“La facilidad de uso de los nuevos instrumentos y el recambio generacional catalizarán nuevas formas de participación en salud”, según Tino Martí
Octubre 2011 - Mónica de Haro
El economista de la salud y director económico e Innovación en CASAP ha concedido una entrevista a la Revista EL MÉDICO
Según la definición que hizo Benjamin Hughes en su artículo Health 2.0 and Medicina 2.0: Tensions and Controversies in the Field, la Medicina 2.0 es "el uso de un conjunto concreto de herramientas de la web por parte de los agentes implicados en la asistencia sanitaria (médicos, enfermeras, pacientes e investigadores) aplicando los principios de código abierto, generación de contenidos por parte de los usuarios y el poder de las redes para personalizar la asistencia y promocionar la educación sanitaria". Una definición que goza de una gran aceptación pero que necesita ser matizada y, sobre todo, analizada en profundidad. Para Tino Martí, economista de la salud y director económico e innovación en CASAP, resulta difícil definir qué es Medicina 2.0 y prueba de ello es la gran variedad de definiciones que se pueden encontrar; todas llevan implícito el hecho de estar ante algo nuevo, en evolución y con alta capacidad transformadora del ejercicio de la Medicina y, por extensión, de la organización sanitaria gracias al empleo de nuevas tecnologías de la información y comunicación.
¿Qué es la Medicina 2.0?
Resulta difícil definir qué es Medicina 2.0 y prueba de ello es la gran variedad de definiciones que se pueden encontrar. Todas llevan implícito el hecho de estar ante algo nuevo, en evolución y con alta capacidad transformadora del ejercicio de la Medicina y, por extensión, de la organización sanitaria gracias al empleo de nuevas tecnologías de la información y comunicación.
Se trata de un fenómeno relativamente nuevo cuya aplicación en salud aún está por ver, ¿dónde empezó?, ¿cuál fue el punto de partida?
El fenómeno tiene mucho de proceso y como tal no tiene un punto claro de inicio sino más bien una serie de sucesos que le van dando forma. Lo que está claro es que nace en la costa oeste, centro neurálgico de la innovación basada en las TIC. En Health20.org se fecha a finales del 2006 y la primera conferencia temática Health 2.0 tuvo lugar en San Francisco en 2007. Después de varias ediciones en Estados Unidos, se realizó la primera edición europea en 2010 en Paris. Lo mismo ha sucedido con la conferencia Medicine 2.0, de corte más académico, iniciada en Toronto en 2008 por Gunther Eysenbach y que tuvo su primera versión europea en la ciudad de Maastricht el año pasado.
La participación directa del usuario/paciente en la elaboración, selección y valoración de contenidos supone el punto de inflexión para hablar de Medicina 2.0. ¿Cuáles son, en su opinión, las claves de este nuevo fenómeno?
La participación ciudadana es uno de sus pilares. El que tiene que ver con el nuevo papel de los pacientes, o mejor, de los ciudadanos como responsables de su propia salud y la de su entorno. En este aspecto sufrimos un fuerte gap entre tecnología y cultura. Tenemos acceso a la última tecnología pero nuestra cultura sigue anclada en parámetros de hace cien años. Afortunadamente, la facilidad de uso de los nuevos instrumentos y el recambio generacional catalizarán nuevas formas de participación en salud.
¿En qué ha cambiado la web 2.0 el panorama general de las empresas y los individuos?
Hoy en día usamos la tecnología disponible para poner en marcha diferentes procesos de transformación. En este sentido, podemos hablar de cinco grandes impactos de la web 2.0: las personas se conectan entre sí para buscar y compartir información, para coordinar, cooperar y colaborar y, sobre todo, con estas nuevas herramientas tienen la capacidad de organizarse de una manera diferente sin contingencias de espacio y tiempo.
¿Es accesible a todos?
El concepto es 'amigable', es decir, no deja a nadie fuera. En este sentido no tiene clases y es accesible a todos independiente de variables como sexo, edad, profesión, estatus social, etc. La única salvedad es la barrera de entrada, la llamada brecha digital. Es importante resaltar que no se trata de una herramienta que elimine o sustituya el sistema tradicional, sino que lo amplifica ofreciendo muchas más opciones e introduciendo nuevas formas en la relación médico-paciente.
Más concretamente en el ámbito de la Salud, ¿qué repercusiones ha tenido? ¿Realmente se nota su presencia en el SNS? ¿Es posible la traslación a la práctica?
Aún es pronto para hablar de una verdadera transformación porque excepto la digitalización que sí está en marcha desde hace años y que influye directamente en los procesos de organización del sistema (historia clínica, prescripción, imagen), lo demás está por llegar. En Sanidad el cambio está siendo lento y aún estamos construyendo los cimientos. El cambio profundo requiere estructuras digitales donde cimentar nuevos procesos asistenciales basados en la redefinición de espacio y tiempo, gestión del conocimiento, inteligencia profesional en red y el replanteamiento del papel del paciente. El viaje necesita de competentes profesionales armados de entusiasmo y una buena dosis de madurez. El cambio, tan fundamental como brutal, podría desestabilizar el status quo de cómo funciona el servicio sanitario. Requiere madurez y gente que confíe en el cambio. Hay que tener en cuenta que lo analógico está fuertemente arraigado en el SNS, las bases de su estructura son físicas (archivos de papel) y tradicionalmente está centrado en el profesional, lo que implica una dependencia absoluta del paciente. A grandes rasgos podemos hablar de cuatro bloques de transformación: espacio y tiempo, gestión del conocimiento (información digitalizada), redes profesionales y la historia clínica electrónica. Por ejemplo, sabemos que el 75 por ciento del tiempo gastado se va en los traslados y el tiempo de espera, de manera que sólo el 5 por ciento es de contacto real con el profesional. Esto se traduce en los 5-10 minutos de consulta, ¿es esto calidad?
Las inversiones realizadas en la aplicación de las TIC al ámbito sanitario han permitido obtener resultados como, por ejemplo, aumentar un 22 por ciento el tiempo disponible por los médicos para atender a sus pacientes...
Es cierto. En Dinamarca el programa de digitalización de la historia clínica supuso la recuperación de 50 minutos de tareas administrativas a los facultativos. La cuestión es en qué invertimos ese ahorro.
Quién debería liderar el proceso de adaptación o transformación hacia un entorno más 2.0, ¿las autoridades sanitarias, los colegios profesionales y sociedades científicas, los profesionales sanitarios?
Todas las instituciones se están viendo afectadas y, por tanto, todas deben implicarse. Se necesita un liderazgo multilateral. La administración ya se ha implicado en la construcción de estructuras. Las sociedades científicas y colegios profesionales deben aportar el conocimiento y el desarrollo profesional necesario para hacer frente al cambio. La SEDAP no es excepción y tiene un amplio margen de acción en preparar a los directivos como propulsores y facilitadores del cambio.
¿Existe un compromiso real de implicación por parte del Ministerio?
La administración central y las autonómicas han demostrado su compromiso mediante el esfuerzo inversor en infraestructura durante la última década. El siguiente paso es mostrarlo en la creación de nuevos servicios. Aquí el Ministerio tiene un papel de coordinación y el peso recae más en las diferentes consejerías. Dada la falta de recursos del momento, quizás sea el momento de invertir en conocimiento y habilidades que ayuden a los profesionales y pacientes a estar preparados para enfrentarse a los nuevos retos.
Toda revolución se enfrenta con la resistencia al cambio de los individuos, ¿están los profesionales sanitarios dispuestos al cambio?, ¿hay cabida en su quehacer diario para introducir más tareas?, ¿en qué sentido les beneficiaría convertirse en prescriptores 2.0?
El profesional de la salud se forma y practica en entornos enormemente cambiantes (ciencias de la salud, tecnologías médicas, nuevos fármacos, etc). Las resistencias no vienen de lo profesional sino de lo laboral. La 'funcionarialización' de la profesión debe repensarse seriamente. No se trata de añadir funciones sino de organizarse de forma diferente. Y aquí es donde aparece el pánico al cambio.
¿Qué experiencias Salud 2.0 hay en España?
Existen múltiples y de diversa índole. Algunas dirigidas por profesionales otras por pacientes. Unas originadas en el sector público o tercer sector y otras de marcado carácter comercial. Personalmente sigo la actividad que se realiza en la Comunidad Valenciana (Oficina 2.0 de la AVS), Euskadi (Salud20Euskadi.org), Comunidad de Madrid (SOMAMFYC) y Cataluña (Hospitales Sant Joan de Déu, Sant Pau y Clínico) para aprender y compartir en nuestra experiencia de salud comunitaria municipal en Castelldefelsalut.cat donde aprovechamos las redes y los medios sociales para obtener mayor efectividad en nuestras campañas.
Desde el 2008 España participa con otros países en el proyecto europeo epSOS (proyecto europeo de salud electrónica) y en la implantación de la e-receta, ¿en qué punto está?
Se han hecho avances sustanciales en la implantación de la receta electrónica en los distintos sistemas de salud, autonómicos o nacionales. En Cataluña por ejemplo está implantada al cien por cien en la Atención Primaria y la aceptación ciudadana ha sido muy buena. Las asignaturas pendientes son el ámbito hospitalario y, fundamentalmente, la famosa interoperabilidad -coordinación e integración de sistemas de diferentes países y regiones-.
Da la sensación de que los ciudadanos van por delante, es decir que son los pacientes los que llevan la delantera. ¿Se debería seguir la ley de la oferta y la demanda o convendría adecuarse a las necesidades que los usuarios o pacientes vayan demandando tanto del SNS como de los médicos?
Es cierto que las aplicaciones de Salud 2.0 desplazan la frontera de posibilidades de producción (la oferta) y que la democratización de la información lleva a los usuarios a demandar más y más rápido. Esas tensiones deben resolverse en función del valor clínico, el coste económico (relación coste-efectividad) y la voluntad política. Seguramente algunas prestaciones adicionales deberían ser consideradas dentro de una cartera complementaria y otras, sin embargo, deberían ser consideradas de provisión pública y gratuita debido a su alto impacto en la salud poblacional.
¿En qué ha cambiado la relación médico-paciente?
La relación está cambiando considerablemente debido a la reducción en la asimetría de información, las posibilidades de interaccionar con otros pacientes y el acceso a servicios más personalizados. Si hacemos balance de pros y contras, la balanza se inclina clarísimamente hacia las ventajas. Por otro lado, la Salud 2.0 nos da la posibilidad de ofrecer servicios de forma asíncrona complementando el encuentro presencial con contactos virtuales y servicios digitales. Con las nuevas tecnologías esta relación se ha invertido. Hoy los profesionales incluso se quejan de que los pacientes manejan más información que ellos. Sobre todo, en ciertas patologías específicas. No estoy diciendo que haya que frenar al paciente, no soy partidario de poner vallas a Internet, pero sí que es necesario un proceso de reflexión para reajustarse y que cada uno retome su rol. Insisto en que hay que saber construir esa relación. Pero, a la larga, el que debería tener más peso es la institución.
Sin embargo, son muchos los que insisten en la necesidad del contacto directo, el cara a cara.
Eso nunca se perderá. Pero el acceso virtual puede descongestionar el sistema, reducir la espera, ahorrar dinero, evitar desplazamientos. Muchas patologías de AP pueden ser tratadas por videoconferencia, teléfono o email.
La sobreabundancia informativa ha distorsionado el mensaje y vivimos en la era de la desinformación.
Es imposible reducir el acceso a la información médica. No se puede prohibir a la gente que mire cosas. Lo que si podemos hacer es aconsejar. La clave está en dirigirles a fuentes fiables. ¿Por qué no pueden los médicos convertirse en prescriptores informativos y facilitar vínculos con toda la información sobre su condición? Sería una especie de terapia informacional.
Existen grupos de pacientes, conversaciones en red... Ya no estamos solos, pero, ¿existe realmente un diálogo fluido y de calidad entre los especialistas?
Exacto. Esa es una de las grandes aportaciones de la web 2.0. No sólo los enfermos se están beneficiando porque están informados, activados y tienen herramientas para asumir mayor nivel de responsabilidad. Para los profesionales supone una gran fuente de conocimiento y una herramienta vital para compartir información. Conocer los recursos que ofrecen las redes profesionales es fundamental para un ejercicio moderno de la profesión. Es aprovechar la sabiduría de las multitudes, lanzas una pregunta y la comunidad profesional te responde.
¿Qué es la Medicina 2.0?
Resulta difícil definir qué es Medicina 2.0 y prueba de ello es la gran variedad de definiciones que se pueden encontrar. Todas llevan implícito el hecho de estar ante algo nuevo, en evolución y con alta capacidad transformadora del ejercicio de la Medicina y, por extensión, de la organización sanitaria gracias al empleo de nuevas tecnologías de la información y comunicación.
Se trata de un fenómeno relativamente nuevo cuya aplicación en salud aún está por ver, ¿dónde empezó?, ¿cuál fue el punto de partida?
El fenómeno tiene mucho de proceso y como tal no tiene un punto claro de inicio sino más bien una serie de sucesos que le van dando forma. Lo que está claro es que nace en la costa oeste, centro neurálgico de la innovación basada en las TIC. En Health20.org se fecha a finales del 2006 y la primera conferencia temática Health 2.0 tuvo lugar en San Francisco en 2007. Después de varias ediciones en Estados Unidos, se realizó la primera edición europea en 2010 en Paris. Lo mismo ha sucedido con la conferencia Medicine 2.0, de corte más académico, iniciada en Toronto en 2008 por Gunther Eysenbach y que tuvo su primera versión europea en la ciudad de Maastricht el año pasado.
La participación directa del usuario/paciente en la elaboración, selección y valoración de contenidos supone el punto de inflexión para hablar de Medicina 2.0. ¿Cuáles son, en su opinión, las claves de este nuevo fenómeno?
La participación ciudadana es uno de sus pilares. El que tiene que ver con el nuevo papel de los pacientes, o mejor, de los ciudadanos como responsables de su propia salud y la de su entorno. En este aspecto sufrimos un fuerte gap entre tecnología y cultura. Tenemos acceso a la última tecnología pero nuestra cultura sigue anclada en parámetros de hace cien años. Afortunadamente, la facilidad de uso de los nuevos instrumentos y el recambio generacional catalizarán nuevas formas de participación en salud.
¿En qué ha cambiado la web 2.0 el panorama general de las empresas y los individuos?
Hoy en día usamos la tecnología disponible para poner en marcha diferentes procesos de transformación. En este sentido, podemos hablar de cinco grandes impactos de la web 2.0: las personas se conectan entre sí para buscar y compartir información, para coordinar, cooperar y colaborar y, sobre todo, con estas nuevas herramientas tienen la capacidad de organizarse de una manera diferente sin contingencias de espacio y tiempo.
¿Es accesible a todos?
El concepto es 'amigable', es decir, no deja a nadie fuera. En este sentido no tiene clases y es accesible a todos independiente de variables como sexo, edad, profesión, estatus social, etc. La única salvedad es la barrera de entrada, la llamada brecha digital. Es importante resaltar que no se trata de una herramienta que elimine o sustituya el sistema tradicional, sino que lo amplifica ofreciendo muchas más opciones e introduciendo nuevas formas en la relación médico-paciente.
Más concretamente en el ámbito de la Salud, ¿qué repercusiones ha tenido? ¿Realmente se nota su presencia en el SNS? ¿Es posible la traslación a la práctica?
Aún es pronto para hablar de una verdadera transformación porque excepto la digitalización que sí está en marcha desde hace años y que influye directamente en los procesos de organización del sistema (historia clínica, prescripción, imagen), lo demás está por llegar. En Sanidad el cambio está siendo lento y aún estamos construyendo los cimientos. El cambio profundo requiere estructuras digitales donde cimentar nuevos procesos asistenciales basados en la redefinición de espacio y tiempo, gestión del conocimiento, inteligencia profesional en red y el replanteamiento del papel del paciente. El viaje necesita de competentes profesionales armados de entusiasmo y una buena dosis de madurez. El cambio, tan fundamental como brutal, podría desestabilizar el status quo de cómo funciona el servicio sanitario. Requiere madurez y gente que confíe en el cambio. Hay que tener en cuenta que lo analógico está fuertemente arraigado en el SNS, las bases de su estructura son físicas (archivos de papel) y tradicionalmente está centrado en el profesional, lo que implica una dependencia absoluta del paciente. A grandes rasgos podemos hablar de cuatro bloques de transformación: espacio y tiempo, gestión del conocimiento (información digitalizada), redes profesionales y la historia clínica electrónica. Por ejemplo, sabemos que el 75 por ciento del tiempo gastado se va en los traslados y el tiempo de espera, de manera que sólo el 5 por ciento es de contacto real con el profesional. Esto se traduce en los 5-10 minutos de consulta, ¿es esto calidad?
Las inversiones realizadas en la aplicación de las TIC al ámbito sanitario han permitido obtener resultados como, por ejemplo, aumentar un 22 por ciento el tiempo disponible por los médicos para atender a sus pacientes...
Es cierto. En Dinamarca el programa de digitalización de la historia clínica supuso la recuperación de 50 minutos de tareas administrativas a los facultativos. La cuestión es en qué invertimos ese ahorro.
Quién debería liderar el proceso de adaptación o transformación hacia un entorno más 2.0, ¿las autoridades sanitarias, los colegios profesionales y sociedades científicas, los profesionales sanitarios?
Todas las instituciones se están viendo afectadas y, por tanto, todas deben implicarse. Se necesita un liderazgo multilateral. La administración ya se ha implicado en la construcción de estructuras. Las sociedades científicas y colegios profesionales deben aportar el conocimiento y el desarrollo profesional necesario para hacer frente al cambio. La SEDAP no es excepción y tiene un amplio margen de acción en preparar a los directivos como propulsores y facilitadores del cambio.
¿Existe un compromiso real de implicación por parte del Ministerio?
La administración central y las autonómicas han demostrado su compromiso mediante el esfuerzo inversor en infraestructura durante la última década. El siguiente paso es mostrarlo en la creación de nuevos servicios. Aquí el Ministerio tiene un papel de coordinación y el peso recae más en las diferentes consejerías. Dada la falta de recursos del momento, quizás sea el momento de invertir en conocimiento y habilidades que ayuden a los profesionales y pacientes a estar preparados para enfrentarse a los nuevos retos.
Toda revolución se enfrenta con la resistencia al cambio de los individuos, ¿están los profesionales sanitarios dispuestos al cambio?, ¿hay cabida en su quehacer diario para introducir más tareas?, ¿en qué sentido les beneficiaría convertirse en prescriptores 2.0?
El profesional de la salud se forma y practica en entornos enormemente cambiantes (ciencias de la salud, tecnologías médicas, nuevos fármacos, etc). Las resistencias no vienen de lo profesional sino de lo laboral. La 'funcionarialización' de la profesión debe repensarse seriamente. No se trata de añadir funciones sino de organizarse de forma diferente. Y aquí es donde aparece el pánico al cambio.
¿Qué experiencias Salud 2.0 hay en España?
Existen múltiples y de diversa índole. Algunas dirigidas por profesionales otras por pacientes. Unas originadas en el sector público o tercer sector y otras de marcado carácter comercial. Personalmente sigo la actividad que se realiza en la Comunidad Valenciana (Oficina 2.0 de la AVS), Euskadi (Salud20Euskadi.org), Comunidad de Madrid (SOMAMFYC) y Cataluña (Hospitales Sant Joan de Déu, Sant Pau y Clínico) para aprender y compartir en nuestra experiencia de salud comunitaria municipal en Castelldefelsalut.cat donde aprovechamos las redes y los medios sociales para obtener mayor efectividad en nuestras campañas.
Desde el 2008 España participa con otros países en el proyecto europeo epSOS (proyecto europeo de salud electrónica) y en la implantación de la e-receta, ¿en qué punto está?
Se han hecho avances sustanciales en la implantación de la receta electrónica en los distintos sistemas de salud, autonómicos o nacionales. En Cataluña por ejemplo está implantada al cien por cien en la Atención Primaria y la aceptación ciudadana ha sido muy buena. Las asignaturas pendientes son el ámbito hospitalario y, fundamentalmente, la famosa interoperabilidad -coordinación e integración de sistemas de diferentes países y regiones-.
Da la sensación de que los ciudadanos van por delante, es decir que son los pacientes los que llevan la delantera. ¿Se debería seguir la ley de la oferta y la demanda o convendría adecuarse a las necesidades que los usuarios o pacientes vayan demandando tanto del SNS como de los médicos?
Es cierto que las aplicaciones de Salud 2.0 desplazan la frontera de posibilidades de producción (la oferta) y que la democratización de la información lleva a los usuarios a demandar más y más rápido. Esas tensiones deben resolverse en función del valor clínico, el coste económico (relación coste-efectividad) y la voluntad política. Seguramente algunas prestaciones adicionales deberían ser consideradas dentro de una cartera complementaria y otras, sin embargo, deberían ser consideradas de provisión pública y gratuita debido a su alto impacto en la salud poblacional.
¿En qué ha cambiado la relación médico-paciente?
La relación está cambiando considerablemente debido a la reducción en la asimetría de información, las posibilidades de interaccionar con otros pacientes y el acceso a servicios más personalizados. Si hacemos balance de pros y contras, la balanza se inclina clarísimamente hacia las ventajas. Por otro lado, la Salud 2.0 nos da la posibilidad de ofrecer servicios de forma asíncrona complementando el encuentro presencial con contactos virtuales y servicios digitales. Con las nuevas tecnologías esta relación se ha invertido. Hoy los profesionales incluso se quejan de que los pacientes manejan más información que ellos. Sobre todo, en ciertas patologías específicas. No estoy diciendo que haya que frenar al paciente, no soy partidario de poner vallas a Internet, pero sí que es necesario un proceso de reflexión para reajustarse y que cada uno retome su rol. Insisto en que hay que saber construir esa relación. Pero, a la larga, el que debería tener más peso es la institución.
Sin embargo, son muchos los que insisten en la necesidad del contacto directo, el cara a cara.
Eso nunca se perderá. Pero el acceso virtual puede descongestionar el sistema, reducir la espera, ahorrar dinero, evitar desplazamientos. Muchas patologías de AP pueden ser tratadas por videoconferencia, teléfono o email.
La sobreabundancia informativa ha distorsionado el mensaje y vivimos en la era de la desinformación.
Es imposible reducir el acceso a la información médica. No se puede prohibir a la gente que mire cosas. Lo que si podemos hacer es aconsejar. La clave está en dirigirles a fuentes fiables. ¿Por qué no pueden los médicos convertirse en prescriptores informativos y facilitar vínculos con toda la información sobre su condición? Sería una especie de terapia informacional.
Existen grupos de pacientes, conversaciones en red... Ya no estamos solos, pero, ¿existe realmente un diálogo fluido y de calidad entre los especialistas?
Exacto. Esa es una de las grandes aportaciones de la web 2.0. No sólo los enfermos se están beneficiando porque están informados, activados y tienen herramientas para asumir mayor nivel de responsabilidad. Para los profesionales supone una gran fuente de conocimiento y una herramienta vital para compartir información. Conocer los recursos que ofrecen las redes profesionales es fundamental para un ejercicio moderno de la profesión. Es aprovechar la sabiduría de las multitudes, lanzas una pregunta y la comunidad profesional te responde.
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