lunes, 6 de enero de 2014

Aborto, ciencia e ideología | Opinión | EL PAÍS

Aborto, ciencia e ideología | Opinión | EL PAÍS

Aborto, ciencia e ideología


Ningún Gobierno tiene competencia para intervenir con sus leyes en todos los ámbitos de la vida personal. Los datos científicos y no los ideológicos dicen cómo funciona la biología corporal humana. Este funcionamiento es el que es y ningún Gobierno con sus leyes puede alterar la estructura biológica y sus formas naturales de comportarse.
En las argumentaciones de los que niegan o afirman el derecho a abortar apenas hay referencias a la biología protagonista del embarazo. La condición procesual de la gestación es fundamental. Desde el momento que hay proceso, la temporalidad es clave para saber qué pasa en dicha gestación. Lo que es antes no es lo mismo después.
En la génesis biológica de lo engendrado, en la fase inicial, están los gametos masculino y femenino; después el cigoto, la primera célula compuesta del futuro embrión y el blastocito, el comienzo del proceso de la gestación. Nada de esto es fulminante temporalmente hablando. Por el momento no hay consistencia personal alguna. Naturalmente hay vida, pero en un estado informe, biológicamente elemental, simple. El proceso tiene que avanzar todavía mucho para que la organización biológica tenga la consistencia propia de un viviente individual.
A propósito de la aparición / existencia / presencia del alma, tal y como cierta antropología / teología / moral explica el asunto, se trata de una estructuración orgánica del aparato psíquico sapiens capaz de devenir en su momento función específicamente racional, humana. Para esto último, es indispensable cierta cerebración y la aparición del neocórtex, sin lo cual no hay principio de unidad individual de modo que el embrión / feto no tiene base biológica suficiente para subsistir con la organicidad somática necesaria que permita hablar de un viviente humano. Es imposible saber los momentos precisos en que estos pasos ocurren. Han de pasar unas cuantas semanas (entre 12 y 14).
Aunque la complejidad biológica de la fase inicial de la gestación requiere un desarrollo mayor, bastan estos datos científicos para desautorizar algunas simplificaciones ideológicas y no científicas que se oyen en ciertas tertulias radiofónicas y televisivas. En cualquier caso, la biología en sí prevalece sobre el derecho.— Julián Ruiz Díaz. Madrid.

Estoy francamente preocupada por la ley del aborto. Siempre he creído que la única manera duradera de resolver un conflicto es intentando comprender lo que hace a tu opinión diferente de la otra. A pesar de que entienda que otros creen que existe vida que debe ser defendida desde el mismo momento en el que se concibe, comprendo que hay muchas formas de entenderlo.
Todos estamos de acuerdo en que acabar con la vida de una persona que ha nacido o de un bebé que se lleva gestando durante ocho meses es un asesinato. Es decir, el hecho de no haber nacido, no es suficiente para distinguir si se trata de asesinato o no.
Entonces, ¿a partir de qué momento se puede considerar que el feto es una persona indefensa, como cualquier bebé, que debe ser defendida? No existe consenso para estas preguntas porque es una cuestión moral, que depende de cada cual. No existe un momento determinante en el que se pueda acordar que, entonces, estamos hablando de una persona.
Por eso comprendo que hay muchas mujeres que creen que el proceso de gestación es algo que podría dar lugar a una vida, pero que aun no lo es, y que puede ser detenido para evitar traer al mundo a alguien a quien no quieren o no podrían cuidar.
Pediría ahora a los que no entienden a quien está a favor de una ley del aborto por plazos que intenten comprender a esas mujeres. Porque no estamos hablando de inconscientes que matan por placer. Quizá para mí sería más fácil tener un hijo no deseado y dejarlo en adopción como sugieren los partidarios de la nueva ley, porque no tendría que hacerme ningún planteamiento moral, pero ¿sería eso lo mejor para mi hijo? Eso es lo que se pregunta una mujer antes de abortar: qué será de ese niño una vez que haya nacido.— Rocío Ros Rebollo. Pilar de la Horadada, Alicante.

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