Chernobyl 25 años después, efectos sobre la salud y perspectivas
Octubre de 2011 - David Cancio. CIEMAT. Sociedad Española de Protección Radiológica
El accidente de la central nuclear de Chernobyl en Ucrania ha sido considerado el más grave de acuerdo a la escala internacional de accidentes nucleares. Como consecuencia de la exposición a radiaciones, existe un incremento importante del cáncer de tiroides entre las personas que fueron expuestas a una edad temprana y una mayor incidencia de leucemia y cataratas entre los trabajadores que actuaron en las acciones de recuperación. Aparte de lo indicado no se ha demostrado un aumento en la incidencia de tumores sólidos o leucemia en las poblaciones expuestas
En los últimos días, lunes 12 de septiembre, hemos conocido un accidente ocurrido en Marcoule, Francia, en un centro de procesamiento/reciclaje de residuos radiactivos de baja actividad procedentes de aplicaciones médicas y de otras nucleares. El mismo, clasificado como accidente industrial/laboral se debió al estallido de un horno que contenía residuos metálicos para fundirlos y después comprimirlos. El accidente produjo la muerte de un operador y heridas a otros, en uno de ellos de gravedad.
Al tratarse de un accidente relacionado con material radiactivo o confundido con algo mayor de tipo "nuclear" el mismo provocó un gran despliegue mediático como si hubiera sido un accidente de magnitud, pero no se trató de ninguna central nuclear. El contenido radiactivo al parecer es muy bajo y no se produjo ninguna incidencia exterior a la instalación, lo cual ha sido comprobado por el operador y verificado por la autoridades.
Por lo indicado, en relación con este artículo, conviene aclarar que no admite ninguna comparación con lo ocurrido en Chernobyl ni tampoco en Fukushima que siguen siendo con mucho los accidentes nucleares de mayor magnitud y consecuencias ocurridos hasta el presente.
El accidente de la central nuclear de Chernobyl en Ucrania, ocurrido el 26 de abril de 1986, hace ya 25 años, ha sido considerado el más grave de acuerdo a la escala internacional de accidentes nucleares, hoy día alcanzado por el suceso de Fukushima-Daiichi en Japón. Éste último tiene características diferentes en cuanto a que se produce como consecuencia de un fenómeno sísmico y posterior tsunami de gran magnitud y tanto la lenta liberación de radionucleidos como las prontas medidas para la evacuación de la población afectada evitaron en gran medida las consecuencias sobre las personas.
La explosión del reactor de Chernobyl se debió a una prueba experimental y a una violación de las normas de seguridad por parte de los operadores que desconectaron sistemas importantes de control. Ello permitió que se destruyera la vasija y el edificio del reactor, se fundieran componentes y se liberaran durante varios días enormes cantidades de material radiactivo al medio ambiente.
Existe controversia política y científica sobre las consecuencias a largo plazo en la magnitud de cánceres y otras enfermedades inducidas por la radiación especialmente en cuanto a la proyección del número potencial de víctimas. Los resultados que aquí se resumen se basan en la síntesis de la Secretaría Científica y en las evaluaciones realizadas por el Comité Científico de Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de la Radiaciones Atómicas publicadas en el año 2000 y revisadas recientemente (Informes UNSCEAR 2000 y UNSCEAR 2008-Annex D).
Exposición de las personas
El accidente causó la muerte en unas pocas semanas de 30 trabajadores y se produjeron lesiones por radiación en más de un centenar de personas. Las autoridades evacuaron a unas 115.000 personas en las zonas circundantes y tiempo después a unas 220.000 personas.
Los radionucleidos que causaron la mayor irradiación en la población fueron principalmente yodo-131, cesio-134 y cesio-137. El primero tiene una vida media de 8 días y puede transferirse a las personas a través de la inhalación del aire y el consumo de leche contaminada. Los niños y bebés fueron los que recibieron las dosis mucho más elevadas que los adultos. Los isótopos de cesio tienen vidas más largas, en especial el cesio 137 tiene una vida media de 30 años y puede causar exposiciones a largo plazo debido a la contaminación de los suelos y alimentos.
La dosis efectivas promedio a las personas más afectadas fueron evaluadas en unos 120 mSv para los 530.000 trabajadores que participaron en las tareas de recuperación, unos 30 mSv para las 115.000 personas evacuadas y 9 mSv durante los primeros 20 años para las personas que siguieron residiendo en las zonas contaminadas. Las dosis en algunos individuos pueden ser mucho mayores que el promedio. En comparación la dosis típica de una tomografía computarizada es de unos 9 mSv.
Las dosis media para toda la vida en los países más lejanos de Europa se estimó en alrededor de 1 mSv o menos, lo cual tiene escasa significación radiológica si se compara con la dosis anual promedio mundial de 2.4 mSv debida a la radiactividad natural.
Efectos en la salud
En los primeros tres meses murieron 28 trabajadores por enfermedad provocada por la radiación y otros 19 murieron entre 1987 y 2004 por diferentes causas no necesariamente asociados a la radiación que habían recibido. En la actualidad se sigue el control de los 530.000 trabajadores registrados que participaron en la mitigación del accidente.
La contaminación generalizada en zonas de Bielorusia, Federación Rusa y Ucrania produjo la irradiación de muchas personas. La atención en las últimas dos décadas se ha centrado en los efectos tardíos y en especial en el cáncer de tiroides. Las dosis en la tiroides fueron particularmente altas en los que eran niños y adolescentes en los primeros meses después del accidente y bebieron leche con alto contenido de yodo radiactivo de las zonas más afectadas.
En 2005 se diagnosticaron más de 6.000 casos de cáncer de tiroides que podrían adjudicarse a la ingesta del yodo radiactivo.
En los trabajadores rusos de recuperación que recibieron las dosis más altas hay pruebas de un incremento en la incidencia de leucemia. Entre los 106 pacientes que sobrevivieron a la enfermedad de radiación, la normalización completa de la salud necesitó varios años. Muchos de ellos, en los primeros años, desarrollaron cataratas inducidas por radiación. No obstante 19 fallecieron hasta el año 2006, algunas de esas muertes, sin embargo, se debieron a causas no relacionadas con la radiación.
En resumen, como consecuencia de la exposición a radiaciones, existe un incremento importante del cáncer de tiroides entre las personas que fueron expuestas a una edad temprana y una mayor incidencia de leucemia y cataratas entre los trabajadores que actuaron en las acciones de recuperación. Aparte de lo indicado no se ha demostrado un aumento en la incidencia de tumores sólidos o leucemia en las poblaciones expuestas.
Es necesario hacer notar que el accidente provocó graves trastornos sociales y psicológicos en la vida de los afectados y en especial un gran temor respecto a la radiación sin que exista una relación con las dosis reales recibidas. Por otra parte es de interés también indicar que los efectos tardíos de la exposición prolongada a la radiación son de un conocimiento limitado ya que las relaciones dosis-respuesta se basan en gran medida en estudios de la exposición a dosis altas y experimentos con animales.
Los estudios que se continúan sobre la población irradiada como consecuencia del accidente de Chernobyl pueden contribuir a mejorar ese conocimiento. No obstante las dosis recibidas por la mayor parte de la población son bajas y por tanto un aumento de la incidencia será muy difícil de detectar en los estudios epidemiológicos.
Al tratarse de un accidente relacionado con material radiactivo o confundido con algo mayor de tipo "nuclear" el mismo provocó un gran despliegue mediático como si hubiera sido un accidente de magnitud, pero no se trató de ninguna central nuclear. El contenido radiactivo al parecer es muy bajo y no se produjo ninguna incidencia exterior a la instalación, lo cual ha sido comprobado por el operador y verificado por la autoridades.
Por lo indicado, en relación con este artículo, conviene aclarar que no admite ninguna comparación con lo ocurrido en Chernobyl ni tampoco en Fukushima que siguen siendo con mucho los accidentes nucleares de mayor magnitud y consecuencias ocurridos hasta el presente.
El accidente de la central nuclear de Chernobyl en Ucrania, ocurrido el 26 de abril de 1986, hace ya 25 años, ha sido considerado el más grave de acuerdo a la escala internacional de accidentes nucleares, hoy día alcanzado por el suceso de Fukushima-Daiichi en Japón. Éste último tiene características diferentes en cuanto a que se produce como consecuencia de un fenómeno sísmico y posterior tsunami de gran magnitud y tanto la lenta liberación de radionucleidos como las prontas medidas para la evacuación de la población afectada evitaron en gran medida las consecuencias sobre las personas.
La explosión del reactor de Chernobyl se debió a una prueba experimental y a una violación de las normas de seguridad por parte de los operadores que desconectaron sistemas importantes de control. Ello permitió que se destruyera la vasija y el edificio del reactor, se fundieran componentes y se liberaran durante varios días enormes cantidades de material radiactivo al medio ambiente.
Existe controversia política y científica sobre las consecuencias a largo plazo en la magnitud de cánceres y otras enfermedades inducidas por la radiación especialmente en cuanto a la proyección del número potencial de víctimas. Los resultados que aquí se resumen se basan en la síntesis de la Secretaría Científica y en las evaluaciones realizadas por el Comité Científico de Naciones Unidas para el Estudio de los Efectos de la Radiaciones Atómicas publicadas en el año 2000 y revisadas recientemente (Informes UNSCEAR 2000 y UNSCEAR 2008-Annex D).
Exposición de las personas
El accidente causó la muerte en unas pocas semanas de 30 trabajadores y se produjeron lesiones por radiación en más de un centenar de personas. Las autoridades evacuaron a unas 115.000 personas en las zonas circundantes y tiempo después a unas 220.000 personas.
Los radionucleidos que causaron la mayor irradiación en la población fueron principalmente yodo-131, cesio-134 y cesio-137. El primero tiene una vida media de 8 días y puede transferirse a las personas a través de la inhalación del aire y el consumo de leche contaminada. Los niños y bebés fueron los que recibieron las dosis mucho más elevadas que los adultos. Los isótopos de cesio tienen vidas más largas, en especial el cesio 137 tiene una vida media de 30 años y puede causar exposiciones a largo plazo debido a la contaminación de los suelos y alimentos.
La dosis efectivas promedio a las personas más afectadas fueron evaluadas en unos 120 mSv para los 530.000 trabajadores que participaron en las tareas de recuperación, unos 30 mSv para las 115.000 personas evacuadas y 9 mSv durante los primeros 20 años para las personas que siguieron residiendo en las zonas contaminadas. Las dosis en algunos individuos pueden ser mucho mayores que el promedio. En comparación la dosis típica de una tomografía computarizada es de unos 9 mSv.
Las dosis media para toda la vida en los países más lejanos de Europa se estimó en alrededor de 1 mSv o menos, lo cual tiene escasa significación radiológica si se compara con la dosis anual promedio mundial de 2.4 mSv debida a la radiactividad natural.
Efectos en la salud
En los primeros tres meses murieron 28 trabajadores por enfermedad provocada por la radiación y otros 19 murieron entre 1987 y 2004 por diferentes causas no necesariamente asociados a la radiación que habían recibido. En la actualidad se sigue el control de los 530.000 trabajadores registrados que participaron en la mitigación del accidente.
La contaminación generalizada en zonas de Bielorusia, Federación Rusa y Ucrania produjo la irradiación de muchas personas. La atención en las últimas dos décadas se ha centrado en los efectos tardíos y en especial en el cáncer de tiroides. Las dosis en la tiroides fueron particularmente altas en los que eran niños y adolescentes en los primeros meses después del accidente y bebieron leche con alto contenido de yodo radiactivo de las zonas más afectadas.
En 2005 se diagnosticaron más de 6.000 casos de cáncer de tiroides que podrían adjudicarse a la ingesta del yodo radiactivo.
En los trabajadores rusos de recuperación que recibieron las dosis más altas hay pruebas de un incremento en la incidencia de leucemia. Entre los 106 pacientes que sobrevivieron a la enfermedad de radiación, la normalización completa de la salud necesitó varios años. Muchos de ellos, en los primeros años, desarrollaron cataratas inducidas por radiación. No obstante 19 fallecieron hasta el año 2006, algunas de esas muertes, sin embargo, se debieron a causas no relacionadas con la radiación.
En resumen, como consecuencia de la exposición a radiaciones, existe un incremento importante del cáncer de tiroides entre las personas que fueron expuestas a una edad temprana y una mayor incidencia de leucemia y cataratas entre los trabajadores que actuaron en las acciones de recuperación. Aparte de lo indicado no se ha demostrado un aumento en la incidencia de tumores sólidos o leucemia en las poblaciones expuestas.
Es necesario hacer notar que el accidente provocó graves trastornos sociales y psicológicos en la vida de los afectados y en especial un gran temor respecto a la radiación sin que exista una relación con las dosis reales recibidas. Por otra parte es de interés también indicar que los efectos tardíos de la exposición prolongada a la radiación son de un conocimiento limitado ya que las relaciones dosis-respuesta se basan en gran medida en estudios de la exposición a dosis altas y experimentos con animales.
Los estudios que se continúan sobre la población irradiada como consecuencia del accidente de Chernobyl pueden contribuir a mejorar ese conocimiento. No obstante las dosis recibidas por la mayor parte de la población son bajas y por tanto un aumento de la incidencia será muy difícil de detectar en los estudios epidemiológicos.
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