UNIR SANIDAD Y POLÍTICAS SOCIALES RESPONDE AL INTERÉS GENERAL
"Cooperación y coordinación son los dos conceptos clave de los próximos años"
Sanidad y dependencia "han de ser un binomio" prioritario en la gestión de las políticas sanitarias en tiempos de pirámide poblacional invertida. Juan Oliva, presidente de la Asociación de Economía de la Salud.
Álvaro Sánchez León | 10/11/2011 00:00
Juan Oliva, presidente de la Asociación de Economía de la Salud. (José Luis Pindado)
Economía y salud. Las estrellas del horóscopo, junto con el amor. Las dos palabras más de moda en las temporadas de crisis primavera-verano-otoño-invierno. Juan Oliva es diseñador de altura de alternativas a la pasividad de las administraciones para casar una pareja difícil. Le pasamos consulta como presidente de la Asociación de Economía de la Salud en busca de la receta que convierta la sanidad en monedas de oro estructurales del Estado del Bienestar.
Sanidad y Dependencia, ¿cada vez será un binomio más interdependiente?
-Necesariamente han de serlo. El objetivo de ambas es el cuidado y la promoción de la salud de las personas. Cooperación y coordinación son los dos conceptos clave a desarrollar en los próximos años. Cooperación política entre los gobiernos central, autonómicos y locales de diverso signo, que tendrán que aproximar posturas para promover la salud de los ciudadanos y prestar una atención de calidad.
Coordinación necesaria también entre el sistema sanitario y los sistemas de atención social, que tendrán que compartir recursos persiguiendo la eficiencia y la equidad en la asignación de los recursos públicos y privados. Y dentro de este esquema, el papel central debe reservarse a los ciudadanos como agentes activos en la promoción de su propia salud.
¿El futuro político en España serán consejerías y ministerio de Sanidad y asuntos sociales o políticas sociales? ¿Atiende está unión a criterios economicistas?
-Allí donde sanidad y servicios sociales han integrado sus consejerías, sinceramente creo que el criterio ha sido responder al interés general. No ha habido motivaciones economicistas. Otros habrán concluido que los tiempos y las estructuras no estaban suficientemente maduros para ello y han optado por otras vías igual de respetables. Hay un interés general por favorecer la coordinación, pero las fórmulas son variadas.
¿Cómo ve un experto en economía de la salud la sostenibilidad de un sistema sanitario español cada vez más llamado a atender a poblaciones envejecidas?
-La demografía es una ciencia dura y nos indica que debemos reinventarnos como sociedad en las próximas décadas, sobre todo por la falta de reemplazo de las generaciones del baby boom por cohortes más jóvenes.
La cuestión de la sostenibilidad o solvencia del sistema sanitario -también del sistema de pensiones o del sistema para la autonomía y atención a la dependencia- requiere gestionar eficientemente los recursos una vez que los hayamos generado. La respuesta a la cuestión la tiene el modelo de desarrollo económico que seamos capaces de llevar a cabo en los próximos años. Un modelo que mantenga las tasas de paro en dos dígitos sumado a la tendencia demográfica no augura un futuro halagüeño.
¿Hay alguna forma de hacer sostenible la Ley de Dependencia?
-La Ley de Dependencia ha nacido con un claro problema de financiación y en un momento muy complicado. Esto no es óbice para lamentar que el discurso de la falta de financiación haya servido a veces como excusa para obviar o retrasar su implementación. No tengo soluciones mágicas para la cuestión. En todo caso, si los objetivos del SNS y del Sistema de Apoyo y Atención a la Dependencia son comunes en gran medida, deberíamos plantear estrategias a medio y largo plazo que nos lleven a contemplar conjuntamente las fortalezas de coordinación de ambos sistemas, así como sus problemas y riesgos conjuntos.
¿Qué pediría para que en España exista de verdad una atención integral a las personas mayores?
-Lo que debería existir es una atención integral al ciudadano, mayor o no. Hay enfermedades degenerativas que afectan a muchas personas que no entrarían en la categoría de mayores. El énfasis debe escapar al factor edad y centrarse en el ciudadano. Deberíamos tratar de identificar y actuar sobre los aspectos que previenen las enfermedades y retrasan la discapacidad. Esto supone invertir hoy para recoger dentro de muchos años. Pero son inversiones necesarias, dado el escenario demográfico que se nos presentará en las próximas décadas.
Es algo que debe plantearse junto con el cambio de la organización de nuestro sistema sanitario orientado al tratamiento integral de personas con varios problemas crónicos de salud. Esto supone que las personas responsables de diseñar y aplicar estas políticas deben tener una visión estratégica y no cortoplacista, pero también que los ciudadanos deben implicarse en estos procesos y exigir responsabilidades a sus representantes, y estar dispuestos a ser agentes activos en la promoción de su salud.
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