ESPAÑA CARECE DE CULTURA DE EVALUACIÓN DE LAS POLÍTICAS DE SALUD
"En crisis es imprescindible saber en qué invertir y en qué no, por lo que es necesario analizar qué es efectivo"
Las iniciativas políticas, legislativas y sanitarias en materia de salud pública suelen plantearse a gran escala, buscando consenso entre los encargados de ponerlas en marcha y la máxima promoción entre la población diana. Grandes y agresivas campañas publicitarias, discursos de expertos, difusión en los medios...
Rosalía Sierra | 28/09/2011 00:00
Todo ello con la idea de que la iniciativa tenga el mayor impacto posible, que de eso se trata la salud pública. Y después, ¿qué? Todo ese derroche de medios y, a veces, recursos, puede quedar en nada, o servir de mucho, o mitad y mitad. El problema no es que una iniciativa funcione o no, "el problema es que no lo sabemos", reconoce Manel Nebot, de la Agencia de Salud Pública de Barcelona.
Nebot ha coordinado el encuentro Análisis del proceso e indicadores intermedios en la evaluación del impacto de las políticas en salud pública, que ha tenido lugar en la XXII Escuela de Salud Pública de Menorca (ver DM de ayer), donde se ha buscado "prestar la atención que se merece la evaluación de las políticas de salud".
El encuentro ha planteado dos ejemplos de iniciativas que se han llevado a cabo tanto en España como en otros países: la reducción de los accidentes de tráfico y las leyes contra el tabaco. En este último caso, se ha analizado el caso escocés: "Cuando se planteó la nueva legislación, ya desde el principio se destinaron 1,9 millones de libras para diseñar un plan de evaluación que se presentó al mismo tiempo que la ley". A juicio de Nebot, se trata de "un ejemplo de seriedad y rigor cuando se trata de afirmar con contundencia hasta qué punto las políticas son efectivas".
No hay éxito total
Algo que se debe tener en cuenta es que en este ámbito no existen ni el blanco ni el negro, sino una amplia escala de grises: "Ninguna política funciona o fracasa al cien por cien; por eso es necesario saber qué es lo que resulta efectivo y qué no para poder reconducir las políticas cuando sea necesario, y eso es algo que sólo se puede hacer con evaluación".
En el caso español, lo único que se hace, si acaso, es "medir el impacto de las campañas publicitarias" y, en lo que se refiere a accidentes de tráfico, se sabe si se reducen o no, pero "no hasta qué punto esa reducción se produce gracias a una campaña". Y es que no vale con las cifras. "Lo óptimo es usar indicadores de proceso, no de resultados, y tratar de mejorar el conocimiento de la metodología, que hay de sobra pero se emplea adecuadamente".
Quizá esta carencia tenga algo que ver con la ausencia entre los asistentes al encuentro de decisores políticos y gestores, precisamente aquéllos a los que "es necesario hacer llegar la importancia de la evaluación". El problema, según Nebot, "es cultural: en España no asumimos que la evaluación es importante". De hecho, carecemos de un término preciso para denominar algo que en los países anglosajones es incuestionable cuando de política se trata, la accountability, que "puede traducirse como rendición de cuentas".Pero nunca es tarde para empezar, y la principal conclusión del encuentro es que "en tiempos de crisis es más importante que nunca decidir en qué se invierte y en qué no, y para ello es preciso saber qué funciona de verdad y qué es prescindible".
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