ENTREVISTA | Xavier Bonfill
Contra la crisis sanitaria, evidencia científica
- La Colaboración Cochrane reivindica el valor de las revisiones sistemáticas
- Son claves para garantizar la sostenibilidad del sistema sanitario, aseguran
La guerra civil española marcó de forma imborrable a Archie Cochrane (1909-1988). Este médico escocés llegó a nuestro país como miembro de las Brigadas Internacionales y formó parte de la 'British Ambulance Unit', donde, entre otras desgracias, comprobó que muchos de los tratamientos e intervenciones que se empleaban en las mesas de operaciones no estaban basados en ninguna evidencia científica.
Su experiencia en la Segunda Guerra Mundial confirmó esta percepción, por lo que, una vez acabada la contienda, dedicó gran parte de su carrera a promocionar el método científico en medicina. Sus principios inspiraron en 1993 la creación de la Colaboración Cochrane, una red internacional que, desde la independencia política, pretende "ayudar a profesionales de la salud, gestores, pacientes y ciudadanos en general a tomar decisiones bien informadas sobre la atención sanitaria mediante la preparación, actualización y promoción de revisiones sistemáticas".
Estas revisiones, que básicamente sintetizan la evidencia científica disponible sobre la idoneidad de una terapia, un dispositivo o una práctica clínica, están coordinadas por 14 centros internacionales que agrupan a unas 30.000 personas en todo el mundo.
Xavier Bonfill dirige desde su fundación en el año 2000 el Centro Cochrane Iberoamericano, que desde su sede en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, es responsable de toda la actividad de la red en España, Portugal, Andorra y toda la América Latina hispanoparlante.
Con casi dos décadas de 'experiencia Cochrane' a sus espaldas, este oncólogo catalán cree que el espíritu de la red es, precisamente, una de las claves que pueden hacer salir al sistema público sanitario de la encrucijada en la que se encuentra.
Generar información de calidad en el ámbito de la salud, subraya, es fundamental para tomar decisiones que finalmente afectan a la salud de los ciudadanos. En ese sentido, continúa, la Colaboración Cochrane puede ser especialmente relevante ahora que, debido a la crisis, "habrá que discriminar cuáles son las prestaciones sanitarias que hay que financiar porque han demostrado ser efectivas".
Para Bonfill, "en nuestro país y en todos ha existido una excesiva benevolencia, una falta de monitorización en las decisiones que se han tomado a nivel clínico". Eso ha hecho que en la época de las 'vacas gordas' se incorporasen a la cartera sanitaria tratamientos e innovaciones sin la suficiente justificación científica.
Mientras hemos pasado una etapa de bonanza económica, esto no ha supuesto ninguna preocupación porque se han podido aplicar todo tipo de tratamientos, aunque no fuesen coste-efectivos, señala Bonfill. "Pero ahora que necesariamente tenemos que racionalizar, estas decisiones tendrán que quedar mucho más explícitas".
"Si seguimos gastando en todo lo que está produciendo la investigación, llegará un momento en que no podremos gastar en aquello que está bien asentado y que es necesario. De ahí que se necesiten mecanismos elaborados y claros para disponer de una cartera de servicios pública donde quede bien claro por qué un determinado se ha incluido, cuáles son los beneficios, cuánto cuesta y qué esperamos obtener", remarca Bonfill.
Obviamente, indica este especialista, no se trataría de una 'lista' cerrada, sino que se iría modificando a medida que apareciesen nuevas evidencias científicas. Según su opinión, un buen modelo para comenzar son las 'Do not do recommendations' (Recomendaciones sobre qué no hacer) que ha empezado a elaborar el sistema de salud inglés y que enumera, basándose en revisiones, las prácticas que no deben realizarse en las consultas públicas (ya sea porque no hay suficiente justificación, porque sus efectos secundarios son importantes o porque hay alternativas mejores).
"Las revisiones exhaustivas son claves", concluye Bonfill, que se muestra optimista de cara al futuro. "En realidad la crisis nos está ofreciendo la oportunidad de ser más racionales y de hacer que el sistema tenga más en cuenta a los profesionales de la salud".
Su experiencia en la Segunda Guerra Mundial confirmó esta percepción, por lo que, una vez acabada la contienda, dedicó gran parte de su carrera a promocionar el método científico en medicina. Sus principios inspiraron en 1993 la creación de la Colaboración Cochrane, una red internacional que, desde la independencia política, pretende "ayudar a profesionales de la salud, gestores, pacientes y ciudadanos en general a tomar decisiones bien informadas sobre la atención sanitaria mediante la preparación, actualización y promoción de revisiones sistemáticas".
Estas revisiones, que básicamente sintetizan la evidencia científica disponible sobre la idoneidad de una terapia, un dispositivo o una práctica clínica, están coordinadas por 14 centros internacionales que agrupan a unas 30.000 personas en todo el mundo.
Xavier Bonfill dirige desde su fundación en el año 2000 el Centro Cochrane Iberoamericano, que desde su sede en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, es responsable de toda la actividad de la red en España, Portugal, Andorra y toda la América Latina hispanoparlante.
Con casi dos décadas de 'experiencia Cochrane' a sus espaldas, este oncólogo catalán cree que el espíritu de la red es, precisamente, una de las claves que pueden hacer salir al sistema público sanitario de la encrucijada en la que se encuentra.
Generar información de calidad en el ámbito de la salud, subraya, es fundamental para tomar decisiones que finalmente afectan a la salud de los ciudadanos. En ese sentido, continúa, la Colaboración Cochrane puede ser especialmente relevante ahora que, debido a la crisis, "habrá que discriminar cuáles son las prestaciones sanitarias que hay que financiar porque han demostrado ser efectivas".
De las vacas 'gordas' a las 'flacas'
Para Bonfill, "en nuestro país y en todos ha existido una excesiva benevolencia, una falta de monitorización en las decisiones que se han tomado a nivel clínico". Eso ha hecho que en la época de las 'vacas gordas' se incorporasen a la cartera sanitaria tratamientos e innovaciones sin la suficiente justificación científica.
Mientras hemos pasado una etapa de bonanza económica, esto no ha supuesto ninguna preocupación porque se han podido aplicar todo tipo de tratamientos, aunque no fuesen coste-efectivos, señala Bonfill. "Pero ahora que necesariamente tenemos que racionalizar, estas decisiones tendrán que quedar mucho más explícitas".
"Si seguimos gastando en todo lo que está produciendo la investigación, llegará un momento en que no podremos gastar en aquello que está bien asentado y que es necesario. De ahí que se necesiten mecanismos elaborados y claros para disponer de una cartera de servicios pública donde quede bien claro por qué un determinado se ha incluido, cuáles son los beneficios, cuánto cuesta y qué esperamos obtener", remarca Bonfill.
Obviamente, indica este especialista, no se trataría de una 'lista' cerrada, sino que se iría modificando a medida que apareciesen nuevas evidencias científicas. Según su opinión, un buen modelo para comenzar son las 'Do not do recommendations' (Recomendaciones sobre qué no hacer) que ha empezado a elaborar el sistema de salud inglés y que enumera, basándose en revisiones, las prácticas que no deben realizarse en las consultas públicas (ya sea porque no hay suficiente justificación, porque sus efectos secundarios son importantes o porque hay alternativas mejores).
"Las revisiones exhaustivas son claves", concluye Bonfill, que se muestra optimista de cara al futuro. "En realidad la crisis nos está ofreciendo la oportunidad de ser más racionales y de hacer que el sistema tenga más en cuenta a los profesionales de la salud".
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