viernes, 2 de diciembre de 2011

'Si quieres investigar, mejor marcharte fuera' | Biociencia | elmundo.es

INVESTIGADORES POR EL MUNDO | Marcos J. Arauzo-Bravo

'Si quieres investigar, mejor marcharte fuera'

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Al principio, nada parecía presagiar que el camino de este burgalés cogería los derroteros de la investigación científica cuando cursaba Ingeniería Industrial en la Universidad de Valladolid. Pero, como él mismo afirma, el 'gusanillo' de la investigación siempre estuvo ahí y a sus 43 años, Marcos J. Arauzo ya he recorrido medio mundo como bioinformático.

"En realidad una cosa llevó a la otra. A mí siempre me había gustado investigar y antes de terminar la carrera me metí en un proyecto europeo que trataba de desarrollar controladores para el proceso de fermentación de la penicilina... y allí estaba yo. Desde entonces dedico mi vida a integrar los conocimientos computacionales y de ingeniería del control para resolver problemas biológicos", recuerda Marcos.
Desde entonces, y tras pasar varios años como profesor asociado en la universidad de su Burgos natal, Arauzo-Bravo sintió que su sitio era seguir los derroteros de la investigación dentro del campo de la bioinformática y, de paso, cambiar de aires. "En España no se da la suficiente importancia a la investigación y hay muy pocos medios para hacer buenos trabajos, por lo que si quieres dedicarte a esto es mejor marcharte fuera", considera.

Por ello, estuvo cerca de tres años pidiendo insistentemente una beca para marchase a Japón y allí desarrollarse profesionalmente. "Aunque no tenía un gran nivel de inglés, me la dieron por cabezota, y así me planté en el Instituto de Tecnología de Kyushu [la tercera isla más grande de Japón] donde enmarcado en un proyecto de ingeniería metabólica y trabajando sobre las reacciones bioquímicas de las células descubrí mucho más sobre biología".

Así pasaron los años, y tras siete en este país oriental y con otro post-doctorado bajo el brazo, Arauzo-Bravo decidió volver a Europa y, más concretamente, a Alemania en lo que él define como toda una tentación intelectual y profesional. "Llevaba sólo unos meses trabajando en una empresa japonesa cuando me llegó un mail que casi se pierde. Era para hacer una presentación en Alemania y, aunque estaba contento donde trabajaba, no era lo que me llenaba. Así, hice las maletas y me planté allí. Tras unas pocas entrevistas, el Instituto Max Planck de Biomedicina Molecular me abrió sus puertas... de esto hace cinco años y hasta ahora", comenta.

Descifrando la biología

La información genética, esa que explica lo que somos, se encuentra en nuestro ADN como si se tratara del disco duro de nuestro ordenador. Pero de poco serviría esta información sino hubiese una serie de mecanismos capaces de leerla y, en este caso, son una serie de proteínas especiales que se encuentran en las células y que se llaman factores de transcripción.

Estos factores actúan como pequeños robots que encienden y apagan diminutos interruptores distribuidos a lo largo del ADN. La interacción entre los factores de transcripción y estos interruptores forman complejas redes de conexión que, volviendo al símil del ordenador, sería toda la circuitería lo que en biología son las redes genéticas.

Sin embargo ¿cómo podemos leerlos? Aquí entra el trabajo de especialistas como Arauzo-Bravo. Y es que cada vez son más necesarios integrar conocimientos matemáticos y computacionales para descifrar los complejos procesos biológicos. Ahora, su nuevo reto se centra en dirigir su propio grupo de Biología Computacional y Bioinformática -compuesto por tres postdoctorados y dos estudiantes de este nivel- centrándose en un objetivo claro: desarrollar modelos computacionales que permitan simular redes genéticas y, en última instancia, descifrar los mecanismos de reprogramación celular.

Y eso que, según él, la edad ya juega en su contra: "en otras profesiones cuanta mayor experiencia mejor, te cuenta en positivo, pero en investigación no", asegura. "Si no has progresado lo suficiente en cuanto a publicación de artículos especializados siendo uno el investigador principal y demás, tienes más problemas para desarrollar investigaciones propias, que te concedan ciertos recursos, etc. Y en mi caso, con los traslados de país se ha hecho más complicado".

Aún así, y aunque ahora empieza a sentir algo de 'morriña' por España, asegura que las posibilidades de desarrollarse aquí son bastante complicadas: "Hace poco rechacé una oferta de la Universidad de Burgos, pues el dinero que ofrecían era bastante bajo. Además, ya no es sólo la cuestión económica", explica. "Son admirables los trabajos que se hacen en España porque se hacen cosas muy buenas con muy pocos medios. Allí, y sobre todo ahora con la crisis, lo primero que se hace es recortar en investigación porque todo lo que hacemos los investigadores se ve como un gasto, no como un beneficio a largo plazo. Sin embargo, en Japón y especialmente en Alemania, esto es diferente, durante la crisis no se ha quitado financiación".
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