para liderar.
¿Y las debilidades?
No obstante, existen barreras y debilidades muy relevantes, como la falta de liderazgo desde la macrogestión, la no existencia de presupuestos finalistas ni de visión estratégica y planificación, y la falta de autonomía en la gestión de las organizaciones sanitarias