Alternativas "reales y concretas", pero con más esfuerzo de gestión

La crisis del sistema sanitario español no es un problema exclusivamente sanitario.

Álvaro Sánchez León. Madrid | alvaro.sanchez@colaboradoresunidadeditorial.es | 05/05/2014 00:00

Los tres participantes en este debate coinciden en que la crisis económica y social ha puesto en entredicho la viabilidad del Sistema Nacional de Salud tal y como se ha conocido hasta ahora. Como destaca el secretario general de la OMC, "el sistema sanitario del futuro a corto y a largo plazo no va a tener nada que ver con el que teníamos". Aunque el PIB dedicado a sanidad en España se mantiene en la media de los países de la OCDE, todos apuntan a que la crisis ha rebajado claramente la inversión.

Un SNS diferente
Juan Oliva señala que "hay comunidades donde el presupuesto sanitario se ha reducido un 10 por ciento, y en algunas, hasta un 25 por ciento. Lógicamente, nada puede volver a ser lo que era".
Aun así, el copago asistencial debe seguir siendo una palabra tabú en el mundo de las decisiones políticas.

Como destaca Oliva en la conclusión del debate, "aquí hemos hablado más de ofertas que de demanda, de cuestiones relacionadas con la eficiencia, de una financiación adecuada, de sacar fuera del sistema lo que no es eficiente para reinvertir en lo que debe tener más valor... Hemos hablado de cambios estructurales, de orientar el sistema de una vez al paciente crónico, de coordinar la atención sanitaria con la atención social, de buen gobierno de las instituciones públicas, de políticas justificadas, de participación de los profesionales, de profesionalización de la gestión, de transparencia, de rendición de cuentas a los ciudadanos... Y cuando no nos ha quedado más remedio, hemos hablado de copago...".

Romero, González Armengol y Oliva creen firmemente que las alternativas al copago, al pago, o al repago -según la propuesta- son muchas. Huir de ellas, aunque sean difíciles de afrontar, no solucionan la patología.

Propuestas de Semes
El presidente de Semes tiene, además, otras propuestas previas "reales y prácticas": consolidar las unidades de gestión clínica democráticas, "que no supongan la feudalización de ningún servicio, que respeten el régimen jurídico y la voluntariedad en la participación"; reducir "a un 10 por ciento las atenciones en Urgencias, ingresos y reingresos, de los pacientes más demandantes; favorecer económicamente la ambulatorización y la transferencia del seguimiento de pacientes al primer nivel asistencial de forma progresiva; aprobar la especialidad de Urgencias, ya que los profesionales formados gastan menos, sobre todo si no son superespecialistas, y los urgenciólogos somos generalistas; mejorar el acceso a la información y su explotación, algo que es técnicamente sencillo...".

La prioridad de González Armengol es que las decisiones sanitarias se tomen teniendo en cuenta los perfiles de los pacientes. Y para que conste para siempre ante posibles malinterpretaciones, destaca los siguientes datos contundentes, muchos de los cuales rompen tópicos establecidos en el universo de muchos gestores sanitarios: "Hay un 28 por ciento de la población que utiliza los servicios de Urgencias. De ellos, un 45 por ciento emplea directamente las Urgencias hospitalarias. O sea, un 15 por ciento, más o menos, del total de la población, que puede ser menor si tenemos en cuenta que un 25 por ciento utiliza estos servicios directamente en el ámbito privado".

A partir de ahí, ni lo que él llama "el gremio", ni los que toman las decisiones desde el epicentro político y desde los centros de gestión sanitaria aplicada al día a día deberían gobernar nunca más por la vía del tópico.