sábado, 20 de junio de 2009

Bibliotecas virtuales: formación e información en el siglo XXI


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Bibliotecas virtuales: formación e información en el siglo XXI


Los médicos de todas las Comunidades Autónomas españolas disponen ya de una herramienta que supone un impresionante salto cualitativo en materia de formación, información e investigación: las bibliotecas virtuales. Internet abrió la puerta a una iniciativa, gracias a la cual los profesionales del sistema público pueden tener acceso a la documentación de la biblioteca de su servicio de salud, 365 días al año y con independencia del lugar en el que se encuentren.

Antonio Pais

llaves conceptuales:
1. El Ministerio de Sanidad ha encargado a un grupo de trabajo que estudie la viabilidad y, en su caso, el mejor modelo para implantar una biblioteca virtual nacional
2. Todas las Comunidades Autónomas ya han puesto en marcha, con mayor o menor grado de desarrollo, sus proyectos de biblioteca virtual
3. La biblioteca virtual de Andalucía está considerada como la más importante de Europa en número de usuarios y material registrado

Madrid (20/22-6-09).- Con el comienzo del siglo XXI, una nueva era se ha abierto en materia de formación, información e investigación para el médico. Las 17 Comunidades Autónomas españolas ya han puesto en marcha, con mayor o menor grado de desarrollo, sus proyectos de biblioteca virtual; lo que supone que un médico pueda acceder desde el lugar que lo desee, con el solo requisito de tener acceso a Internet, a la biblioteca virtual de su sistema sanitario público. Todo esto se traduce en una conquista fundamental: la igualdad de condiciones que encuentra un médico a la hora de formarse o de realizar un trabajo científico o de investigación.

El camino que ha habido que recorrer para alcanzar este logro no ha sido sencillo. La llegada de Internet ha sido la clave para que las bibliotecas virtuales sean hoy una realidad en nuestro país, pero detrás también queda el trabajo durante muchos años de los responsables de las bibliotecas hospitalarias en toda España; un grupo que se había unido en el ámbito ‘real’ para lograr la mejor información, y que permanece unido ante las dificultades que presenta el mundo virtual.

De todo esto puede hablar mucho María Francisca Ribes Cot, directora de la Biblioteca ‘Marquesa de Pelayo’, del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en Cantabria. Ribes es una de las ‘pioneras’ en el ámbito bibliotecario. La biblioteca virtual ocupa sólo una parte de su trabajo, una parte de la biblioteca tradicional. “Tenemos una biblioteca presencial desde 1929, desde que se inauguró el hospital (fue la primera en un hospital español) y desde el año 2000 tenemos una biblioteca virtual, que es el complemento a la tradicional”, explica.

Una biblioteca virtual supone una gran novedad que ha llegado de la mano de Internet. Su beneficio apunta a que los usuarios de las bibliotecas sanitarias públicas puedan acceder a libros o a revistas, o a cualquier tipo de información, de la misma forma en la que lo hacían teniendo que acudir a la biblioteca presencial… pero, en este caso, puede ser sin necesidad de salir de su casa o de su trabajo, siempre que allí tengan un ordenador con conexión a Internet. La biblioteca virtual está ‘abierta’ las 24 horas del día, 365 días al año.

“Los usuarios pueden obtener los mismos servicios que cuando acudían físicamente a la biblioteca: venían y solicitaban un libro, un artículo de una revista, que se les ayudara a hacer citas bibliográficas o a publicar un artículo en una revista científica, o a hacer una tesis doctoral”, comente Ribes. Como explica, todo este tipo de servicios, que antes se realizaba presencialmente, ahora se pueden hacer con la biblioteca virtual desde cualquier sitio del mundo a través de un ordenador.

En junio de 1986, el personal responsable de bibliotecas médicas de toda España realizó una convocatoria, señala la responsable cántabra. “Habíamos empezado a colocar ordenadores en algunas bibliotecas, creando pequeñas bases de datos… cada uno hacía lo que podía en su biblioteca, pero nunca habíamos trabajado conjuntamente. Y en 1986 nos reunimos por primera vez en Santander: en la primera reunión estábamos 150 personas de toda España”.

Lo que también recalca María Francisca Ribes es que “desde ese año, celebramos una reunión bianual y ya no hemos dejado de trabajar conjuntamente”. Este año, la reunión se celebrará en Oviedo en el mes de octubre.

También en septiembre de 1986, en Bruselas, responsables de bibliotecas médicas del viejo continente se reunieron por primera vez para crear la EAHIL (European Association Health Information Libraries). Allí acudió un grupo en representación de España para presentar las conclusiones del congreso nacional celebrado en junio.

La doctora Ribes, integrante de ese grupo, ha sido desde entonces la representante española en el consejo que se creó, aunque espera “que dentro de poco alguien me releve”. La próxima reunión del consejo europeo de la EAHIL se celebrará el próximo mes de junio, en Dublín.

Desde 1986 se acelera el proceso de instalación de la informática en las bibliotecas, y el salto ha sido cualitativo. En 2007, en la reunión de representantes de bibliotecas médicas de toda España se presentaron doce proyectos virtuales, algunos de los cuales estaban ya funcionando. A finales de 2008, en la reunión de Mahón, las 17 Comunidades Autónomas españolas tenían su proyecto de biblioteca virtual, con un grado de consolidación desigual. “Lo de menos es ponerlas en marcha, lo más difícil es mantenerlas día a día, y que no se queden obsoletas, porque el entorno es muy cambiante”, comenta Ribes.

En el caso de Cantabria, a comienzos de 2009, la biblioteca del Hospital Marqués de Valdecilla daba cobertura a cuatro grandes hospitales, 158 centros de salud, ocho centros de salud mental, 27 servicios de urgencias, 1.511 médicos, 3.953 enfermeras (7.392 profesionales entre todas las categorías), 357 residentes, estudiantes, pacientes, consumidores…. “Y en cuanto a la formación de los usuarios, se realiza una labor importante: les enseñamos a utilizar la biblioteca a través de cursos”, comenta la directora de la biblioteca.

“Lo importante de las bibliotecas virtuales médicas es que en cada portal se filtra la información y la que está colgada es de calidad: no existe la posibilidad, como en Internet, de entrar en una página web y que te den ‘gato por liebre’”, añade.

Un aspecto importante, que destaca María Francisca Ribes, es el apoyo que las bibliotecas virtuales deben recibir por parte de la Administración. “Es algo fundamental. El gran reto del presente y del futuro es que se aporten todos los recursos humanos e infraestructuras necesarias: tener una buena colección de libros, revistas y bases de datos, tener un buen personal, entrenado para este trabajo y estructura. En lo que respecta a mi comunidad sí hemos encontrado todo el apoyo”, comenta.

El modelo de Andalucía
Una de las experiencias que destaca en el panorama nacional es la que ha tenido lugar en Andalucía, dirigida por Verónica Juan-Quilis. Según señalaba recientemente la consejera de Sanidad andaluza, María Jesús Montero, la biblioteca virtual de Andalucía es considerada como la más importante, en número de usuarios y en material registrado, de Europa.

En 2008, los profesionales del sistema sanitario público andaluz realizaron un total de 96.876 consultas a la biblioteca virtual, duplicando la cifra registrada el año anterior (45.636). Y las búsquedas a través de este sistema de localización de información científica han experimentado un aumento del 140 por ciento en 2008, alcanzado la cifra de 83.011 frente a las 34.387 de 2007.
La biblioteca virtual andaluza se ha convertido, según apuntó Montero, en la mayor colección de recursos electrónicos de Ciencias de la Salud del territorio nacional, y desde su puesta en marcha en junio de 2006 ha aumentado su colección de revistas científicas hasta alcanzar la cifra de 2.490 de las más prestigiosas editoriales nacionales e internacionales, “que cubren las necesidades de carácter asistencial, docente e investigador de los profesionales sanitarios, en áreas clínicas, de gestión sanitaria, farmacología o enfermería, entre otros”.

El incremento en el número de publicaciones virtuales ha permitido reducir las suscripciones en papel de revistas en los centros sanitarios, lo que ha supuesto un ahorro de aproximadamente tres millones de euros, puesto que se ha pasado de tener 5.267 suscripciones en papel a 350.

La biblioteca virtual permite además coordinar las bibliotecas del sistema sanitario andaluz, con el propósito de sustentar una red institucional para la extensión de estos servicios a todos los profesionales del sistema, así como establecer alianzas estratégicas con instituciones y organizaciones para el cumplimiento de sus fines.

“Ofrecemos servicio de manera homogénea a los 40 hospitales públicos de Andalucía, 1.500 centros de Atención Primaria y 10 centros no asistenciales, que incluyen los de docencia, investigación o fundaciones relacionadas con la Salud; eso supone unos 92.000 usuarios, que ahora mismo pueden acceder, independientemente de su categoría profesional o de su centro de trabajo, a la misma información científica”, asegura Verónica Juan. Es una apuesta de la Consejería de Sanidad de Andalucía, e incluye al SAS y a las instituciones sanitarias que no forman parte de él: todo el sistema sanitario público de la comunidad. “Es una apuesta grande y firme en materia de investigación, docencia y asistencia. Andalucía es el único gobierno que incluye la biblioteca virtual entre sus líneas de acción específicas”, añade su directora.

Para la doctora Juan-Quilis, las dos tareas más importantes al hablar de una biblioteca virtual son cambiar la cultura de la organización “en tres niveles: los usuarios, a cuyos ordenadores, donde estén, llega la información; los gestores, que deben apoyar; y los bibliotecarios, ya que nuevos retos requieren nuevos profesionales”.

La biblioteca gallega
A finales de 2008, el sistema sanitario público de Galicia presentó ‘Bibliosaúde’, la biblioteca virtual de la que se benefician ya más de 33.000 trabajadores y que supone el inicio de un trabajo en red del sistema bibliotecario de los centros sanitarios gallegos. En una comunidad con una geografía que facilita el aislamiento, fue sin duda bien recibida por todos aquellos profesionales que desempeñan su labor en centros de Atención Primaria y hospitales comarcales en los que no tenían igualdad de acceso a la información médica.

Germán González Pazó, director general de Planificación Sanitaria de la Consejería de Sanidad, destacó en la presentación de ‘Bibliosaúde’ el avance que supone que exista una sola biblioteca, “todos los profesionales tienen acceso a las mismas fuentes documentales, independientemente de dónde trabajen. Se consigue lo que nosotros potenciamos, el equilibrio territorial”.
Los profesionales gallegos pueden consultar ya casi 1.300 revistas, entre ellas las 317 suscritas institucionalmente por la Consejería tras realizar el cribado correspondiente. “Además, tienen acceso a un servicio de bibliotecarios para pedir préstamos de libros, con las copias de los artículos que deseen. Y la biblioteca, o una parte del portal, está abierta a la ciudadanía; ya estamos en una fase de desarrollo avanzada para darle información sanitaria, veraz, contrastada, en condiciones y en un lenguaje adecuado, al ciudadano”, explica González Pazó.

La iniciativa de una biblioteca virtual formó parte de una de las líneas estratégicas de la que fue hasta las elecciones de marzo la consejera de Sanidad de Galicia, María José Rubio. Cuando ésta se hizo cargo de la Consejería, en 2005, se plasmó como un objetivo para el fortalecimiento del sistema sanitario acercar el conocimiento a todos los profesionales, pues “los de Atención Primaria y los que trabajaban en hospitales pequeños no tenían las mismas oportunidades que los que desarrollaban su labor en los grandes centros”, señala el director general del Sergas.

A partir de ese momento, se puso en marcha la plataforma tecnológica para permitir dar soporte a la documentación precisa, y el Sergas utilizó todos los recursos necesarios, humanos y materiales, para llevarla a la práctica. La contratación de recursos se hace de forma única para todo el sistema. “Cuando hablamos de Sanidad, la mejora del conocimiento y el mejor acceso a una información actualizada trae consigo un objetivo último incuestionable: la mejora de la salud y de la calidad de vida de todos los ciudadanos”, defiende.
Como representante de una Administración, González Pazó garantiza que el apoyo a una iniciativa como la de las bibliotecas virtuales, al menos en lo que se refiere a Galicia, “es tan claro como se desprende de que las competencias en la dirección de la biblioteca virtual residen en la propia Administración, y somos los más interesados en la adquisición de fondos bibliográficos y en el mantenimiento y mejora de este gran logro para los profesionales y para los ciudadanos. El apoyo es total para formar una estructura sólida que fortalece el sistema público de salud”, señala.

Todas las Comunidades Autónomas ya han puesto
en marcha, con mayor o menor grado de desarrollo,
sus proyectos de biblioteca virtual

Los repositorios institucionales
Mª Francisca Abad es profesora del Departamento de Historia de la Ciencia y Documentación en Valencia, donde es también la directora de la biblioteca virtual del Colegio de Médicos, y coordina el proyecto de repositorio institucional de la Universidad. Los repositorios institucionales consisten en crear una base de datos con la producción científica de la institución de la que se trate, en este caso la Universidad de Valencia.

Como comenta Francisca Abad, se trata de recopilar los artículos publicados, siempre que las condiciones de ‘copyright’ lo permitan, las tesis en acceso abierto, informes técnicos a los que se pueda acceder… siempre, respetando la ley, y poner esta información en una base de datos que sea accesible. “El proyecto de Valencia sería el repositorio número 45 en España”, tal y como apunta.

Así, añade, ya tienen repositorio institucional dos universidades de la Comunidad Valenciana, la práctica totalidad de las de Madrid y Cataluña, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y algunos hospitales están haciendo el intento de crear el suyo. En el caso de Estados Unidos, el mayor financiador de investigación médica, el National Health Institute ha creado un gran repositorio, el PudMed Central, que alimenta la base de datos común que utilizan todos los médicos del país.

Este repositorio institucional contiene, explica Abad, el resultado de las investigaciones que se han sido financiadas con dinero público. “No es lógico que la institución que ha financiado una investigación deba pagar después para poder acceder a sus resultados. Esta cuestión se la están planteando las instituciones investigadoras en todo el mundo; también en el contexto sanitario”, señala este experto. En España todavía no ha habido un excesivo desarrollo, pero en las primeras reuniones de responsables de bibliotecas virtuales, casi todas las comunidades que presentaron su proyecto señalaron que tenían pensada la creación de un repositorio.

La biblioteca virtual funciona a través de una serie de publicaciones a las que paga, y eso no es incompatible con este instrumento, el repositorio. Es la propia revista que va a publicar un determinado artículo el que llega a un acuerdo con el autor para que éste ceda sus derechos. “En el caso de Estados Unidos, la agencia financiadora exige, y hay un mandato en este sentido desde 2008, que tras aceptarse dinero por una investigación, sus resultados deben ser visibles, tener un acceso abierto, como puede ser desde ‘google’’.

Esto se consigue publicando en una revista de acceso abierto o bien otorgando el permiso para que el artículo final se deposite en un repositorio. “En Europa ahora mismo, toda la financiación existente en el séptimo Programa Marco, que ha invertido mucho dinero en proyectos de investigación y entre éstos también de tipo de sanitario, se obliga a que en el plazo de seis meses lo que se ha publicado sea visible en acceso abierto; se puede publicar en el medio habitual, que después deposita la información en una base de datos “, señala María Francisca Abad.

Esta experta en bibliotecas virtuales admite que en los primeros años del siglo XXI los médicos han sido poco conscientes del gran avance que suponía para su profesión el contar con una información de calidad y a su alcance, independientemente del lugar y del día en el que tratasen de encontrarla. “Es un movimiento relativamente reciente, pero todos vamos siendo ya más conscientes de lo que significa, pues además ha habido apoyos muy importantes. El problema es que quizás no hay una conciencia general de qué supone el acceso abierto, de que hay vías legales para conseguirlo y de que no es una utopía” .

Para María Francisca Abad, la existencia de las bibliotecas virtuales ha servido, además, como reacción por parte de los científicos y de las instituciones ante el abuso que se estaba produciendo en el incremento de precios de suscripción a las principales revistas. “La evolución de precios había sido del 150 por ciento por encima de la que tuvo el coste de la vida. Se han abaratado los costes del proceso y se ha facilitado el acceso a una información veraz y de calidad, negociando directamente. Los científicos y las instituciones han venido a determinar que tienen algo que decir sobre una información, son copartícipes de los resultados, y tienen derecho a acceder a ella sin pagar por algo que ya han financiado”.


La biblioteca virtual de Andalucía está considerada como la más importante de Europa en número de usuarios y material registrado

En resumen, para la doctora Abad, “se ha establecido un acceso a la información más justo, y, sobre todo en el contexto sanitario, la repercusión es grande: es la diferencia entre una mejor calidad de vida para alguna gente”. En su opinión, el Tercer Mundo puede aprovechar la investigación que se hace en el Primero, con acceso gratuito. “Es un acceso equitativo y justo a la información: se paga una vez, y después se puede acceder a ella siempre”.

Y para que todo funcione bien, recalca, “la institución debe comprometerse, y sus miembros deben implicarse activamente. Que exista un repositorio en la institución no quiere decir que se llene. Los miembros de la institución, como científicos, deben comprometerse a hacer algo que quizás al principio les parezca una pérdida de tiempo; y los responsables de la institución deben generar políticas que incentiven el depósito. El beneficio es para todos”.

El proyecto de una Biblioteca Virtual Nacional
En el momento actual, el Ministerio de Sanidad ha encargado a un grupo de trabajo, formado por representantes de la dirección de las bibliotecas sanitarias públicas de las diferentes comunidades autónomas, que estudien la viabilidad y, en su caso, el mejor modelo a implantar de una Biblioteca Virtual Nacional. Fuentes del Ministerio así lo han confirmado a EL MEDICO, aunque han aclarado que el proyecto “está en una fase inicial” y que “es posible que se haga viable a finales de año”.

Se está proyectando la Biblioteca Nacional Virtual de Ciencias de la Salud, con un grupo de trabajo en el que hay representantes de todas las Comunidades Autónomas. Según destaca la Dra. Ribes, “una biblioteca virtual nacional puede aportar muchísimo: desde una colección básica de la que todos los médicos del SNS puedan beneficiarse, al gran desarrollo que va a alcanzar con el tiempo, como ya ha sucedido en países como Estados Unidos, Inglaterra… hay varios modelos, todavía no sabemos cuál va a ser el nuestro, pero es un proyecto muy ilusionante”.

Hay varios grupos de trabajo dentro de este proyecto, que están coordinados por el Ministerio de Sanidad y, en representación de las comunidades, por Verónica Juan-Quilis. Ésta ha aclarado, en cualquier caso, que el proyecto de biblioteca nacional virtual “está todavía dando sus primeros pasos. Es un tema del Ministerio que coordinamos desde Andalucía, y es un estudio de viabilidad: ver si es posible crearla, y qué modelo o modelos se podrían aplicar. Es la primera apuesta firme por el acceso a la información científica en Ciencias de la Salud”.

El Nacional Health Institute de EEUU ha creado un gran repositorio, el PubMed Central, que alimenta la base de datos común que utilizan todos los médicos del país

María Francisca Abad resalta que en las reuniones de responsables de las bibliotecas virtuales “existe una buena relación de colaboración y de intercambio de experiencias. Y eso ofrece la posibilidad de trabajar en un proyecto único, que sería deseable. Posiblemente abarataría costes en la compra de recursos y sería interesante desde el punto de vista estratégico; por ejemplo, ante la opción de tener un solo repositorio institucional, y no 17, aunque después cada comunidad gestionara su biblioteca, como sucede en Estados Unidos”.

Para Germán González Pazó, una Biblioteca Virtual Nacional “no es una mala idea, es importante vincular; una vez que todas las comunidades autónomas tienen su biblioteca virtual, se puede unificar. Hay pequeñas diferencias entre los modelos de las distintas comunidades, pero se pueden homogeneizar los servicios y el acceso a las distintas fuentes documentales”.
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