Brasil planea implantar los paquetes de tabaco genéricos
La medida, ya vigente en Australia, impide que las marcas diferencien las cajetillas por colores o símbolos
FREDERICO ROSAS São Paulo 3 ENE 2014 - 22:59 CET
Brasil, el mayor exportador de tabaco del mundo, aprieta el cerco en torno a sus fumadores. La Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa), dependiente del Ministerio de Salud, ha defendido la implantación de los paquetes de tabaco genéricos, sin personalidad, como ya sucede en Australia. Con esta medida las cajetillas serían totalmente iguales, las marcas de cigarrillos no estarían diferenciadas entre sí por colores o símbolos. Solo una mención en un tipo de letra lo más anodino posible permitirá a los consumidores diferenciar quién ha fabricado el pitillo que se está fumando. Se trata de evitar que los fumadores o potenciales fumadores se vean atraídos por el diseño de la cajetilla. Las tabacaleras se oponen a la medida porque perderían su imagen de marca (no podrán utilizar logos u otros reclamos).
La propuesta debe llegar ahora al Congreso brasileño. Y para ello es necesario que algún parlamentario presente un proyecto de ley en este sentido, algo que aún no ha sucedido, explicó un portavoz de Anvisa a EL PAÍS por correo electrónico. También sería necesario realizar una consulta pública sobre el tema, ha reconocido la agencia.
Las cajetillas genéricas son un paso más del Gobierno de Dilma Rousseff en la cruzada contra el tabaco, después de la promulgación en el año 2011 de una ley federal que lo prohíbe en lugares cerrados de acceso público, como restaurantes y bares. El Ejecutivo tomó la decisión siguiendo iniciativas similares que ya existían a nivel municipal y estatal. La prohibición llegó acompañada de la suspensión de toda publicidad de productos relacionados con el tabaco, también en los puntos de venta (una medida más dura de la que está en vigor en países como España, donde los estancos sí pueden tener publicidad).
El país ha emprendido una carrera para acabar con el problema del tabaquismo. El pasado día 27 de diciembre, la presidenta sancionó sin vetos una ley que prohíbe la fabricación, comercialización, distribución y propaganda de productos nacionales e importados que imiten la forma de cigarrillos y que estén destinados al público infantil o juvenil. Además, en el Mundial de fútbol de 2014 no se podrá encender ni un cigarrillo en las gradas de los 12 estadios que servirán de escenario para el torneo, según ha establecido la FIFA.
Brasil también tiene un debate abierto sobre los aditivos permitidos para el tabaco que se consume. Un grupo de ocho investigadores (cinco procedentes de universidades brasileñas y tres de centros académicos extranjeros) evalúa 121 de las sustancias actualmente permitidas, que el sector califica de “esenciales al proceso productivo”. Según Anvisa, se utilizan cerca de 600 aditivos en el proceso de fabricación de cigarrillos y otros productos derivados del tabaco. Se trata de sustancias que suavizan su sabor o que pueden llegar a aumentar la adicción. El 10% de un cigarro está compuesto de este tipo de sustancias. “Son añadidas intencionadamente a los productos derivados del tabaco para enmascarar el mal gusto de la nicotina, disfrazar el olor desagradable, reducir la porción visible de humo y disminuir la irritabilidad del humo para los no fumadores”, aclara Anvisa en su sitio web.
El Gobierno cree que el aumento de los impuestos también contribuirá a reducir el número de fumadores en el país, aproximadamente 20 millones de personas, más de 500.000, adolescentes. La Organización Mundial de la Salud calcula que por cada 10% que sube el precio del tabaco el número de consumidores baja entre un 3% y un 5%. Un estudio de la Universidade Federal de São Paulo (Unifesp) divulgado en 2013 reveló que el número de fumadores descendió un 20% en los últimos seis años. Unos 200.000 brasileños mueren cada año debido a enfermedades relacionadas con el tabaquismo.
Poco atractivo
- Objetivo. La lucha contra el tabaquismo que lidera la Organización Mundial de la Salud tiene como uno de sus objetivos hacer el producto menos atractivo, sobre todo para los jóvenes. Ahí se enmarcan las intervenciones en el empaquetado, con regulaciones cada vez más restrictivas.
- Australia. El país de Oceanía ha sido el que más lejos ha ido en la regulación. En 2011 aprobó una normativa para que todos los paquetes de cigarrillos tuvieran el mismo color (caqui) y diseño. Al frente, muy destacada, aparece la foto con los estragos del tabaco, y en la parte superior quedan los mensajes sanitarios. Pero la gran novedad es que se prohíbe el uso de colores o tipografías de marca: en una estrecha franja por abajo figura el nombre del fabricante y la variedad del producto, pero con un tipo de letra único que impide que cada empresa se diferencie del resto. Las tabacaleras australianas batallaron legalmente contra esta restricción, pero en agosto de 2012 el Supremo dio la razón al Gobierno.
- UE. La Unión Europea (al menos sus autoridades sanitarias) ve con simpatía la política australiana, pero aún no se ha decidido a implantarla. Todavía hay países en los que se puede fumar en lugares cerrados (algunos länder de Alemania, por ejemplo). El paso más ambicioso ha sido la prohibición de denominaciones como light, que podrían hacer pensar que se trata de un producto menos peligroso. Tampoco las desagradables fotografías son obligatorias en todos los países.
- Reino Unido. Ha defendido el modelo australiano, pero no ha llegado a imponerlo.
- EE UU. En América del Norte la discusión está en otro nivel: todavía las tabacaleras discuten si deben insertar los mensajes sobre el daño que causa el tabaco o las fotos sobre sus estragos en la salud. Alegan que va contra su libertad de expresión y de mercado.
Pero la política fiscal tiene sus contrapartidas: aproximadamente el 30% de los cigarrillos comercializados en Brasil provienen del mercado ilegal, que así evitan pagar los impuestos sobre el producto. El gigante sudamericano es el mayor exportador mundial de tabaco desde el año 1993 y el segundo mayor productor, solo por detrás de China, según datos del Sindicato Interestatal de la Industria del Tabaco (SindiTabaco). El 90% de la producción nacional se concentra en los tres Estados de la región sur del país (Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná).
La Unión Europea fue el principal mercado de la cosecha de tabaco de Brasil en los años 2011 y 2012, según datos de SindiTabaco. El 40% del total de las exportaciones de 2012 fue a parar a la UE. Ese año, Brasil batió su récord en ventas internacionales de cigarrillos, con 3.260 millones de dólares (2.600 millones de euros) en divisas del producto vendidas a 100 países.
España, a la cabeza de la UE
EMILIO DE BENITO
La última modificación de la ley antitabaco en España, la que entró en vigor en 2011, situó al país a la cabeza de los que tienen una legislación más restrictiva al respecto. Incorporó muchas de las sugerencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y acabó con las incertidumbres que había creado la anterior norma, sobre todo en locales cerrados de hostelería. Desde entonces no se puede fumar en ningún lugar cerrado (salvo clubes de fumadores sin personal ni ánimo de lucro), e incluso se prohibió hacerlo en algunos al aire libre (alrededor de colegios, hospitales o en parques infantiles).
El envasado ya es, también, el más restrictivo, con fotos obligatorias de los efectos del humo en la salud. Pero es precisamente este aspecto uno en el que la OMS cree que se puede avanzar. La existencia de un mercado único dificulta tomar decisiones en el empaquetado, y tiene que ser la Comisión la que decida los nuevos cambios. Uno de ellos es precisamente el que ya han emprendido Australia y planea Brasil: eliminar las características propias de las diferentes marcas y obligar a usar un empaquetado uniforme donde las advertencias (visuales o escritas) ocupen la inmensa mayoría de la superficie de las cajetillas.
Otro aspecto que la OMS suele criticar es la política fiscal. El tabaco computa en el IPC, y eso desalienta las subidas.
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