lunes, 27 de enero de 2014

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“Un buen gestor debe manejarse bien en las nuevas tecnologías y las redes sociales”

Enero de 2014 - Silvia C. Carpallo

Miguel Ángel Máñez, director económico en el Departamento de Salud de Elda y experto en tecnologías de la Información en el sector salud

Experto economista pero, sobre todo, experto en el mundo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), Miguel Ángel Máñez aporta una perspectiva diferente sobre la Sanidad cada día desde su blog "Salud con cosas". En esta ocasión habla con la Revista EL MÉDICO sobre conceptos tan claves en el panorama actual como la interoperabilidad en la historia clínica digital, la posibilidad de compartir datos entre Sanidad pública y privada, lo que realmente aporta o no la telemedicina, y la formación que deben tener todos los profesionales sanitarios, incluidos los gestores, en materia de redes sociales.
¿Cómo definiría el concepto de e-Health?
La e-Health o e-salud  no es más que la prestación de servicios sanitarios utilizando las tecnologías de la información y la comunicación. Inicialmente, el concepto incluía herramientas como la telemedicina o la telemonitorización, pero con la aparición de nuevas herramientas como las redes sociales, las carpetas personales de salud o las apps para móviles el concepto es mucho más amplio.
Hablamos de la implantación de una tarjeta sanitaria única, de receta electrónica, de historia clínica digital, ¿pero son nuestros sistemas realmente interoperables?
La desbandada autonómica post-transferencias (a partir de 2002) marcó el inicio de una carrera, poco lógica, por ser el primero en tener historia clínica online, tarjeta única o receta electrónica. Pese a los intentos del Ministerio por poner algo de orden, ahora mismo tenemos un proyecto poco exitoso liderado por parte del Ministerio para compartir información clínica básica entre servicios de salud (conocido como HCDSNS: Historia Clínica Digital del Sistema Nacional de Salud). Dado que cada servicio de salud buscó una solución a su medida, y el Ministerio de Sanidad llegó tarde a la hora de poner orden, actualmente tenemos un grado de interoperabilidad mínimo, pese al uso de estándares como HL7.
Cuando hablamos de la HCD, el futuro está en entender que la información no es del médico, sino del propio paciente. ¿Podrá entonces el paciente compartir esa información entre la Sanidad pública y la privada?
En un entorno como el español, con un sistema sanitario público potente y gratuito, existe una tendencia entre el ciudadano a confiar la custodia y revisión de sus datos clínicos al propio servicio de salud. Ya se han lanzado algunos proyectos de "carpeta personal de salud" para que el ciudadano, mediante un acceso seguro y confidencial, pueda acceder a sus datos de salud, pero el éxito ha sido relativo. No obstante, es un buen comienzo de cara a conseguir una integración total con los datos. La posibilidad de compartir datos e información entre la Sanidad pública y privada creo que aún está lejos. De hecho, no existe todavía ningún proyecto serio de coordinación entre sistemas privados, por lo que su conexión con la información del SNS es algo utópica por el momento.
¿Qué puede aportar la telemedicina a la Atención Primaria, para dejar que el médico sea por fin médico y no un burócrata?
La telemedicina no es la varita mágica para conseguir reducir la burocracia en Atención Primaria pero sí puede ayudar al médico y al resto de profesionales sanitarios a centrarse en el paciente y dejar de lado muchas tareas de control que suelen aportar muy poco. Sin embargo, antes de poner en marcha de forma estructurada este tipo de herramientas es necesario cambiar los procesos y adaptar la realidad asistencial de Atención Primaria a una modalidad de asistencia no presencial y a elementos como la telemonitorización.  Precisamente, en enero de 2014, el Servicio Murciano de Salud empieza a ofrecer el servicio de consulta online a través de email para el paciente con su médico de familia. Han sido necesarios más de diez años para consolidar una herramienta tan sencilla, y tan masivamente utilizada.
¿Cómo ve entonces el uso de la telemedicina para trabajar más la interconsulta entre niveles asistenciales y reducir derivaciones que no son siempre necesarias?
La mejora de la coordinación entre niveles asistenciales se basa en algo tan sencillo como la comunicación. Hay fórmulas para agilizar la interconsulta, como el uso de sistemas de información compatibles, ganando en rapidez, en seguridad y generando un proceso de cooperación y aprendizaje mutuo entre profesionales de Atención Primaria y Especializada. De esta forma, se mejora la toma de decisiones por parte del profesional. De hecho, cada vez más existen proyectos como la retinopatía o la teledermatología, además de la propia interconsulta online,  que están consiguiendo que el médico de familia únicamente derive al paciente a la consulta hospitalaria en los casos en que sea estrictamente necesario. Al final, lo más interesante no es el uso de una u otra tecnología, sino la capacidad de la organización de integrar herramientas en los procesos asistenciales sin necesidad de estar en fase de pruebas durante años.
En una de las entradas de su blog "Salud con cosas", habla de esa tendencia a que el hospital se parezca cada vez más a un hotel. ¿Qué consecuencias puede tener que primen parámetros como la satisfacción del paciente/cliente o la tecnología instalada sobre otros como el nivel de mortalidad o el desempeño en los procesos?
Al hablar de calidad hay un concepto llamado calidad percibida, que se define como la apreciación que tiene el paciente del servicio sanitario, es decir, la satisfacción del paciente. Dado que muchas veces el paciente no tiene el conocimiento necesario para diferenciar un buen hospital de otro se fija en cualidades como la comodidad, el tiempo de espera, el trato, la limpieza, etc. El hecho de incluir indicadores como la satisfacción del paciente en la evaluación de los centros sanitarios puede provocar un desplazamiento del interés de los gestores de la parte técnica (seguridad del paciente, mortalidad o desempeño) a la parte más hotelera. Un buen gestor debe ponderar ambos tipos de variables, maximizar la satisfacción del paciente y a la vez trabajar para lograr la mayor calidad técnica en el servicio prestado.
En cuanto a la implantación de nuevas tecnologías en los hospitales, ¿en ocasiones falta evidencia en la innovación? ¿Y evaluación posterior a su implantación?
Las nuevas tecnologías son una moda, y eso implica un alto riesgo. El primero, centrarnos en el descubrimiento del año y no desarrollar adecuadamente otras herramientas. Además, no existe una estrategia clara de desarrollo y difusión de innovaciones, por lo que muchos servicios de salud adoptan la figura del proyecto piloto,  que se prueba en un centro concreto y posteriormente se olvida o no se generaliza. El otro gran riesgo de las modas es que no hay una evaluación adecuada de las nuevas tecnologías, por lo que muchas decisiones se toman atendiendo a evaluaciones poco fiables o incluso en base a informes con un elevado sesgo.
Actualmente, en España, ¿hay un riesgo de quedarnos desfasados en cuanto a la introducción de innovación respecto a otros países europeos?
El ejemplo lo tenemos con la historia clínica electrónica: muchos años, una elevadísima inversión, y un resultado irregular. Si no hay una estrategia clara respecto de la incorporación de innovaciones y tecnologías a la realidad asistencial no avanzaremos mucho. Además, se produce un fenómeno muy curioso: hay muchas iniciativas que se han generalizado a partir de una puesta en marcha casi de forma individual, sin el apoyo de la organización. Esto demuestra que existe una falta de voluntad clara entre políticos y gestores (con honrosas excepciones,) en todo lo relacionado con la innovación, con los procesos de cambio y con la incorporación de las TIC a los servicios sanitarios. Pero centrándome en la pregunta, puede que sí que exista un desfase con respecto a otros países. No obstante, la realidad asistencial y organizativa en cada país es distinta y eso puede provocar ciertas diferencias.
¿Tienen los médicos cierto miedo, o quizás reticencia, a adentrarse en las nuevas tecnologías?
Todo lo nuevo provoca inicialmente miedo, o incluso rechazo, eso es casi una ley universal. El día a día de muchos profesionales que utilizan nuevas herramientas asistenciales, la difusión de experiencias de éxito, y la mejora que se produce para el profesional y el paciente son elementos que están ayudando a luchar contra ese miedo o rechazo. Por otra parte, es fundamental que la organización sanitaria se centre en el aprendizaje de los profesionales, utilizando para ello todas las posibilidades formativas (desde el curso presencial clásico a las nuevas modalidades de e-learning, pasando por reuniones o talleres con otros profesionales).  El miedo se puede reducir demostrando utilidad y sencillez, y para ello es necesario que exista una confianza entre el profesional y la organización. Un primer paso es escuchar al profesional, conocer sus miedos, sus expectativas y sus propuestas, y así conseguir elaborar un plan de trabajo que consiga reducir esa reticencia y mejorar el servicio sanitario y el propio desempeño del profesional.
De hecho usted es conocido por ser un experto en Twitter, ¿qué valor añadido tienen las redes sociales en la relación del médico con los pacientes?
El profesional sanitario debe utilizar las herramientas de comunicación que utilicen los pacientes. Nos hemos adaptado al teléfono, a la cartelería y los folletos, incluso hemos dado el salto a la web. Todo ello con los objetivos de mejorar la comunicación con el paciente, centrada en promoción de la salud, información fiable y resolución de dudas sencillas, en temas como medicamentos, síntomas, autocuidados, etc. Si el paciente empieza a utilizar las redes sociales (ya son muchos millones de usuarios en España), es conveniente que el profesional las utilice. No obstante, no podemos obviar que muchos pacientes siguen sin tener acceso a redes sociales, o incluso a Internet, por su situación socioeconómica, y por ello, el profesional debe utilizar las redes sociales como una herramienta más, pero sin olvidar la atención sanitaria de siempre.
¿Y cómo pueden influir en la relación con el resto de stakeholders del sector sanitario?
La realidad es que el uso de redes sociales para el profesional sanitario es casi una necesidad hoy por hoy. Teniendo en cuenta que los sistemas de salud son organizaciones basadas en el conocimiento, las redes sociales permiten la difusión rápida y sencilla de información de interés para el profesional, desde novedades científicas hasta debates de interés sobre temas muy diversos. La potencia de las redes a la hora de establecer contactos y crear redes de conocimiento con otros profesionales y organizaciones con intereses similares a los nuestros permite tener múltiples fuentes y conseguir opiniones muy diversas, en ocasiones, alternativas a la opinión del establishment. El otro gran elemento de valor de las redes es el aprendizaje constante que implica el estar en contacto con otros profesionales. Además, las redes son un gran vehículo de participación y cooperación entre profesionales, con algunos ejemplos muy interesantes de iniciativas surgidas online, tales como "#nosinevidencia", "Mírame Diferénciate" o "Mi Vida sin Ti". Las redes han conseguido que el centro de la opinión se desplace ligeramente y no exista una opinión única. De hecho, existen muchos debates sobre temas actuales de política sanitaria que se mantienen en las redes, posibilitando que cualquiera pueda opinar, eliminando el sesgo de la representatividad y de las voces únicas.
Hemos hablado de lo que pueden aportar las TIC en cuanto a la asistencia sanitaria, ¿pero cómo pueden repercutir en las innovaciones de la gestión sanitaria?
Como hemos comentado en alguna pregunta, la innovación requiere de difusión y de participación, y para ello las redes sociales y las TIC son imprescindibles. Webs de difusión de buenas prácticas (como "Salud Innova"), redes para intercambio de conocimiento (como "Ezagutza") o redes informales en Twitter de profesionales interesados en la innovación son tres ejemplos muy sencillos de todo lo que se puede hacer. Las TIC permiten hacer muchas cosas, pero el otro elemento imprescindible es la voluntad del profesional y su actitud hacia estas herramientas. Sin la participación del mayor número de profesionales posible la potencia de las TIC es inútil.
¿Debe de estar hoy un gestor sanitario formado en todas estas nuevas tecnologías?
Por supuesto, un buen gestor debe manejarse bien en las nuevas tecnologías y las redes sociales. Es una forma de estar al día, de compartir conocimiento y además de escuchar a otros profesionales para lograr un aprendizaje continuo que pueda tener reflejo en el trabajo diario. Un kit sencillo para empezar podría ser Twitter y alguna herramienta para leer blogs y webs (como Feedly), para poder leer, compartir, comentar y, por supuesto, escuchar.

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