cómo eliminar las desigualdades en la salud
Voluntad política, un bien escaso en salud global
Políticos, científicos y representantes de la industria y la sociedad civil ponen en común los posibles obstáculos para mejorar la salud global y coinciden en que hay medios y materia prima, aunque falta voluntad política y armonización de las ayudas. El papel de Occidente es clave, pero también lo es el de los países emergentes y no tan emergentes, cada vez más capacitados para aportar fondos, así como el de los más pobres y en vías de desarrollo, que tienen que poner de su parte y ayudarse a sí mismos concentrando sus esfuerzos en la salud.
Cristina G. Real. Berlín | 17/11/2011 00:00
Eliminar desigualdades en salud requiere voluntad política. (MSF)
Voluntad política es el ingrediente que aún falta para que se pueda garantizar la salud pública como uno de los derechos humanos que la Declaración Universal de Naciones Unidas estableció en 1948. "Hay medios y capacidad; el problema es que los gobiernos de los países desarrollados y las distintas organizaciones se dedican a trabajar en proyectos aislados, en lugar de abordar el problema estructural de forma global. No se trata de falta de fondos -eso es una excusa-, sino de cambiar la actitud y la voluntad política".
Francisco Songane, exministro de Salud de Mozambique y actual asesor de la red internacional Cohred (Council of Health Research for Developement), resume así una idea que ha sobrevolado varias de las mesas organizadas en la Cumbre Mundial de la Salud celebrada en Berlín. Si esa voluntad política fuese mayor se lograría la necesaria "armonización de las ayudas para su mejor aprovechamiento". Según Andrew
Haines, profesor de Salud Pública y Atención Primaria del London School de Higiene y Medicina Tropical, ante la falta de armonización "algunos gobiernos supervisan si las ayudas que prestan se invierten bien y si su aprovechamiento en el país de destino es el adecuado".
Songane insiste en que a menudo "el objetivo principal no se contempla; se dirigen esfuerzos puntuales a proyectos aislados para demostrar un cierto compromiso con la salud, pero al cabo de dos o tres años el proyecto se acaba, la ayuda se va y el problema estructural continúa".
El matiz lo introduce Bruno Gryseels, director del Instituto de Medicina Tropical de Amberes, en Holanda. "Para que una ayuda sea efectiva, sostenible y finita -porque no debemos planteárnosla como eterna- hace falta una agenda, hacer las cosas bien y esperar que en los países en desarrollo también se hagan bien".
La crisis económica es telón de fondo en todo lo relacionado con la salud global, hasta el punto de que en la actualidad "determina las decisiones", según Stefan Kaufmann, director del Insituto Max-Plank para la Biología de las Infecciones. Añade que "las vacunas salvan vidas y, por tanto, son una parte instrumental de la agenda global, pero necesitamos ciencia e investigación para desarrollarlas, y la crisis marca todo". Jane Waterman, presidenta de la International Aids Vaccine Initiative de Holanda, insiste en la variable económica cuando dice sorprenderle que "en los tiempos que corren no se mencione más frecuentemente el coste que suponen patologías como el sida o la malaria", y vuelve sobre lo que parece el lema de la cumbre de Berlín: "Lograr el desarrollo de vacunas para enfermedades como éstas requiere recursos y voluntad política para combatirlas".
Pero la salud global no sólo es un problema de los países en vías de desarrollo. Stephen Matlin, del Instituto de Innovación en la Salud Global del Imperial School de Londres, recuerda que la Unión Europea tiene su propia estrategia de desarrollo, en la que "un aspecto clave son las tecnologías de la salud", entre las que incluye también medicamentos y dispositivos médicos" En estos campos la innovación "se está moviendo hacia el sur y el este. Brasil, China y la India están tomando el relevo. Incluso en África estamos viendo nuevas iniciativas encaminadas a crear sus propias capacidades de investigación y producción farmacéutica".
Aportación emergente
Si algunos de los hasta hace poco considerados países emergentes están tomando el relevo en la innovación e incluso tienen en su población algunas de las más altas tasas de multimillonarios, "¿por qué no les pedimos que aumenten sus ayudas a los países en desarrollo y sus aportaciones a fondos globales de salud?", se pregunta Günther Wess, presidente del Helmholtz Zentrum en Munich (Alemania). Sentencia, además, que "vemos muchos países en vías de desarrollo hacer grandes esfuerzos para mejorar su salud, pero también vemos en muchas ocasiones grandes inversiones en armamento".
En cuanto a las medidas que se pueden hacer desde los países en desarrollo, Marc Sprenger pone el acento en una cuestión de actitudes: "Las tasas de vacunación recomendadas para erradicar el sarampión son del 95 por ciento de la población, y en Francia la tasa actual es del 50 por ciento. Muchos padres temen más los efectos de la vacuna que la enfermedad en sí. En consecuencia, Europa ha vuelto a exportar la enfermedad a lugares en que estaba erradicada. Los profesionales de la salud tienen un papel clave, porque los padres confían en ellos".
Otra aportación desde Occidente son las ayudas de los programas marco de la Unión Europea. Para el próximo -que ya se está presupuestando y entrará en vigor en 2014- se espera que la financiación alcance los 80.000 millones de euros, frente a los 55.000 millones del actual. "Aún no sabemos cómo se concretará, aunque el mensaje de la UE es claro: si queremos salir de la crisis hay que invertir en investigación e innovación", afirma Line Mathiessen-Guyader, directora de la Unidad de Salud Púbica y Enfermedades Infecciosas de la Dirección General de Investigación e Innovación de Bélgica.
ALTO NIVEL
La Cumbre Mundial de la Salud se organizó por primera vez en 2009 con motivo del 300 aniversario del reconocido Hospital Universitario Charité de Berlín (Alemania), y desde entonces se ha convertido en un punto de encuentro anual que organizan el citado hospital, la Alianza M8 de Academias y Facultades Médicas -también constituida en aquella ocasión-, la Organización Mundial de la Salud y la Unión Europea. La edición de 2011 ha reunido a más de 1.200 líderes de opinión de 70 países para tratar aspectos de la salud mundial desde la perspectiva política, científica, industrial y social. El objetivo es convertirse en un foro sostenible y de alto nivel en busca de respuestas a los retos globales de salud pública.Puesta en común de posibles obstáculos
Günter Wess: ''Vemos hacer esfuerzos en salud a países en desarrollo, pero a veces vemos inversiones en armamento''
Stefan Kaufmann: ''Aunque necesitamos ciencia e investigación, la crisis económica determina todas las decisiones''
Francisco Songane: ''Se dirigen esfuerzos puntuales a proyectos aislados y a los 2 años la ayuda se va y el problema sigue''
Marc Sprenger: ''El papel de los profesionales de la salud es clave porque se confía en ellosHay que hacer las cosas bien, y esperar que en los países en desarrollo también se hagan bien''
Bruno Gryssels: ''Algunos gobiernos supervisan si las ayudas y su aprovechamiento en el destino son adecuados''
Jane Waterman: ''Sorprende que en estos tiempos no se mencione más el coste que suponen patologías como el sida''
Line Matthiessen: ''La UE es clara: para salir de la crisis hay que invertir en investigación e innovación''
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