lunes, 12 de septiembre de 2011

Evaluando para fijar precios - DiarioMedico.com

tecnologías sanitarias

Evaluando para fijar precios

La crisis económica está obligando a hacer ajustes en todas las actividades imaginables. Uno de los sectores más afectados es la Sanidad, y, dentro de ella, las tecnologías sanitarias son las que más dinero requieren. La solución no debe ser nunca dejar de incorporar esas nuevas técnicas que están permitiendo el gran avance de la Salud. La clave está en afinar en la elección de las tecnologías que se financian y, por ende, en ajustar los precios de forma que sean homogéneos en todo el territorio. Ambas opciones las puede lograr la evaluación de tecnologías.

David Rodríguez Carenas   |  13/09/2011 00:00

 
La evaluación de las tecnologías sanitarias es un tema habitual, y más en los últimos tiempos, con las preocupaciones lógicas derivadas de la crisis económica. Se suele hablar de ello para ver si conviene financiar o no una tecnología. Pero no se relaciona tanto con otro aspecto lógico: ¿hasta qué punto se puede emplear por parte de pagadores públicos y privados como un sistema para fijar precios?

La primera aportación al tema la realiza Steven Pearson, presidente del Instituto para la Revisión Clínica y Económica (ICER, por sus siglas en inglés), en Boston (Estados Unidos), además de uno de los directores de la Sociedad Internacional de Evaluación de Tecnología Sanitaria (HTAi, por sus siglas en inglés): "En muchos países del mundo, como por ejemplo Estados Unidos, el uso de la evaluación de tecnologías sanitarias para guiar en el establecimiento precoz de los precios de mercado para nuevos fármacos y dispositivos médicos es todavía limitado. Sin embargo, ya es una realidad en Francia y Australia, y pronto [enero de 2014] lo será en el Reino Unido".
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Aclarado el uso que tiene este sistema de establecimiento de precios en el globo terráqueo sanitario, toca definir lo que se puede conseguir con él. "Los profesionales de la evaluación sanitaria -epidemiólogos clínicos y economistas- son los más cualificados para balancear lo que se busca -beneficios para la salud-, con una debida recompensa a la empresa innovadora", explica Juan del Llano, presidente de la Asociación Española de Evaluación de Tecnologías Sanitarias (Aeets).

"Hasta ahora se están empleando análisis de impacto presupuestario o de minimización de costes, pero tienen poca utilidad resaltando el valor de una nueva tecnología; lo que se necesita es analizar si se mejora lo existente", señala Del Llano. De demostrárselo a las autoridades deberán encargarse las empresas, y las autoridades, por su parte, "deberán sacar del mercado lo obsoleto, para que no se hagan efectos sumatorios. Si hay menos recursos, habrá que hacer menos. Y para ello hay que eliminar ineficiencias".

El presidente de la Aeets recuerda que hay muchas actividades que los médicos deberían dejar de hacer, porque "no aportan beneficio al paciente; en ocasiones hasta suponen un riesgo. Puede parecer un mensaje fácil de entender, pero la agencia de evaluación del Reino Unido (NICE) lleva ocho años intentándolo. Por cuestiones jurídico-legales será un proceso largo, pero muy deseable". En España, las agencias gallega (Avalia-T) y vasca (Osteba) ya han realizado informes al respecto, "pero todavía hay que aumentar la intensidad", según el presidente del ICER.
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¿Cómo se queda el precio?
Volviendo a la evaluación como sistema de fijación de precios, cabe preguntarse si un análisis profundo de las nuevas opciones tecnológicas podría conducir hacia un repunte de los precios o, por el contrario, hacia una disminución de costes. "En función del mercado de servicios médicos en cada país, es cierto que los precios de las nuevas terapias podrían subir o bajar, pero no existe duda alguna de que el interés creciente entre gobiernos y aseguradoras privadas en el uso de la evaluación de tecnologías está relacionado con su opinión de que muchas de las nuevas opciones tienen un precio demasiado alto respecto a los beneficios clínicos que aportan".

El problema que apunta Pearson lo define a la perfección Antonio Sarría, director de la Agencia Española de Evaluación de Tecnologías Sanitarias del Instituto de Salud Carlos III: "Algunos de los estudios de coste-efectividad que hemos realizado han demostrado que muchos productos no cumplen los ratios adecuados a causa del precio, y no porque aporten una ganancia pequeña al paciente".

La solución lógica sería que la industria bajara los precios, pero esto puede ser complicado, y Sarría entiende las razones de los fabricantes -especialización y producciones que no son en masa-, pero cree que "la industria está llevando a cabo un proceso de reflexión muy importante a causa de la crisis económica".

Homogeneización
En cualquier caso, lo que Sarría expone ocurre con los dispositivos, donde el precio se negocia en cada venta. "El problema en España es que un sólo vendedor tiene diecisiete compradores -comunidades autónomas- y a veces los precios son desiguales. El Ministerio de Sanidad está haciendo un esfuerzo en este sentido, pero la homogeneización de precios aún está lejos".

Con los fármacos, en cambio, es el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad el que fija los precios. Y aquí aparece otro problema: "Los precios son bajos, lo que deja poco margen de maniobra, pero se prescribe mucho, con lo cual hay mucho gasto", razona Sarría, que expone un ejemplo: "El tratamiento de la osteoporosis es razonablemente coste-efectivo a partir de los 65 años, ya que es a partir de los 70 cuando se pueden producir las fracturas, pero un 25 por ciento de los tratamientos -muy caros- se prescriben a mujeres de entre 55 y 65 años". Por eso, insiste, hay que fomentar el uso racional del medicamento.

El futuro

La evaluación de las tecnologías sanitarias está luchando por hacerse hueco en la sanidad mundial. Por eso es fundamental plantearse su futuro. "Parece que la importancia de la evaluación en este tema aumentará mientras los gobiernos y las aseguradoras privadas continúen buscando vías para aplicar los estudios económicos y encontrar el balance adecuado entre el control de costes y la provisión de incentivos para innovar", explica Steve Pearson, presidente del ICER.En el caso de España, Juan del Llano, presidente de la Aeets, señala como ejemplo a la agencia alemana (IwiQ), que, sin hablar de precios, exige mejora a los nuevos productos, o la británica (NICE), que fija el valor de la innovación y, según mejore la calidad de vida, se fija el precio."En España esta exigencia existe para los medicamentos. En los dispositivos hay un interés de agencias y empresas en trabajar juntos. La cuarta barrera en dispositivos está aún lejos, pero llegará seguro, más pronto que tarde".
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