LOS ROEDORES SUPONEN UN 70%
"Sí, yo experimento con animales y estoy orgulloso de hacerlo"
Sociedades científicas, pacientes, industria y centros de I+D se unen para acabar con el tabú del uso de animales en investigación y explicar su porqué.
Laura G. Ibañes. Madrid | laura.gutierrez@diariomedico.com | 26/09/2016 00:00
"Sí, yo experimento con animales para entender las enfermedades raras y me siento orgulloso de hacerlo porque estas investigaciones tienen un retorno para la sociedad". Estas palabras de Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del CSIC, sirvieron la pasada semana para ejemplificar el paso adelante que han decidido dar casi un centenar de sociedades científicas, centros de investigación y empresas, con el apoyo de las asociaciones de pacientes, para acabar con el tabú de la experimentación con animalesy, a la vez, con el cierto oscurantismo que ha rodeado a esta práctica "imprescindible para poder seguir investigando y consiguiendo resultados", en palabras de Juan Lerma, coordinador del grupo de trabajo de la Confederación de Asociaciones Científicas de España (Cosce).
Este centenar de entidades firmó la pasada semana un acuerdo pro transparencia sobre la experimentación con animales, con el objetivo de explicar a la sociedad por qué es necesario el uso de animales en investigación, pero también dónde, cómo, cuándo, para qué y en qué volumen se están utilizando animales en las investigaciones.
Según explicó Montoliu "los investigadores tenemos que hacer un poco de autocrítica porque durante años hemos omitido o no hemos querido hablar de la experimentación que realizábamos con animales porque sabíamos que era un tema sensible; pero no tenemos nada que ocultar por lo que hay que explicárselo a la sociedad".
Con ello, se aspira a combatir los recelos de algunos colectivos y la guerra abierta contra estas prácticas por los movimientos animalistas, "porque existe un riesgo cierto de que salgan adelante iniciativas como la que, afortunadamente, rechazó el Parlamento Europeo el año pasado y que pretendía prohibir la experimentación con animales".
El primer paso de esa transparencia ha sido poner sobre la mesa los datos. Ya eran públicos, pero no expresamente difundidos como ya ocurre en otros países como Reino Unido.
Y las cifras, por sí mismas, ayudan a desbancar muchos mitos. En 2014 (último año disponible), hubo 821.570 utilizaciones de animales para investigación (se cifra en utilizaciones puesto que algunos animales -apenas unos 20.000- son usados para varias investigaciones).
Lerma pone en contexto los datos recordando que "aunque 800.000 parezcan mucho, hay que pensar que se sacrifican 40 millones de cerdos, por ejemplo, para consumo", y que la cifra cae año tras año (en 2009 superaba el millón de animales).
El segundo mito también se cae: el uso de primates, cerdos, perros y grandes mamíferos es residual, si se tiene en cuenta que alrededor del 70 por ciento de los animales utilizados son roedores (ver gráficos) y el 23 por ciento, peces.
Y, ¿para qué se utilizan estos animales? El grueso de ellos (54,4 por ciento) se destinan a proyectos de investigación básica, protagonizados por investigaciones sobre el sistema gastrointestinal y el hígado (23 por cierto de las investigaciones básicas), el sistema nervioso central (20 por ciento de las investigaciones básicas) y la Oncología (13,4 por ciento).
Aunque más de la mitad de los animales son para investigación básica, hay otro 20,8 por ciento que se utiliza en investigación traslacional y aplicada, liderada por las investigaciones sobre cáncer (26 por ciento), enfermedades infecciosas (11,7 por ciento) y enfermedades de los propios animales (10,4 por ciento), lo que termina por desbancar las tradicionales críticas a su uso para cosmética.
Las cifras oficiales incluyen no sólo el uso de animales en investigación, sino también su utilización para producción rutinaria (22 por ciento de todos los animales utilizados), fundamentalmente para estudios de toxicidad en alimentación. Las cifras, en frío, no dicen mucho. Pero los investigadores evaluarán cada año si las entidades firmantes del acuerdo de transparencia están cumpliendo con lo prometido y, con ello, si han sido capaces de hacer entender a la sociedad civil la necesidad de seguir utilizando, con todas las garantías y legalidad existente, los animales para investigación.
Nota: En la versión inicial de esta noticia figuraba por error en el sexto párrafo que los datos de uso de animales correspondían al año 2004 pese a que, en realidad, corresponden a 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario