La subasta ahorra a trompicones
Los tres concursos de fármacos reportan a Salud 104 millones de euros, un tercio de lo esperado La Junta culpa al Gobierno de la caída en las previsiones
Las tres subastas de fármacos puestas en marcha por el Gobierno andaluz han dejado un ahorro de 104 millones de euros, un tercio de lo esperado cuando se convocaron (300 millones). De los 335 principios activos sacados a licitación, solo se han podido adjudicar 127 porque para el resto no se han presentado ofertas. La Consejería de Salud atribuye esta caída en las previsiones a las trabas del Ejecutivo central, que ha obligado a parar dos veces el proceso por recursos al Tribunal Constitucional, hasancionado a empresas que concurrieron a la primera convocatoria y ha convencido a los grandes laboratorios para que no vuelvan a participar.
El subdirector de Farmacia y Prestaciones del Servicio Andaluz de Salud (SAS), Antonio Peinado, no duda de que “todo lo que no está adjudicado se debe a las presiones del Gobierno”. “Si no hubiera intervenido, ya estaría prácticamente todo hecho y nuestro ahorro sería muy superior”, lamenta Peinado, que, con todo, asegura estar “satisfecho”. “Nos hubiera gustado conseguir el total de lo estimado. Pero si en vez de dos convocatorias hacen falta ocho, las haremos”, asegura.
Los medicamentos de la tercera subasta, adjudicada en noviembre, llegarán a las farmacias a partir del 1 de febrero. Ese día entrará en vigor para 34 fármacos y el 1 de abril, para los otros 93. Probablemente a partir de esa fecha, la Junta se plantee la cuarta convocatoria, que sacará a licitación los 208 medicamentos que esta vez se han quedado desiertos. Es otro efecto colateral de la negativa de los grandes laboratorios a participar en el concurso: Salud da por hecho que las 12 empresas que han acudido a la tercera convocatoria son, al margen de alguna alta o baja, las que van a seguir participando en las siguientes. Y si no han presentado ofertas para estos 200 fármacos es porque son medicamentos que ellos no fabrican.
Algunas han tramitado los permisos para producir un determinado fármaco a raíz de la subasta andaluza y han mostrado interés en incorporar a su producción otros de los que están pendientes de adjudicar, pero necesitan tiempo para obtener la autorización oficial. Los grandes laboratorios participaron en la primera convocatoria, pero renunciaron a firmar el convenio con el SAS después de que el Gobierno central les amenazara con sanciones y les advirtiera de que el PP iba a quitar la subasta cuando llegara a la Presidencia de la Junta (faltaban 10 días para las elecciones autonómicas de marzo de 2012 y las encuestas daban por segura la mayoría absoluta de Javier Arenas).
La empresa Medinsa, de capital alemán, fue una de las que recibió la llamada del ministerio. “Nos dijeron que nos iban a abrir un expediente de bajada de precio”, recuerda Joachim Teubner, gerente de Aristo Pharma Iberia, compañía hermana de Medinsa y bajo cuya marca ha acudido a la segunda y tercera subasta. Sanidad cumplió su amenaza y expedientó a la compañía, aunque cerró la investigación sin castigo. Menos suerte tuvieron Sanofi y Vir, a las que sí obligó a bajar los precios en toda España. “Es una tema político difícil de justificar. Si el propósito es ahorrar dinero público, no se entiende por qué el Estado se opone”, afirma Teubner, que recuerda que en su país, Alemania, la subasta lleva varios años en marcha y, en las dos primeras convocatorias, los grandes laboratorios también se opusieron. “A la tercera ya fueron todos. Y hoy está absolutamente normalizado”, afirma. “Los ahorros son ingentes”.
Una de las razones que explica el rechazo de los grandes a que la subasta a que ellos dedican la mayor parte de su capacidad de producción a los medicamentos innovadores, los que tienen patente, y la mayoría de los principios activos que comercializan con su marca son fabricados por laboratorios menores. “La subasta ha abierto la puerta a los pequeños, que pueden ofrecer precios bajos porque son los verdaderos fabricantes”, explica el subdirector de Farmacia del SAS.
El laboratorio almeriense Francisco Durban, el único adjudicatario andaluz, llevaba 90 años fabricando fármacos, pero no encontraba hueco para ponerlos directamente en el mercado. Se apuntó a la segunda subasta y repitió en la tercera. Ahora tiene seis moléculas adjudicadas y ha invertido en maquinaria, instaurado un turno de tarde en la fábrica y contratado a seis personas (en una plantilla de 30) para producir para el SAS. “El modelo anterior nos impedía a los pequeños salir al mercado, no tenemos redes comerciales para competir con los grandes, que lo acaparan todo”, señala el director de la empresa, Rafael Durban.
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