Posted: 10 Sep 2018 08:56 AM PDT
"He decidido compactar más mi equipo, para así poder dar una respuesta más focalizada en la agenda que se viene", informó el Presidente de la Nación, Mauricio Macri, el pasado lunes 3 de septiembre en su mensaje desde la Casa Rosada. Y horas más tarde supimos que, en esa focalización en la agenda que se viene, el Ministerio de Salud perdía su rango y pasaba a ser una secretaría de gobierno dependiente del ahora Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación. La forma en la que el Poder Ejecutivo organiza su trabajo opera tanto en el plano simbólico como real. Creo que la discusión de fondo es entre entender la salud como un paquete de prestaciones o una canasta de servicios, o entenderla como un derecho universal, integral y gratuito del que el Estado es garante.
En esta semana hemos pasado de los trascendidos a los discursos, de los discursos a los decretos, de los decretos a las interpretaciones y de las interpretaciones a las promesas a una velocidad que muchas veces nos hace correr el riesgo de quedar dándole trompadas al aire.
Los decretos que crean la nueva estructura no terminan de esclarecer los motivos del cambio de organigrama, dado que esta nueva Secretaría de Salud mantiene las funciones del ex-Ministerio de Salud y el ahora secretario Rubinstein mantiene su firma sobre compras y disposiciones sin necesidad de ser refrendadas por la ministra Carolina Stanley. Cierto es también que el decreto crea este cargo por 60 días, con posibilidad de extenderlo por disposición de la Jefatura de Gabinete. Asimismo, distintos funcionarios han transmitido informalmente a organizaciones de la sociedad civil y sociedades científicas que el presupuesto 2019 no sufrirá recortes en los programas prioritarios (VIH, inmunizaciones, maternidad e infancia, salud sexual). Pero, entonces, ¿si la nueva secretaría mantiene las funciones y la autonomía del ex-Ministerio de Salud y la búsqueda del déficit cero no viene por los programas sanitarios (a pesar de que muchos insumos y medicamentos tienen un componente de su costo en dólares), qué se busca con el cambio en el organigrama? Solamente en la nueva papelería que va a tener que imprimir el nuevo Ministerio de Salud y Desarrollo Social se gastarán miles de pesos innecesariamente.
La comunicación de las medidas (o la falta de ella) no hizo más que aumentar la incertidumbre que la pérdida de jerarquía de Salud en el organigrama estatal abre acerca de la pérdida de autonomía en el manejo presupuestario y la continuidad de los programas sanitarios. En este sentido, la renuncia del doctor Sergio Maulen a la Dirección de Sida, ETS, Hepatitis Virales, Tuberculosis y Lepra del Ministerio de Salud de la Nación a raíz de presuntos recortes a realizar para el presupuesto 2019 (finalmente, y luego de la presión ejercida, aparentemente resueltos) genera un primer motivo de incertidumbre en uno de los programas fundamentales de la cartera.
Una de las razones esgrimidas por el Ejecutivo es buscar una mejor coordinación entre los distintos organismos a cargo de las áreas en cuestión. No obstante, si entendemos que los cambios o las nuevas políticas deberían producir impactos consistentes con la intencionalidad que los guiaron, con consecuencias agregadas coherentes y minimizando las posibilidades de neutralización mutua o de creación de nuevos problemas, no parece haberse logrado el objetivo. La movilización de la enorme mayoría de instituciones, sociedades y organizaciones de pacientes vinculados a la salud, así como el desgaste que indefectiblemente genera en funcionarios y trabajadores de la salud la incertidumbre que comenzó el fin de semana, parece traer más costos que beneficios.
Más aún, dos de las mejores, a mi juicio, políticas vinculadas a la salud por parte del actual Gobierno pudieron encontrar esa coherencia y coordinación sin necesidad de subsumir estructuras. La primera es la compra conjunta de Factor VIII, medicamento para tratar la hemofilia, que generó el Poder Ejecutivo entre el Ministerio de Salud, el Programa Incluir Salud, el PAMI, IOMA y la Superintendencia de Servicios de Salud (a quien, a su vez, delegaron la compra las obras sociales nacionales) y le generó al sistema en su conjunto un ahorro promedio del 80 por ciento.
La otra experiencia, más en ciernes pero no menos interesante, es el Plan de Prevención del Embarazo No Intencional en el Adolescencia (Plan ENIA), que con ese objetivo reúne a los Ministerios de Desarrollo Social, Salud y Educación, bajo la coordinación de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia del ministerio conducido por Carolina Stanley. Allí, dicha secretaría, junto a la Dirección de Salud Sexual del ex-Ministerio de Salud y al Programa de Educación Sexual Integral del Ministerio de Educación, trabajan articuladamente para disminuir los embarazos no intencionales en la adolescencia en 12 provincias de nuestro país (incluyendo PBA y las provincias del norte). Nuevamente, no hizo falta crear nuevas estructuras ni degradar las existentes para avanzar coordinadamente en una temática tan importante para la salud adolescente.
En estos días hemos intentado encontrar las respuestas a los interrogantes arriba mencionados sin alarmar innecesariamente a quienes reciben prestaciones del ex-Ministerio de Salud: ¿están garantizadas la compra y la distribución de los insumos?, ¿contemplará el presupuesto 2019 los cambios en el tipo de cambio, la inflación y las nuevas metas de déficit fiscal?, ¿se sostendrá la función rectora del Ministerio de Salud de la Nación para no profundizar la inequidad en el acceso entre provincias y entre coberturas?, ¿podrá el secretario de Gobierno de Salud planificar nuevas políticas públicas en pos de mejorar la calidad del sistema de salud sin estar en la mesa chica de decisiones del gobierno?, ¿es necesaria la integración de estructuras como primera respuesta a la buscada coordinación de políticas sociales?
Una comunicación más asertiva por parte de los funcionarios del Poder Ejecutivo acerca del por qué de la creación de este Ministerio de Salud y Desarrollo Social, los planes para el día 61 para la nueva Secretaría de Gobierno de Salud y el compromiso de garantizar el presupuesto para 2019 para los programas prioritarios serviría para llevar tranquilidad. Aun así quedará pendiente re-priorizar las políticas de salud en "la agenda que se viene".
Fuente: Infobae - Por Leandro Cahn (Director Ejecutivo de Fundación Huésped)
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